17.

1.7K 251 26
                                    

Persecución.

Koko y Sanzu escaparon, pero sabían que esto no sería suficiente, que Bonten también a infiltrado miembros suyos por las calles, debían tener cuidado y no querían esperar a refuerzos. Corrían a través de las personas.

—¡Debemos buscar algún lugar donde escondernos!—exclamó Koko.—¡Ahí pediremos refuerzos!, ¡tus subordinados están dispersados cerca!, ¡¿no, Sanzu?!—le miró.

—¡Si!—vocifero su respuesta.—¿Eh?

Entre la pequeña multitud, Sanzu miró a un hombre vestido con traje, sacar de saco una pequeña katana.

—¡Cuidado!

Sanzu vocifero, Koko miró para atrás, el pelirosa no podía apuntar con su armas las personas lo atorpecian están en el medio. El hombre tomó la empuñadura y elevó el arma rápidamente, era demasiado tarde. Todo ocurrió en un instante, la sangre voló por los aires junto a una mano; Sanzu logró alcanzarlos, apartando a la gente bruscamente, y meterse en medio, empujó a Koko y se cubrío con su mano, que fue mutilada.

Kokonoi se sorprendió por esa acción de Sanzu. El pelirosa aprovechó para golpear con su pistola la nuca del atacante.

—Bastardo.—lo pateó. Las personas de alrededor se dieron cuenta de lo sucedido y se armo un alboroto. Sanzu le apuntó con su pistola y disparo, matandolo.—Carajo.

—S-Sanzu... ¡Tu mano!

—Si, si, lo sé.—miró su mano chorreando toda esa sangre, notaba como su blanca piel se volvía algo pálida por la pérdida de sangre.—Koko, saca una pequeña cuerda que tengo en el bolsillo, amarralo en la herida.

Koko mantuvo sus cabales, hizo lo que Sanzu le dijo mientras observaba que no hubiesen moros en la costa. Es una pequeña y fina cuerda que Sanzu usa para amarrar su largo cabello, siempre lo tiene consigo, a Koko le sorprendía que no tuviese ninguna reacción ante el dolor, más bien, Sanzu estaba aguantando gracias a los fármacos, en parte era eso, la otra mitad era que se hacía el rudo podía notarlo. Terminó de amarrarlo, lo apretó lo suficiente, el sangrado paraba.

A Sanzu se le ocurrió, en ese momento, la idea de robar un auto, pero a su estilo, se detuvo en medio de la calle y le apuntó al primer auto que vio, como un disparo de advertencia, le dio en el la placa de matrícula. Era una camioneta, el conductor se detuvo.

—¡Sal del auto!—vocifero.

El hombre obedeció, Koko hubiera pensado en algo un poco más elaborado pero eso ahora no importa. El peliblanco se subió para manejar, Sanzu tenía mejor puntería que él, se quedó atrás y vigilaba por sí las moscas, aún teniendo una sola mano confiaba en sus habilidades. De lo que no se percataron estos dos fue que Ran y Rindou Haitani, que iba en el volante, los vieron subirse.

—Los encontramos.—canturreo Ran.

—Ahora si, al carajo.—espetó Rindou.

Piso el acelerador con fuerza, acelerando a toda velocidad. Sanzu se dio cuenta del repentino cambio de velocidad de un auto negro, marca Nissan. Koko arrancó el auto. Sanzu se fijo bien en ese carro negro, a pesar del vidrio oscuro podía distinguir esa cabellera morada y púrpura.

—¡Son los Haitani!

—¿Qué?, ¡maldición!—de inmediato piso el acelerador a toda potencia.

No soy tu héroe. [Takemichi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora