8. La Academia de Duelos

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Cuando el ferri se detuvo en el puerto de la Academia de Duelos, la mayoría de los alumnos ya estaban en la cubierta. La isla que sería su hogar por los próximos meses estaba envuelta en la mortecina luz de la tarde, mientras el sol comenzaba a hundirse en el horizonte. El edificio principal parecía estar bañado en un resplandor dorado y el volcán soltó una humarada, como si diera la bienvenida a los nuevos alumnos y saludara a los que regresaban.

Tratando de mantener el orden lo más posible, los profesores dirigieron el desembarco de los alumnos.

Judai parecía especialmente entusiasta, ya vestido con su uniforme de Osiris, mientras que Jun simplemente se limitó a seguirle el paso a su amigo tratando de lucir lo más digno posible. Es decir, uno de los dos debía de serlo, ¿no? Sho, por otro lado, se limitó a observar todo a su alrededor con cierto aire de sorpresa, como si no terminara de creerse que estaba realmente allí.

Judai se volvió hacia él y se le quedo viendo con rostro pensativo, luego sonrió. Jun sacudió la cabeza al ver ese gesto. Esperaba que no fuera a hacer alguna cosa que terminara en un desastre.

Lo cierto es que lo único que le pasaba por su cabeza era lo deseoso de estaba de enfrentar a Sho. Su objetivo para ese duelo era sencillo: a través de él lograría que Sho se abriera y finalmente adquiriera un poco más de confianza. Pero eso tendría que esperar, por ahora lo mejor era asistir al discurso inaugural del director y luego dirigirse a la cena de bienvenida en los dormitorios.

Una vez que todos los alumnos hubieron desembarcados, Los profesores en primera lugar se aseguraron de que los de primer grado recogieran sus discos de duelo y sus PDA. De allí se dirigieron a la arena de duelos del edificio principal, lugar donde tenían lugar los duelos de exhibición y las conferencias importantes de la escuela.

El director Samejima estaba de pie en el centro de la arena, con un micrófono en las manos.

—¡Bienvenidos! —dijo con gran entusiasmo y feliz de comenzar un nuevo semestre en la Academia—. A los de nuevo ingreso, les deseo una buena estancia en nuestra escuela. A los que vuelven, espero que hayan tenido un buen verano y estén listos para volver a la vida escolar. Y para todos en general: estudien mucho, preparen sus mejores cartas y, sobre todo, ¡tengan muchos duelos! Gracias por su atención.

Los estudiantes estallaron en vítores. Luego de eso, los directores de los dormitorios, apoyados por algunos de los otros maestros, guiaron a los estudiantes hacia sus respectivos dormitorios. Judai se despidió de Jun saludándole desde lejos, mientras seguía a Sho y al resto de su grupo en dirección a los dormitorios de Osiris.

El dormitorio Osiris era un sencillo edificio de estudiantes al estilo japonés: pequeños departamentos que se apilaban uno sobre otro en un bloque de dos pisos. En la planta baja, justo a un lado de la habitación del profesor encargado, se encontraba el comedor.

Judai se sentó en una de las mesas de en medio junto con Sho. Sentía como su apetito se incrementaba al oler el delicioso aroma de la cocina tradicional japonesa que venía desde la pequeña cocina al fondo del comedor.

Al cabo de un rato, el profesor encargado salió de la cocina. Llevaba el largo cabello negro recogido bajo una red y un delantal blanco para evitar mancharse su ropa más formal.

—Espero que a todos les gusten los camarones fritos —dijo.

—¿Profesor Daitokuji? —preguntó Judai reconociéndole.

—Ah, ¿Judai? —respondió el profesor—. Vaya, me sorprende tenerte en Osiris

Judai sonrió.

Adoptado: Judai CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora