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Cuando Taehyung tenía siete años, supo que quería pasar el resto de su vida con alguien como los príncipes de las historias que escuchaba con tanta atención, mayor a la que Jeongyeon, la hermana menor de Yoongi, podía lograr.

La niña se había quedado dormida hacia ya rato, y los otros dos, Yoongi y Chanyeol, estaban más concentrados en lanzarse calcetines sucios de una cama a otra. Era una pijamada, y la madre de Yoongi, una hermosa omega de cabellos obscuros y expresión amable les leía cuentos en su voz sedosa y confortable.

Taehyung observó a Yoongi, sus ojos grandes e infantiles fijos en la figura del amigo de su hermano mayor. Era lindo, y le cuidaba cada vez que alguien quería molestarlo, le gruñía a su padre cuando quería regañarlo y conseguía flores y piedras para'u él cada vez que salían al jardín como obsequio.

Ahí, Taehyung decidió que Yoongi sería su príncipe.

Hasta que simplemente no lo fue.

No era justo realmente, pero era lo que había, lo que el destino decidió que sería acorde para alguien como él. No era justo que dedicase toda su vida a alguien que no le amaría como sus idealizaciones le indicaron que lo haría. Fácil era cubrirse los ojos y atribuirle rasgos a una persona, cualidades y facetas que nunca poseerían. Creaba una desdicha grande a la persona cuya forma de amar era elevar a tal ser en un altar imposible de alcanzar, y Taehyung mismo era capaz de testificar a favor de ello.

Dolía, dolía mucho observar en lo que Yoongi se convirtió, y darse cuenta de que siempre fue así. Que no habían cambios realmente, sino vendas cayéndose y recuerdos tornándose amargos en los desdichados "quizás, quizás, quizás..."

Quizás, si Yoongi lo amara un poco más. Quizás, si no se hubiesen casado tan pronto. Quizás, quizás, quizás.

Taehyung estaba harto de los tal vez, de las medias tintas, de lo que quizás sería. Lo amargaba eternamente, ofreciéndole un fruto, una pequeña porción de lo que no poseía y tal vez jamás tendría. De nuevo, el tal vez... ¿Acaso la felicidad no llegaría, acaso era esta una meta o algo consecuente en el camino? Tratar de aprovechar los pequeños instantes, el ahora, todo era casi imposible cuando no había nada bueno que sacar.

Observar a Yoongi de espaldas en la cama que se suponía que era para ambos era algo nuevo, porque a esa hora lo más normal era ya ni siquiera verle. Despertarse tarde un fin de semana junto a su esposo ya no sonaba tan usual, tan rutinario, era más como una anormalidad. Trazó líneas con su dedo índice en la espalda de este, recibiendo suspiros involuntarios antes de atreverse a algo más.

Lo abrazó, su nariz husmeando entre la calidez del cuerpo ajeno, entre sus aromas a madera que siempre le resultaron exquisitos y perfectos para perderse en las feromonas del alfa, de su alfa. Pero ahora su alfa cada vez se alejaba más y más, hasta que se sentía como una presencia ajena a la que no tenía permitido acercarse.

Tan cerca, pero a la vez tan lejos. Acarició la piel de su costado, el tono aperlado incitándole a probar algo más cuando una mano se cernió con rudeza en su muñeca hasta hacerlo chillar. El cuerpo del alfa se giró sobre su espalda, observándolo posteriormente con una muy mala cara.

¿Había hecho algo mal, se había ganado acaso el enojo de Yoongi? —¿Qué mierda haces?

La mala palabra lo hizo parpadear, el calor acumulándose bajo la piel de dos pómulos hasta teñirlos como cerezas. Taehyung tragó en seco, sus labios temblando notablemente. —Pensé que tendrías ganas...

¿Desde hace cuánto no tenía nada con Yoongi, en el ámbito íntimo? Hacia ya un mes, probablemente, y su último celo había sido suprimido solo para darse tiempo a pensar las cosas. Pero con su salud en juego, la idea de seguir arentando contra este no era atractiva. —¡No, Taehyung, no! No es no. No quiero y no lo haré, ¿Acaso estás cerca de tu celo? Porque si es así-

House of cards ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora