11. Fubuki Tenjouin

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Al final las heridas de Judai y Ryo no eran de gran seriedad. Aunque si resultaron agotados dado que el duelo había consumido algo de su energía al ser el daño real.

Los expertos de Ilusiones Industriales consiguieron limpiar la baraja de Ryo del poder de lo oscuro. Sin embargo, no se pudo encontrar ninguna pista que los llevara a descubrir la identidad de quien había alterado la baraja en primer lugar. Ni siquiera Yubel fue capaz de encontrar algo. Así que, en ese sentido, estaban sin pistas para continuar.

Judai, por otro lado, tras discutirlo con Jun y Yubel, estaba tratando de encontrar una forma de explicar a sus amigos sobre lo que había pasado. Era obvio que todos ellos estaban preocupados e intuían que ese duelo había sido algo más de un simple juego.

—Lo mejor es que se los digas directamente —le aconsejó Jun una tarde mientras estaban sentados cerca del acantilado—. Entre más pronto se los digas será mejor.

—Lo sé, pero tengo miedo de cómo van a reaccionar.

—Judai, ellos son tan amigos tuyos como míos. Y si alguno dice una tontería, voy a golpearlo.

—¿También a Asuka?

—¡Por supuesto que no! —gritó con la cara sonrojada.

—Ah, es que como dijiste que...

—Eso no incluye a la señorita Tenjouin.

—Es bueno saberlo.

Judai se quedó en silencio luego de eso, con la mirada pensativa fija en las rocas del acantilado, donde las olas rompían salpicando todo con gotas de agua salada. Desde ese lugar se tenía una vista muy agradable, en especial a esa hora: los últimos rayos del sol teñían el cielo de rojo y hacían que el agua pareciera estar hecha de oro.

De pronto, una figura extraña llamó su atención. Se le quedo viendo un momento. Era una persona que, al parecer, trataba de aferrarse a las rocas. De inmediato supo lo que pasaba: alguien acababa de salir del mar y, probablemente con sus últimas fuerzas, estaba tratando de aferrarse a la orilla para no ser arrastrado por las olas.

—¡Jun, rápido, ve a buscar ayuda!

Manjoume no había visto lo mismo que Judai, pero no cuestionó lo dicho por su amigo. La forma seria y llena de urgencia de su tono fue suficiente para saber que se trataba de algo importante. Judai, por su parte, ya se había levantado y ahora echaba a correr por la ladera del acantilado para llegar a la parte de abajo.

Jun comenzó su propia carrera hacia el lugar más cercano que era el dormitorio rojo. A esa hora los alumnos deberían de estarse reuniendo para la cena —el mismo y Judai tenían planes de reunirse con ellos—, lo que significaba que el profesor Daitokuji también debería de estar allí.

Judai, por su parte, previendo el caso de que no pudiera llegar a tiempo, materializó a Bubleman y lo envió a ayudar a la persona allá abajo. Le parecieron eternos los pocos minutos que tardó en llegar hasta la orilla. Sin detenerse siquiera para tomar aliento, se apresuró a dirigirse en la dirección donde estaba la persona.

—¡Resiste amigo! —exclamó al ver que se trataba de un chico de no más de veinte años, quizá de la misma edad que los estudiantes del último año.

Con ayuda de su espíritu de duelo, logró sacarlo del mar y tenderlo sobre una roca más alta. Ahora podía ver mejor sus facciones. Era un chico alto, con la cabellera castaña larga y desordenada. Iba vestido con un raído y casi deshecho uniforme de Obelisco Azul.

—Gracias —alcanzó a murmurar medio inconsciente.

—¡Resiste, la ayuda llegara pronto! —aseguró Judai mientras trataba de recordar las clases de primeros auxilios que su profesor de Educación Física le había dado en el Colegio Smith.

Adoptado: Judai CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora