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Se lo pidió a Ma Ri tras pensarlo mucho

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Se lo pidió a Ma Ri tras pensarlo mucho. Pudo haberlo pedido a su hermana o a su madre, pero hubiera sido poner al descubierto muchas grietas que deseaba tener ocultas, que era preferible que su familia ignorara. Ma Ri iba a sospechar que algo estaba mal en su relación con Yewon, lógicamente. Era de suponer que pensaría o se preocuparía por tratarse de él; sin embargo, conociéndola, jamás se atrevería a preguntarle el porqué...

Además, desde que descubrió lo mucho que la amaba, le era dulce incluirla en su vida, aún en los menores detalles. Claro que ello suponía una tortura, pero era un hombre maduro y de fuerte voluntad. Sabía hasta dónde podía llegar; aquellas locas ilusiones estaban dentro de alguien que sabía controlarse.

Pensó y dudó mucho antes de decidirse, pero al atardecer de aquel día, cuando la pelirroja se quitaba la bata blanca para marcharse, él, que se hallaba hundido en el sillón junto a la vitrina del instrumental, la miró de pronto y se expresó:

-Espera, Ma Ri, tengo algo que rogarte.

Hacía días que la enfermera parecía huir de su mirada. No era una cosa de la cual Namjoon estuviera seguro, sino algo que, sin proponérselo, notaba. ¿Por qué huían aquellos ojos esmeralda cuando él llegaba a ellos con los suyos? ¿La había ofendido de algún modo? Reflexionó. Hurgando en su cerebro recopiló todos los momentos, las palabras e incluso las miradas que se cruzaron entre ambos aquellos días, y se dijo que nada ofensivo recordaba, que pudiera molestar a su enfermera.

-Dígame, señor -contestó curiosa o insegura.

Kim llevaba tres días considerando que su pedido era natural, y al pronto no encontraba palabras para explicarse. Nerviosamente encendió un cigarrillo. Jamás fue tímido y de pronto se sentía pequeño, incoherente, ridículamente cohibido.

-Señorita Joo -dijo al fin-, se trata de mi hija.

-¡Oh! ¿Le ocurre algo a Sunni?

Notó retazos de emoción en su voz y alzó la cabeza. La miró fijamente. Un segundo. Sintió de súbito aquella sensación de escape en Ma Ri. Su mirada huía, se escondía, sí, de él, y eso le produjo honda tristeza.

-Es su cumpleaños mañana.

Ella respiró.

-¡Ah!

-Quisiera, señorita Joo, que...que me acompañaras a comprarle un regalo.

Le pareció que se puso nerviosa. «Tal vez son imaginaciones mías», pensó.

-Su madre tiene muchas ocupaciones y yo pretendo darle a Sunni una sorpresa -emitió una risita ahogada-. Ya sabes Ma Ri, el desastre que somos los hombres para elegir un regalo para nuestros hijos.

-Lo comprendo, doctor -ella parecía más relajada ahora.

-¿Me... acompañarás?

-Por supuesto -se encogió de hombros.

Aquello que darnos a cambio 𖤓 Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora