Doce.

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Capítulo 12:

Cerré despacio la puerta de casa. Todas las luces estaban apagadas. A tientas intenté orientarme en la casa, y subí las escaleras sintiendo el tacto de los escalones con mis pies.

Avancé con pasos muy silenciosos, casi imperceptibles.  Y abrí silenciosa la puerta de mi habitación. No pude ni entrar cuando sentí a mamá abrir la puerta de su cuarto con papá, para avanzar a la mía.

Entré a mi habitación y encendí la luz. Ella entró conmigo.

-       ¡tienes un horrible olor a licor!-. se acercó a olerme-.

-       ¡déjame mamá!

-       Imagino que mañana irás a clases ¿No es así?

-       Así es...

Permaneció quieta mirándome a los ojos con algo de furia, pero cambió su expresión para hablar.

-       ¿A dónde fueron?

-       A un restaurant a la orilla de la playa

-       ¿Se comportó bien?

-       Claro que sí

-       ¿Sabes?-. hizo una pausa que me pareció interminable-.

-       ¿Qué?

-       A Lucas-.dijo refiriéndose a papá-. No le gusta Edu. Pero a mí sí.

-       ¿Y por qué a ti si?

-       Porque sé que te quiere.

-       ¿Cómo puedes saberlo?

-       Sólo... lo sé. Tú papa piensa que es loco. Alguna gente dice que anda en malas prácticas, pero tú sabes cómo es la gente.

-       ¿Qué malas prácticas?

-       Eso no importa. Lo que importa es que te quiere, hija. Hoy en día es difícil encontrar a alguien que realmente te quiera...

-       No lo sé. Lo único que quiero es dormir

-       ¿Detestas hablar de sentimientos, no es así?

-       Sí.

-       Está bien, te dejo dormir.

Mamá apagó la luz, y yo me recosté en la cama con ropa, con el aliento a trago, y con un sueño que me atormentaría por la mañana.

(...)

El día transcurrió rápido. Tuve clases desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde, la materia fue liviana, aun así me costó un montón entender con la horrible resaca que tenía.

Almorcé en un restaurant a las afueras de la universidad.

Tomé el bus en un paradero.

Probablemente aquella sería mi rutina a partir de ahora.

Cuando llegué a casa, me topé con papá, leyendo un libro sentado en el antejardín.

-       Hola-. Le dije y abrí la puerta para entrar a casa

-       Hola, mi niña. ¿Cómo te fue?

-       Bien papá-. Lo besé en la frente y me senté en la silla al lado de él-.

-       ¿todo bien en la universidad?

-       Sí. ¿Todo bien en el trabajo?

-       Sí.

Papá trabajaba en una oficina. Él se contactaba con editoriales para hacer libros. Se encargaba del área tipográfica y del papel, portada y elementos que tendrían libros. Leonardo trabajaba con él, la diferencia es que él era escritor y editaba y seleccionaba los libros que se imprimirían.

-       ¿Nos vas a acompañar?-. dijo sin despejar su vista del libro que leía-.

-       ¿a dónde?

-       Iremos a una comida a casa de Leo

-       ¿A qué hora?

-       En un par de horas más. ¿Irás con nosotros?

-       No lo sé...

-       Le agradaste mucho a Ana. Le encantaría que fueras otra vez.

-       Ok, papá. Voy a ir.

Subí las escaleras para poder entrar a mi cuarto. La puerta de la pieza de mis padres estaba abierta, decidí entrar a saludar a mamá. Estaba sentada frente al espejo, con su cabello ondulado claro muy bien peinado. Tenía sus ojos celestes delineados de negro, tenía puestos unos tacos (ella no suele usar tacos)

-       ¿Por qué tan linda?-. le dije y me acerqué a besarla en la frente-.

-       ¿Qué tal tu día?

-       Bueno... ¿Por qué estás tan arreglada?

-       Porque yo y tu padre iremos a cenar a casa de Ana y Leonardo

-       Yo también iré

-       Me parece  bien. Le agradaste mucho a Ana.

-       Es agradable también.

-       Ve a arreglarte, debemos ir presentables

-       Como digas...


Etérea ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora