Capítulo X

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Miraba con aburrimiento todo a mi alrededor. Los estudiantes estaban entusiasmados con la fiesta de Halloween que se celebraría en la casa de no sé quién. Toda la jodida escuela estaba invitada.

—Anda, vamos— Pilar golpea su codo contra mis costillas y hago una mueca.

—No— digo y ella rueda los ojos— ¿Para que quieres que vayas? Vas a desaparecer a la hora, Pilar.

—¡Pero vas a pasar una linda noche!

—¿Rodeada de desconocidos?

—Conoces a la mitad— hace una mueca— Anda, por fis.

—No, y no voy a pensarlo. He dicho que no.

Ella bufa y apoya su mentón sobre su puño. Se queda escuchando a los demás y yo me concentro en una libreta que tengo al frente. La puerta principal se abre y pienso que es la profesora pero no, es Morris.

Aparto la mirada.

Dios mío, ¿Cómo lo trato después de ese día? Específicamente han pasado tres días. El no ha venido a la escuela y no, no es porque lo averigüe, mi querida mejor amiga se encargó de pasarme la información porque según ella somos novios en secreto.

Me pregunto porque habrá faltado, ¿Problemas nuevamente con su padrastro? Aprieto los labios y me concentro en la libreta luchando conmigo misma para no levantar la mirada y verlo.

Reprimo un gemido de frustración y escondo mi rostro entre mis manos.

—¿Crees que se habrá metido en una pelea?— Pili me susurra en la oreja.

—¿Quien?— pregunto, aún sabiendo de quién habla.

—Jaxon. Tiene el labio partido.

Sin poder contenerme levanto la mirada y lo veo sentado sobre un pupitre hablando con unos chicos del equipo. Me muerdo el labio inferior y algo en mi interior se encoge al verlo con el labio partido y con un ojo morado.

Cómo si estuviéramos conectados él levanta la mirada y se me queda viendo.

«¿Estás bien?»

Hablo moviendo mis labios.

«Si»

«Vamos afuera»

Él entiende y se despide de su grupo. Sale del salón y le susurro a Pilar que tengo que ir al baño, ella achica los ojos, sospechando pero no hace ninguna pregunta y en el fondo le agradezco.

Al cerrar la puerta del salón, me encuentro a Morris recostado sobre la pared. Me posiciono frente a él en silencio y me es imposible no recordar el beso que me dió en la biblioteca.

—¿Fue él, no?— asiente— Lo siento.

—¿Por qué te disculpas?— respiro hondo y lo miro directamente.

—No quiero que te alejes de mi, y ese beso...tampoco fue un error, me molestó lo que dijeron pero...no me importó. No le di mucha importancia y tampoco pienso hacerlo.

El se queda en silencio y yo admiro sus ojos grises, su cabello azabache y su piel cremosa.

Levanta la comisura de sus labios.

—¿Tu nunca te cansas de sonreír, no?— pregunto, curiosa.

—Contigo nunca— aprieta mis mejillas con sus palmas— tu deberías sonreír más. Te ves hermosa.

Me suelto bruscamente de su estúpido agarre y bajo la cabeza cuando siento mis mejillas ruborizadas.

—¿Te sonrojaste?— el tono burlón en su voz está presente.

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