19. Memorias perdidas

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Asuka no reaccionaba. Tenía los ojos abiertos, pero no había brillo en ellos. Parecían dos cristales vacíos, sin vida. Judai concentró el poder de la Oscuridad en su mano derecha y la puso en su frente, como si tratara de comprobar si tenía fiebre. Su ceño se frunció mientras su puño izquierdo se apretaba.

—¿Está bien? —preguntó el profesor Chronos en un hilillo de voz.

Judai negó con la cabeza.

—Su alma... no está.

Eso se sintió como un puñetazo para todos.

—¿Cómo...? —comenzó a preguntar Daichi—. ¿Está... muerta?

—Un cuerpo puede sobrevivir por algún tiempo sin alma —aclaró Judai—. No tener alma es como estar en una especie de coma o estado catatónico. El asunto es que, como pasa con las personas que están en un estado de coma, el cuerpo comenzara a deteriorarse con el tiempo. Y no sólo eso, si el alma permanece separada de su cuerpo demasiado tiempo su, conexión puede romperse definitivamente y ella nunca despertara.

No fue necesario aclarar que pasaría si llegaba a ese punto.

Jun soltó una maldición por lo bajo.

—Esa criatura formada por sombras —dijo—, si la vencemos, ¿podremos recuperar su alma?

—Debería ser posible. Esa cosa lo dijo: vendrá tras de mí. Recuperaré su alma.

* * *

Llevaron a Asuka a la enfermería, donde rápidamente fue conectada a un monitor de signos vitales. El resto de los guardianes intentó permanecer montando guardia fuera de la enfermería, hasta que la profesora Ayukawa usó su autoridad como profesora para enviarlos a sus habitaciones. No serviría de nada que estuvieran por allí cuando obviamente necesitaban descansar un poco si pretendían estar listos para cuando aquel ser de oscuridad atacara de nuevo esa noche.

Chronos, por otro lado, se negó a abandonar la enfermería.

—Más de mis alumnos siguen cayendo sin que pueda hacer nada —dijo—. ¿Cómo puedo descansar en estos momentos?

—No me gusta esto más que a ti, Chronos, pero lo mejor que puedes hacer es descansar un poco. Si no quieres ir a descansar a tu dormitorio, por lo menos deberías pensar en tomar una siesta aquí.

La profesora tampoco es que estuviera mejor. Compartía el sentimiento con el sub-director, en realidad, todos sus compañeros lo compartían. Prácticamente no había una reunión de personal, desde que todo ese asunto de los asesinos comenzó, en la que alguien no cuestionara a Samejima por haber enviado a sus alumnos, casi todos de primer año, a enfrentar a oponentes que claramente atacaban a matar.

Ayukawa se dirigió a su oficina, cerró la puerta y se recargó en ella dejando escapar el aire en un suspiro agotado.

—¿Cuántos más? —preguntó al aire.

Estaba tan harta como Chronos de ver caer a sus estudiantes sin poder hacer nada. Por lo menos hasta ahora nadie había muerto. Aun así, Sho y Jun estuvieron realmente cerca. Y ahora Asuka estaba en la cama, físicamente bien, pero despojada de su alma por una fuerza que no llegaba a comprender del todo.

Apretó los puños de nuevo. Miró el reloj notando que ya eran las siete de la mañana. Samejima ya debería de estar en su oficina. Ese hombre era un adicto al trabajo.

Entró a sus habitaciones privadas, las cuales estaban unidas a la enfermería y no en los dormitorios como el resto de sus compañeros, cuestión de practicidad por si había una emergencia. Se dio una ducha rápida y luego salió con rumbo a la dirección. Esta vez Samejima la escucharía.

Adoptado: Judai CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora