Aquello que darnos a cambio 𖤓 Kim Namjoon

12

[Capítulo largo]

Durante todo el día los ojos del doctor Kim estuvieron fijos en ella. Ma Ri sentía una sensación extraña. Cierto que siempre la miró mucho, pero aquel día era distinto. Le daba la impresión de que de un momento a otro iba a hablarle de algo muy personal.

Al marcharse el último cliente y regresar ella a la oficina de consultas, ya no vio a Namjoon allí. Su bata blanca se hallaba colgada del perchero. La puerta del cuarto del diván estaba abierta y veía un hombro de su alta figura inclinada hacia la ventana.

Desde un borde de la mesa de la otra habitación, ella le contempló en silencio. Sus manos rozaban los papeles dispersos como una excusa para quedarse con el reflejo de él en los ojos. El Sol se esmeraba por dejar su huella al borde de la tarde, los días eran menos fríos; y mirando aquella silueta tan querida contra la anaranjada luz, sintió una paz inmensa.

Namjoon se volteó de forma natural contra el atardecer, dejándola sin aliento. Aún más cuando vió sus rasgos dibujarse en grata sorpresa al encontrarla en su campo de visión.

-Ma Ri, ¿qué haces?

Dió un pequeño respingo cuando la llamó. Contestó aún en pleno hipnotismo:

-A-arreglo esto, señor.

Namjoon no pudo evitar reírse un poco, se veía adorable revolviendo con esmero su escritorio como si fuese una sopa.

-Déjalo... -le pidió en vano apoyándose en el marco de la puerta entre ambos cuartos.

Se mordió el labio inferior mientras pensaba en una excusa para hacerla llegar al cuartito. Necesitaba buscar el momento para hablarle sobre 'ese' tema y, que Dios lo ayudara, se sentía más nervioso que en la defensa de su tesis universitaria. No había necesidad de forzar nada, se recordó. «Con naturalidad...»

-¿Sabes que hace mucho tiempo que no me preparas una taza de café?

«Que poco original, vaya».

-Oh, se lo hago ahora mismo, doctor.

Pero funcional.

-Venga, vale.

Llegó hasta dónde él envuelta en blanco. Parecía un poco absurdo que cada día Namjoon encontrara un ángel distinto en esa vista, cuando cualquier médico debería estar aburrido de su enfermera vestida de uniforme. Le abrió pasó y ella enseguida se escabulló a la mesetita, que quedaba en la pared colindante a la ventana. Era la primera vez que la veía indecisa a la hora de buscar el tarro de café molido.

-Hemos trabajado mucho, Ma Ri -dijo él dejándose caer en el sofá-. ¿No estás cansada?

-Soy buena resistiendo.

Apoyando los codos sobre sus piernas, quitó la vista de la ciudad tras los cristales para enfocarse en su amiga. La jovencita estaba a su derecha, con el Sol moribundo haciendo resaltar el rojo resplandor de su cabello.