viii. Rhaenyra And Aemma

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CHAPTER EIGHT
RHAENYRA AND AEMMA
(VIS VELARYON)

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Esa noche soñé otra vez.

Esperaba volver a encontrar a aquel joven de cabello blanco que me había sonreído. Esperaba sentir ese inmenso y eterno cariño, pero en lugar de eso fuí abrazada por una oscuridad inmensa.

Luego ví dragones. Tres dragones saltando de las montañas de Dragonstone para volar sobre los cielos celestes. Jamás he tenido el privilegio de un dragon, pero incluso viéndolos supo que esos dragones eran pequeños. Aptos para volar pero aún así, pequeños.

Los ví con detalle. Uno era de un color amarillo, pero no dorado, con escamas color crema y ojos también amarillos. Los otros dos, más lejanos a mi, eran de escamas verdes y otro de escamas oscuras y rojas. Uno de ellos, el amarillo, me vió con sus enormes ojos.

Se parecía a Sunfyre, el dragón de Aegon. Pero no iba a saber si era del todo certero, porque jamás vio a Sunfyre.

Cuando estos dragones saltaron de la montaña, ví a una forma en el lomo del dragón negro. No tenía una silla. Sentí el viento golpearme con fuerzas.

«Una conquista» susurró mi voz, pero no hable.

Ladee la cabeza, sumergida en las tres sombras oscuras de los dragones que se perdían en el aire.

«Tu sangre es la sangre de los conquistadores» volvió a susurrar mi propia voz.

No se refería a Aegon, Visenya y Rhaenys. Lo supe.

«De tí vienen los últimos. Aprende a educarlos».

Cuando me desperté de aquel sueño, me dolían ambos ojos con inmensidad.

Recordé todo. El rostro de Ser Cristin seguía ahí, latiendo en mis recuerdos. Estaba gritando con líneas alrededor de su boca y cansadas bolsas alrededor de sus ojos. Juro lealtad a Alicent Hightower. Casi podía imaginar su propio reflejo en la navaja plateada y brillante, pero para cuando reconoció que era un arma ya había afilado su piel. Recordó gritos, más que nada los propios. Recuerdo que mi garganta dolió por gritar, pero no lo noté por el dolor en mi rostro.

Ese día se quebró todo. Lo sabía.

Fue un acto de guerra. Alicent declaró guerra hacia mi madre, y mi madre era la corona, por lo tanto Alicent declaró guerra abierta y pública hacia la corona. Debemos actuar.

Apreté mis labios. Podría ver bien. Con una incredible duda, coloque la palma de mi mano sobre mi ojo izquierdo para ver con el derecho. Veía borroso, pero veía. Suspire con alivio.

No soy tuerta, pensé con alivio, gracias espíritu de Balerion.

No me dolía el cuerpo a pesar de estar cansada, por lo que me senté en la cama de mis aposentos. Aún seguia pensando en que podía hacer Dada la situación. Mientras me levanté de la cama, temía caerme y lastimar mi ojo. Quise tocar la herida, pero pensé que lo mejor iba hacer no hacerlo.

Fuí hacia el espejo. Me senté y no mire mi reflejo, temerosa.

¿Seré fea? Rode los ojos, asqueada con mis pensamientos. En Westeros se creía que mi bisabuela, Alyssa, era una mujer fea por tener la nariz torcida. Pero Alyssa tenía más atributos que muchas mujeres bonitas.

—Al carajo —murmure, levantando la vista.

Había una enorme cicatriz que iba desde los inicios de su cuerpo cabelludo hasta el inicio de su oreja derecha. Mire un momento la cicatriz. Estaba roja y mi ojo hinchado. Aún había débiles rastros de sangre. Antes de saberlo, estaba llorando al ver el rostro espantoso que me devolvía la mirada. Jamás me había sentido tan fea.

Duty And Desire ♱ House Of The DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora