31. Enfrentamiento

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El día siguiente después de entrenar fui al bosque con Helen, cuando se enteró que quería aprender a usar armas duales se interesó y me pidió que me reuniera con ella.

- ¡Wow! Amo tu chaqueta.

- Gracias, aún me estoy acostumbrando a ella, es bastante pesada.

No era mentira, la chaqueta pesaba como si tuviera placas de acero en su interior, pero luego de usarla todo el día anterior, sentía que me había acostumbrado un poco. Todavía la sentía pesada, pero al menos ahora podía moverme un poco más rápido.

- ¿Ya desayunaste? ¿Quieres comer algo?

- No, muchas gracias. En realidad te llamé porque quiero ponerte a prueba.

- ¿Ponerme a prueba?

- Correcto. Te vi acabar con los lobos antes así que sé que no eres débil, pero ahora quieres usar armas duales, ¿por qué quieres cambiar de estilo?

- Amo mi estoque, me gusta utilizarlo y es divertido, pero su ataque es muy limitado, siento que solo puedo empujarlo hacia adelante y quedo expuesta muchas veces.

No se lo había dicho ni siquiera a Boris, pero me parece que el estoque es un arma que sirve para pelear contra otras personas, no contra bestias. Si vuelvo a enfrentarme a un animal salvaje, lo mejor sería tener un arma más versátil, eso es lo que pensé.

- Tienes razón. El estoque no es un arma que se use comúnmente en el bosque, ¿sabes? Normalmente los aventureros usan lanzas, mandobles o hachas, armas capaces de hacer daño a distancia o por lo menos de bloquear los ataques pesados de las bestias.

- ¡Exacto!

- Sin embargo, cuando una persona alcanza un nivel de dominio [Avanzado] con su arma, no importa cuál sea, será capaz de enfrentar a toda clase de oponentes. ¿Por qué quieres renunciar a todo el progreso que has hecho con tu estoque? ¿De verdad quieres ignorar los años de práctica y esfuerzo?

- ¿De qué hablas?

- Déjame terminar. Diana, estoy segura que tus maestros estarán tristes si descubren que ya no quieres usar tu estoque. Sé que puede ser tentador conocer nuevas armas, pero es probable que tengas tu estoque desde que eras una niña pequeña, ¿realmente no significa nada para ti?

- Amm, Helen, creo que estás confundida.

- No, Diana. La única confundida aquí eres tú. Saca tus espadas gemelas, por favor.

Creo que Helen tiene una idea equivocada, pero es algo necia así que no vale la pena tratar de corregir su error. Saqué mis espadas gemelas y se las mostré. En ese mismo momento Helen se puso en guardia.

- Oye, ¿qué estás haciendo?

Traté de preguntarle, pero cuando terminé mi pregunta pude ver su aura roja volverse densa y pesada como una roca y concentrarse en sus piernas y puños. Saltó tan rápido que ni siquiera pude verla. Solo porque supe que iba a atacarme coloqué las espadas frente a mí y recibí un golpe tan potente que fui empujada por lo menos cinco metros antes de caer al suelo, si no fuera capaz de ver su aura, seguramente me habría golpeado de lleno.

- Tienes buenos reflejos, aunque eso ya lo sabía. Mi cuerpo es mi arma. Lo he entrenado desde que abandoné la casa de mis padres. He intentado usar diferentes tipos de arma, pero mi propio cuerpo es el arma más fuerte que tengo. Si intento usar una espada me vuelvo más lenta, si uso martillos mi poder disminuye. ¿Lo entiendes ahora?

- ¡No! ¿Qué se supone que tengo que entender? ¡No vayas por ahí golpeando gente! ¿Estás pendeja? ¡Pinche morra loca!

Helen me miró con una cara de decepción y parecía lista para irse, pero su ataque me hizo enojar. Equipé mi estoque y me lancé contra ella. Por supuesto, fue como un juego para ella. Esquivó mi ataque sin siquiera mirarme y respondió con un puñetazo que apenas fui capaz de evadir al ver su aura. Ataqué de nuevo con un ataque frontal que ella esquivó, pero la estaba esperando, cuando se movió usé una de mis espadas gemelas para atacar al sitio al que saltó. Ella bloqueó mi espada con la garra de oso que cubría su mano y después lanzó un puñetazo a mi abdomen. Se contuvo, pero pude sentir un fuerte dolor recorriendo todo mi cuerpo.

- ¿Lo ves? Al final recurriste a tu querido estoque.

- ¡¿Y qué?! Helen, no sé por qué estás haciendo esto, pero estás muy confundida. Hablas como si estuviera renunciando a mi vida, pero apenas comencé a practicar con mi estoque hace un mes. Quiero probar las armas duales ahora y no necesito tu aprobación para hacerlo. ¿Mi maestro estará triste? Boris me está entrenando con el estoque y con las espadas gemelas. ¡Estás loca, pinche necia que no escucha!

Me desahogué y deje salir todo lo que estaba pensando. También hubo un par de lágrimas provocadas por el dolor. Mientras tanto, la mirada de Helen cambió, pasó de estar molesta y decepcionada a verse avergonzada y arrepentida.

- ¡¿Qué?! ¿Es eso verdad? No, no, no. Perdón, Diana, perdón. ¿Es en serio? No creo que sea en serio, ¿es en serio?

- Sí, no mames. Te dije desde el principio pero ahí andas de necia y mamona. Que hija de la chingada que eres.

Helen empezó a llorar. Creo que es la primera vez que digo tantas groserías desde que llegué a este mundo, pero realmente me hizo enojar.

- Pero creí que tu estoque era un regalo que tu padre te dio antes de morir y que ahora querías abandonarlo porque sentías que no era suficiente para ti.

- ¿De qué chingados estás hablando? Mi padre nunca utilizó un arma, trabajaba en una oficina.

- ¿Y qué hay de Warek, tu maestro que juró vengarse de la persona que quemó su pueblo?

- ¿Quién es ese? Helen, en serio que no tengo ni idea de lo que me estás diciendo.

Después de hablar por un momento entendí que Helen estaba muy confundida. Ella creía que yo era "La Guardiana de la Promesa", una guerrera que usa un estoque y usa familiares para pelear. Al parecer se trata de la protagonista de un libro muy popular basado en hechos reales. En el libro, Rosaline ha heredado el estoque de su padre y entrenó junto a Warek, un guerrero veterano que busca vengarse de un Rey loco que destruyó su pueblo.

Helen pensó que yo era Rosaline y que estaba tratando de olvidar la promesa de vengar la muerte de mi padre y ayudar a mi maestro a cumplir sus objetivos, así que decidió devolverme al camino del estoque por la fuerza.

- Helen.

- Dime, Diana.

- ¿Qué es esto?

- Parece una espada muy dañada.

- ¿Y quién la dañó?

- Posiblemente un puñetazo muy fuerte.

- ¿Sabías que compré estas espadas ayer por seis piezas de oro?

Helen hizo un rostro de preocupación al escucharme y después de un momento sacó su identificación y me transfirió el dinero. Pensé en cobrarle solo la mitad del precio porque solo una de las espadas estaba dañada, pero ya que se venden como un juego, dañar una es lo mismo que dañar ambas.

Después de descansar por un par de horas el dolor desapareció. Todo ese tiempo estuve hablando con Helen, quien me dijo que nunca había escuchado a alguien decir palabras tan groseras en su vida, lo que hizo que se espantara porque pensó que estaba maldiciéndola. ¿Existen las maldiciones en este mundo? Parece que sí.

Cuando me sentí mejor hice un entrenamiento con Helen, es una pésima instructora, pero si se contiene lo suficiente podemos tener enfrentamientos de práctica. Bunny y yo peleamos juntas contra ella, pero incluso si usaba solo la mitad de su fuerza y velocidad, seguía siendo mejor que nosotras juntas. Las estadísticas realmente son aterradoras.

Volvimos al pueblo en la tarde y compré un nuevo juego de espadas gemelas.

La diosa me permitió revivir en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora