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Desconocía qué sería realmente apropiado después de todo. Elegir qué ponerse siempre se trató de un dilema, siendo cuidadoso de hasta el más mínimo detalle. Verse bien había sido su mayor preocupación la mayoría del tiempo, y se notaba en la particularidad de su delicada y elegante vestimenta. Nunca le importó si algo era típico de mujeres o de hombres, al final de la historia todo era ropa de igual forma y Taehyung sabía que aquellas blusas aireadas y suaves le sentaban de maravilla. Se encontró pensando que a Jungkook le luciría demasiado bien una sedosa y azul que estaba en su armario, sonriendo para sí al acoplar el panorama en su cabeza.

Se puso una blusa con encaje en toda la espalda de color melocotón, pantalones negros y ajustados junto a un par de zapatos elegantes de cuero negro. Podía decirse que era un buen equilibrio entre verse bien sin pasarse, desconocía cómo sería la familia de Jungkook. Aún así, no se resistió a llenarse de joyas como era costumbre suya. Adoraba enfundar sus dedos de anillos y sus muñecas de pulseras y delicadas esclavas de oro.

Sencillo. Definitivamente. Trabajar en su cabello no fue tan difícil, simplemente secándolo y dejando que la onda por el calor adornara lo que ameritaba. Tras maquillarse levemente, podía decirse que Taehyung estaba listo, y tras menguar sus feromonas en un perfume que la hermana de Yoongi le regaló hace no mucho, bajó las escaleras con su bolso repleto de lo esencial.

El plan era más que fácil. Yoongi planeaba irse con su familia a cenar y quedarse hasta tarde tras su... inocente insistencia. Taehyung se quedaría con Jungkook y llamaría para avisar que su amigo Namjoon le había pedido que cuidara de su bebé recién nacida. Estaba orgulloso de aquel plan, en definitiva; era tan poco común en él idear cosas realmente funcionales que incluso estaba emocionado en su recóndito interior. Sería lo que más sentiría, pero aún así se hallaba nervioso y preocupado por cualquier mínima cosa que podría salir mal.

Decidió desechar aquellos negativos pensamientos, enfocándose en que Jungkook llegaría en cualquier momento a pasar por él. Pensó en retocar el compacto en su piel, pero aquello sólo eran impulsos de ansiedad que debía ignorar si quería que todo saliera bien. Y es que, esa era su mayor preocupación; necesitaba que todo saliese bien o no se lo perdonaría jamás.

—¡Carajo! —exclamó, su subconsciente rememorando cuánto le retarían sus padres por tal palabra de estar presentes. Corrió hacia la cocina, avistando lo que se le había olvidado. Una bandeja repleta de pequeños y delicados baram tteoks le esperaban, envolviéndolos posteriormente en papel de aluminio.

Al lado de ellos se encontraba una bolsa fucsia, grande y llamativa. Había comprado tres pares de blusas y dos vestidos de marca Chanel, además un perfume y un protector para su teléfono —según Jungkook, un iPhone 5s— rosa y brillante. Desconocía los gustos una adolescente de clase media actual, pero supuso que a la Jeongyeon que recordaba le habrían gustado esos obsequios, por lo que estaría bien. Esperaba no haberse ido demasiado de bruces.

Ese era su problema. Quería agradar, y le asustaba el hecho de no hacerlo y decepcionar a Jungkook. Por supuesto que tenía claro que las imágenes en su cabeza eran metas paranoias suyas, que Jungkook jamás cambiaría con él por el hecho de no lograr caerle bien a su familia, pero eran miedos que aún así florecían de forma desagradable en su interior.

La bocina de Jungkook le hizo despabilarse, tomando la bandeja entre su brazo izquierdo y su pecho, y tomando su bolso y el regalo con su mano derecha. Eran cerca de las tres de la tarde. Pasarían el resto del día allí, cenarían y luego verían si quedarse a pasar la noche o ir a otro lado. Todo dependería de qué tan bien se acoplaba, según Jungkook. Eso sonaba a que su familia sería un asunto complejo, tal como Taehyung lo temía.

Arribó al auto con una sonrisa, saludando a Jungkook con un beso en su mejilla mientras cerraba la puerta. Lejos había quedado el enojo del otro día, el cual le avergonzaba de cierta forma. Su vulnerabilidad actual, sus frustraciones y molestias desligadas a él lo hicieron actuar de manera impropia, descargándose con quién menos se lo merecía.

House of cards ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora