18.

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Mensaje.

Sanzu les estaba apuntando a la familia, ellos permanecían sentados en el sofá, tranquilos, así los quería el pelirosa, mientras que Koko busca ropa que cambiarse lo más rápido posible. Tuvo que ponerse algo de su taya, recogió su cabello hasta el tope, envolviendolo un moño, se puso un abrigo con capucha negro, combinado con pantalones del mismo color, le quedaba a la perfección. Buscaba la ropa de Sanzu para que esté pueda vestirse de una vez sin tener que estar buscando algo que ponerse.

—Hey, niño.—pronunció Sanzu.—¿Tienen algún botiquín?, necesito vendar está cosa.—mostro su fatal herida.

La pequeña soga no fue suficiente, la sangre salía más que antes. El menor asintió, tímidamente. Le tenía miedo a ese hombre con cicatrices en su boca.

—Búscalo y ponme unas vendas.—dijo.—... Por favor.

El papá del menor le tocó varias veces para que obedeciera las órdenes del contrario, tal vez Koko no sea capaz de asesinar una familia pero ese no es el caso de Sanzu Haruchiyo, le importaba un comino tener que terminar las vidas de estas personas, la única vida que importa es la de Takemichi. El niño volvió con el pequeño botiquín.

—Eso es, buen niño. Te daré un dulce por eso.—sonrió, en un faltal intento de verse amigable.—Sacá las vendas y envuelvelas aquí.—el menor temblaba, la sangre chorreo un poco su ropa, se sobresalto un poco, asustado.—No tengas miedo, es solo un poco de sangre. Eso no hace nada.

—¡Por favor...!—exclamó de repente la señora. Trago saliva.—Déjeme a mí hacerlo, él es solo un niño.

Sanzu suspiro.

—No me importa quien lo haga, solo paren está cosa.

Koko terminó de elegir la ropa para Sanzu, entonces el muchacho escucho el timbre de su celular, le llegó un mensaje, lo abrió y empezó a leerlo. Salió de inmediato, a Sanzu le terminaron de vendar.

—Sanzu, cambiate rápido.—dijo.—Tenemos que irnos pronto.








En el hospital, Draken fue ingresado, Hanma y Inupi estaban esperando respuestas por parte de los médicos, no sabían a quien llamar o si deberían, solo esperarían a lo que sea. El doctor se acercó, y inmediatamente pusieron toda su atención en él.

—Buenas noches, ustedes son Hanma Shuji y Inupi Seishu, ¿no?

—Si, somos nosotros.

—Hm, pues déjenme decirles que...—miro el diagnóstico.—... Ken Ryuuguuji está vivo.

Se pusieron felices; Inupi sonrió y Hanma se sintió aliviado.

—Estos son casos muy extraños, porque fue un disparo a la cabeza.

—¿Cómo sobrevivió?—preguntó Hanma.

—Fue porque la bala no atravesó el cerebelo. Sino que pasó por encima, en una esquina del cráneo, atravesandolo. Esto lo llamaría milagro o golpe de suerte; han existido caso así de gente muy afortunada de que les pase esto.—respondió.—Eso si, deben dejarlo un par de días aquí para que se recupere. Les pasaré una lista de medicamentos que deben comprarle para establecer su proceso de sanación sin ningún problema.

No soy tu héroe. [Takemichi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora