¿Nunca vas a cambiar?

156 13 2
                                    

El extraño chico de mi sueño es igual que yo. Controlador, fuerte e incomprendido... Ok, tal vez el sí es comprendido. Llevamos aquí casi media semana y el ya tiene doscientos mil amigos y el doble de amigas. ¿Y yo? Cero. Ninguno. Y, la verdad, no tengo la menor idea de porque. Soy super linda. Ja, ja, ja. Ni yo me lo creí... Pero en fin. El caso es que de ninguna manera quiere hablar conmigo, aunque a mi tampoco me entusiasma mucho la idea. Ni fu ni fa me ha dicho. Literalmente.
Hoy, como todos los días sin falta, tendremos un entrenamiento duro. Demasiado. Porque no solo es según la personalidad de cada uno, por ejemplo yo, que soy muy buena con los cuchillos, sino que también abarca de todo tipo de habilidades. no solamente físicas sino que también mentales. Nos preparan para cualquier tipo de cosa. Cualquiera. También para reconocer muchos tipos de plantas... De todo.
Salgo de mi cuarto sola, ya que mi compañero se esta quedando mientras yo voy a entrenar, y me doy cuenta de que la curiosidad me está matando. Vuelvo a abrir la puerta azul de la habitación y el rubio me mira con sus ojos azules entornados.
-¿Se te olvido algo?- pregunta al tiempo que me siento en mi cama.
-No, es solo que voy a llegar muy temprano y no vale la pena... - digo nerviosa pensando en qué me va a decir.¿Por qué me importa tanto? Él asiente sin mirarme, obviamente.
-¿Te puedo preguntar algo?
Vuelve a asentir.
-Pero, ¿no acabas de hacer eso?- sarcástico y molesto. Aún así sonrío.- No me digas que no es cierto.- Me volteo y el dice- Anda.
-¿Por qué no vas a entrenar?- pregunto casi con miedo. ¿Miedo, yo?
Él frunce el ceño y se ríe.
-Primero dime, ¿por qué te importa?
Asiento y me levanto. ¿Para que me moleste? En cuanto toco la perilla una mano cálida me toca el hombro.
Él me mira con sus ojos y me doy cuenta que con lo que dice no bromea.
-No...- se detiene- no quiero estar aquí.
Arqueo mis cejas.
-No parece.- digo y miro a su mano aún rozando mi piel. El la aleja de inmediato.
Sonríe lentamente, con cuidado, como si no estuviera seguro, así que sonrío con él.
Entonces, de la nada, alguien entra como si fuera su cuarto y nos empuja al rubio y a mi hacia mi cama.
El chico, que parece de nuestra edad, se acuesta en la cama de mi compañero, el cual miro atentamente porque no parece sorprendido.
-¿Nunca vas a cambiar?- le pregunta a su amigo atrevido sin brusquedad. El chico mira a mi rubio roommate y dice:
-Hola Cato.
Cato. Así que Cato es el nombre del rubio... ¿Qué clase de nombre es ese?
Después el amigo de Cato me voltea a ver y parpadea varias veces con sus grandes ojos grises abiertos como platos.
-Ella es...- trata de presentarme Cato, pero obviamente no funciona.
-Clove.- digo firmemente con naturalidad.
-Clove.- repiten al unísono mirándome.
Frunzo el ceño y asiento.

Los ojos son la ventana del alma...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora