Veintisiete.

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Caminé lentamente hasta la casa de Edu.

Mi mente estaba distraída, y mi cuerpo abyecto del mundo real.

Mi piel de gallina, mis labios sentidos... mis ojos llorados.

Fuera de la casa de Edu, estaba el auto de su padre.

- !Jade! ¿Cómo estás? pasa

- Hola señor Tomás

- Pasa, Edu está dentro

- Está bien

- ¿Te contó que ahora vamos a viajar?

- No me ha dicho nada...

- Habla con él-.dijo señalándome el interior de la casa-.

Entré. El lugar estaba algo desordenado, lleno de bolsos sobre los sillones y el suelo.

- Hola, mi niña-.dijo la mamá de Edu-.

- Hola, mucho gusto

- ¿Estás buscando a Edu?

- Sí

- Él fue hace poco a buscarte... debe estar en tú casa

- Lo iré a ver

Salí de su casa, buscándolo con la mirada. Pero ni rastros de él.

Caminé hasta casi llegar a mi casa, pero me deprimió la idea de que llegaría y estarían todos en casa, incluyendo a Leonardo.

A lo lejos escucho el sonido de la motoneta de Edu.

Una parte de mí cree sentirse mejor.

Me hace señas con las manos, y no puedo evitar sonreír.

Se detuvo ante mí con imponente velocidad.

- Sube, tenemos poco tiempo

Me subí sujetándome detrás de él, sin ponerme el casco.

Se dirigió hasta la playa que quedaba a unos tantos metros del lugar.

Casi era de noche, lo que me dificultaba ver con claridad.

Paró la moto, y se sacó el casco con cierta dificultad.

De su chaqueta, sacó una pequeña bolsa.

- ¿Por qué tenemos poco tiempo? ¿Y qué hacemos aquí?-. le dije-.

- Iré con mi papá a Boretal... Tiene que ir a gestionar su negocio y necesita de mi ayuda

- ¿Y faltarás a la universidad?

- Eso creo...

Guardé silencio.

- ¿Cuándo vas a volver?

- Yo creo que en dos semanas más

Asentí.

- ¿Y te vas a ir ahora?

- Sí.

Me quedé mirando un punto vacío del océano que apenas se podía observar.

Sus rasgos de desvanecían entre la oscuridad.

Me extendió la pequeña bolsita.

La abrí lentamente.

En la oscuridad pude distinguir un collar con el signo de infinito.

- Es hermoso-.le dije-.

Me lo puso con las manos tiritonas y frías. El contacto de sus manos en mi cuello me hizo estremecer.

- Tu belleza es infinita... por eso el collar.

- Gracias-. le dije con la voz entrecortada

- No me podrás olvidar mientras tengas el collar puesto

- No te voy a olvidar.

Tomó mis manos con rudeza y algo de impotencia.

-Creo que es mi turno

- ¿De qué?-. dije dudosa-.

- Aprovechando que me voy yo a Boretal esta vez, debería declararte mis sentimientos

- ¿Y cuáles son esos?

- T-te deseo. Osea te quiero, no te deseo. !Ah! No quiero decir que no te deseo, pero me gustas...-.solté una risa-. Estoy enamorado de ti, Jade.

Mis ojos se nublaron.

- ¿Por qué mejor no me dejas en casa?-. prefería ver a Leo que tener esta conversación-.

-¿Cuándo me vas a perdonar?

- ya te perdoné

- ¿Cuándo vas a poder quererme como yo te quiero?

- Yo te quise. Te quise mucho.

- Está ocurriendo lo que más temía...

- ¿Qué es ?

- Estoy enamorado de alguien que no me quiere

- Yo te quiero

- ¿Lo haces?

-sí

- Entonces dame un beso

Besé con suavidad su rostro con algo de barba.

- ¿Sólo eso?

- Sí...

- Si fueras cualquier otra mujer, simplemente te agarraría fuerte y no te despegaría de mí jamás.

- No soy otra mujer, Edu

- Claro que no... Claro que no lo eres.

A pesar de apenas poder distinguir sus rasgos, vi sus ojos tímidamente. Sus ojos siempre azules, su mirada que carcomía el alma. Siempre siendo el chico malo.

- Te traje aquí porque creí que sería por así decirlo más romántico...

Al ver sus ojos, recordé hace un año y meses atrás.


Era una situación parecida, aunque era yo la que se iba.

Y al decirle la verdad, al decirle que lo amaba, me quité un peso de encima que todavía siento en mis hombros cuando sueño.

- Jamás otra mujer será como tú.

Yo quería marcharme a casa.

- ¿Sabes de qué me acordé?-. me dijo-.

- ¿De qué?

- Cuando íbamos al colegio. Y tú te golpeaste en la cabeza ¿Recuerdas?

- Claro que sí.

- Y mientras te curaba la frente... yo

- ¿Tú qué?

- Esa fue la primera vez que te quise besar

Lo miré con los ojos llorados.

- Y claramente no es la última

Entonces Edu se acercó a mí, y yo con cuidado lo desvié.

- ¿Puedes ir a dejarme a casa?

- Sí, claro que sí.-.se sintió mal-.

Toqué mi collar con sumo cuidado, antes de subirme a la moto, y devolverme a casa una vez más.



Etérea ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora