"Las cosas hermosas suelen estar delante de nuestros ojos.
Las cosas complicadas no.
Sin embargo nos encargamos de buscarlas sin darnos cuenta de que lo complicado no es hermoso, y que lo hermoso jamás es complicado"
Camino por los pasillos de la universidad. No me fijo en la gente que camina a mi lado, tampoco en que voy a ver a Leo.
Mi mente se ha mantenido ocupada en pensar exclusivamente en Edu.
Al entrar a la oficina, me topo con Leonardo concentrado escribiendo sobre un papel.
Toco la puerta y él levanta su mirada.
- Pasa-. me dice-.
Abro la puerta. Y dejo mi mochila al lado de la silla.
- Buenas tardes, señor Leonardo-. le extiendo la mano y el hace una mueca-.
- ¿Es en serio?
- claro que sí
- ¿A qué se debe esto?
- Quiero que nos tratemos con debido respeto, sin sobrepasarlo-. recalqué esa parte-.
- Para comenzar con este "respeto" primero debes asegurarte en ser puntual. Has llegado diez minutos tarde
Me tendió la mano y me invitó a tomar asiento.
- Tenemos mucho que hacer.
- ¿Hacer qué?
- Tu maestra me ha dicho que para que subas tu calificación y no seas reprobada en su asignatura, deberás hacer un trabajo de producción escrita mezclando elementos de todos los autores que aparecían en tú examen
- ¿Usted me va a ayudar?
- Para eso estoy.
(...)
Cuando fueron las siete de la tarde, Leo decidió ponerle punto final.
- Ya ha sido mucho por hoy... otro día avanzaremos.
- ok-. yo estaba de acuerdo-.
Tomé mis cosas, mientras él guardaba las cosas en su maletín.
- Hasta luego señor Sabatini-. le extendí la mano-.
- Ni creas, tú padre me dijo que te llevara a casa.
-!¿Mi padre?!
- Así es, le he contado que te hago tutoría
!Maldita sea!-. me dije-.
Luego de que guardara sus cosas, y tomara su bolsa, salimos del lugar. No dije palabra, y él tampoco.
De cierta forma, lo notaba diferente a otros días. Ahora se mostraba frío, su estado de ánimo era neutral. Ni siquiera me hablo mientras caminábamos a su auto.
Me abrió la puerta de este, y entré acomodando mi mochila y sintiéndome extraña.
Luego se subió él. Puso las llaves de su auto, y encendió el motor.
Su coche era un Chevrolet Suburban.
- ¿Qué te sucede?-. se me salió de la boca-.
- Nada
- ¿De verdad?.-continué yo-.
- Nada me sucede
- Estás diferente
Él guardó silencio para concentrarse mejor en el camino.
Cuando noté que no estaba siguiendo la ruta habitual, me asusté.
- ¿A dónde vamos?
Él se mantiene callado. Mis piernas flaquean y me siento frágil, aunque sé que el no va a hacerme daño.
Llegamos a un local donde vendían café y pequeñas cosas para comer.
- Bájate... comeremos algo
Asiento, y me bajo del auto dejando mi mochila.
Nos instalamos en una mesa. La mesera llegó, él pidió un vienés y yo un moka.
Me concentré en ver la mesa, que tenía escrito muchas tonterías, como insultos a gente que no conocía.
- Jade-. me dijo-.
No respondí ni lo miré. Sólo me concentré en la mesa. Me daba miedo mirarlo a los ojos, me daba miedo él. Era muy intimidante.
-!Jade!-. exclamó-.
- ¿qué?
- Mírame cuando hablo contigo.
Subí mi mirada, y le observé a sus ojos amarillos. Mi espalda sufrió un escalofrío cuando lo miré.
- ¿Por qué me evitas?
- No te evito
- Lo haces.
No le hice caso y volví a mirar la mesa. Entonces la mesera llegó con los cafés. Y leo enseguida pagó.
- ¿Es qué te gusto?-.dijo burlandose-. ¿Te gusta el amigo de tú padre?
- !Claro que no!
- ¿Entonces?
- Te dije que no te evito.
- Me evitas porque te gusto. Porque tus labios se mueren por besarme en este momento, porque cierras tus piernas cuando estás cerca mío ¡porque te pones nerviosa cuando me acerco a ti!
-!Cállate!
- ¿Ahora me dices "Cállate"? ¿Qué paso con el debido respeto de decirme señor Sabatini?
- Debería haberme ido sola a casa-. dije y bebí un sorbo de moka-.
- ¿Para qué? ¿Para que tu amiguito en moto te lleve?
Guardé silencio. ¿Cómo sabía de Edu?
- ¿Qué sabes tú de mis amigos?
- Te ví anoche con él, Jade. Vi la escenita del abrazo.
- ¿Tú eras...
- Yo era el de debajo del árbol. Era el del cigarrillo-.sentí su satisfacción al sentirse de encubierto-.
Callé. Me sentía espiada.
- ¿Me estabas espiando?
- ¿Acaso no puedo ir a un club nocturno por voluntad propia?
Guardé silencio. Tenía razón.
- ¿Es él tú novio?-.me interrogó-.
- Eso no debiera interesarte
- Me interesa.
- ¿Y por qué?
Él se quedó callado. Y se paró de su silla para salir del local.
- Toma luego tú café, que nos vamos
No entendía nada de lo que él hacía. ¡De verdad!
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Etérea ©
RomansaÉl era poeta. Ella era su musa. Él era casado. Ella ni siquiera tenía novio. En un simple cruce de miradas, el mundo se tornará extraño y apasionante. Él era simplemente un genio. Y ella... era frágil, era etérea.