28. La evolución de Osiris

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La primera semana estuvo llena de sorpresas. Judai se emocionó cuando llegó al dormitorio Rojo para encontrarse con que había sido demolido y reconstruido desde cero durante las vacaciones. Seguía conservando ese aspecto de edificio de departamentos económicos japonés que tanto le gustaba, pero las habitaciones eran más amplias. Aún tendría que compartir cuarto con Hayato. No había mucho espacio para construir considerando lo cerca que estaba del acantilado, a cambio de lo cual se aprovechó el espacio lo mejor posible.

Osiris ahora era un edificio de tres pisos, con habitaciones del doble de grandes, muy bien equipadas para que fuera cómodo pasar el rato allí y no sólo ir a dormir. Todo el mobiliario era nuevo: escritorios, equipo de cómputo para las tareas, incluso un baño adecuado y armarios empotrados para que no tuvieran que amontonar toda tu ropa en dos míseros cajones como antes.

La cafetería también era más amplia y con mejores instalaciones. Tenía un estilo similar a un restaurante japonés tradicional, lo cual encajaba perfectamente con el resto de la arquitectura del edificio. Judai extrañaría la comida de Daitokuji, lo cual le trajo pensamientos encontrados y se preguntó a dónde habría escapado el hombre. Tarde o temprano tendría que ir tras de él, por ahora se preocuparía por terminar su educación.

En el exterior, Osiris también había cambiado mucho. El enorme patio, que antes era usado como arena de duelo improvisada, ahora tenía unas bonitas jardineras y varias bancas para sentarse a la sombra de los árboles. Al centro pusieron una fuente más o menos grande con una enorme escultura de «Osiris el Dragón del Cielo». Parecía la plaza pública de algún pueblo pequeño y pintoresco.

Cuando llegó el primer día, luego de su reunión con el director, fue recibido por Faraón, el gato, quien no dudó en tallarse contra sus piernas hasta que lo levantó.

—¿Cómo has estado, amigo?

Por toda respuesta, el gato bostezó antes de acomodarse para dormir entre sus brazos, lo cual hizo que Judai le sonriera con cariño.

Cuando entró a la cafetería para la cena de bienvenida, se sorprendió al ver que el lugar estaba mucho más animado que la primera vez. Por lo que podía decir, todavía había algunos inconformes por estar en el dormitorio más bajo, aunque los alumnos de grados superiores estaban haciendo todo lo posible por animarlos. El edificio nuevo ciertamente también ayudaba. No es lo mismo entrar a una pocilga infestada de cucarachas y que parece que se caerá en pedazos en cualquier momento, a ese lugar que parecía un pequeño y cómo restaurante recién inaugurado en una calle comercial de Tokio.

Judai de inmediato se dirigió a la mesa en la cual lo esperaba Hayato. Al igual que él, en realidad había obtenido la suficiente calificación en sus finales para avanzar a Ra, pero prefirió quedarse atrás. Dada su elección de carrera, no creía necesitar la presión de ser un alumno más aventajado.

—Oh, esta tarde había alguien buscándote.

Judai arqueó una ceja. Por el tono en que Hayato lo dijo, parecía que era algo que lo tenía confundido.

—No parecía un alumno —continuó—. De hecho, ni siquiera usaba un uniforme. Traía un elegante traje de color gris y una gorra para pasar desapercibido. Jun y Sho dijeron que se trataba de Edo Phoenix.

—¿Edo Phoenix?

Se trataba del duelista profesional más joven de la historia, debutando el año anterior con solamente catorce años. Por eso era llamado el más grande prodigio de la nueva generación de duelistas. Mientras el resto de los chicos de su edad soñaban con entrar a la Academia de Duelos, él ya estaba haciéndose de un nombre en las Ligas de Estados Unidos. No fue hasta poco tiempo atrás, a mitad de las vacaciones de verano, que anunció su ingreso en la Liga Profesional de ciudad Domino: la liga de duelos profesionales más dura y prestigiosa del mundo. Pocos eran los que podían aspirar a entrar en ella, mucho menos tan jóvenes y sin el respaldo de la Academia de Duelos detrás de ellos.

Adoptado: Judai CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora