El hogar de los Min era bastante lujoso, todo un paraíso ante sus ojos que de cierta forma lo hizo sentirse avergonzado del apartamento de clase media al que había llevado a su omega a vivir. Lo peor de todo, era que Jimin fue el encargado de amoblarlo con su propio dinero. Catastrófico para su orgullo, en definitiva.
Acomodó su corbata, la cual sentía que solo aprisionaba su cuerpo, mientras era invitado a pasar por el omega de más temprano. Taehyung, si no recordaba mal.
¿Cómo podía definir a aquel omega? Era castaño, de facciones suaves y dulces, con un cuerpo delgado y pequeño pero musculoso en realidad. Aparte de su apariencia, lo más complejo era su presencia como tal, similar a la de un niño temeroso ante la llegada de extraños.
El mayor problema, sin embargo, no era su apariencia tan afeminada y tímida, sino el aroma que desprendía —uno que no había estado en la mañana. El omega no estaba usando perfumes supresores para cubrir aquellas feromonas que brotaban de él copiosamente. Distaba del aroma natural de Jimin, de mentas, café y hierbabuena. Taehyung olía a vainilla, flores de cerezo y...
—¿Les gusta la tarta de fresas? No sabía si hacer cheesecake o simplemente tarta de fresas. Espero que les guste, porque solo trae... fresas —el omega balbuceó lo último, notando las extrañadas y duras de la pareja.
Sí, Taehyung olía también a fresas, o era eso o la dichosa tarta que estaba preparando. Pero el punto es que... el lobo de Jungkook se estaba alborotando, lo cual lo hizo tensarse y también a su pareja.
—No mucho, pero está bien —había sonado grosero, pero Jungkook no corregiría a Jimin en público. Además, tampoco tenía moral; ambos eran iguales.
Taehyung sonrió brevemente, una mueca forzada mientras los guiaba hasta la sala del penthouse. —Yoongi está terminando de vestirse, no tardará en estar aquí. ¿Quieren café, soda, algún jugo? También tenemos whisky y vino.
—¿Y champagne? —cuestionó Jimin.
Taehyung apretó una sonrisa nuevamente. —También. ¿Dos?
Asintieron casi al mismo tiempo mientras el castaño partía hacia la cocina. Su esposo rodó los ojos, pero si quería hacer un comentario malintencionado supo guardárselo, porque nada salió de su boca. De hecho, Jimin nunca salía de casa sin sus supresores, y aún así sintió como las casi imperceptibles feromonas del pelinegro le envolvían. Celoso, huh, le era imposible no ladear una sonrisa. Al menos Taehyung le había ayudado en algo, y era en poner celoso al usualmente tranquilo Jimin.
Se lo debía por alborotarlo con ese aroma. Una movida muy tonta cuando iba a verse con un alfa que no fuese su esposo, ¿Y por qué carajos su aroma en sí era tan fuerte?
—Gracias, eh... —Jimin tomó una de las copas que el castaño les había traído en una bandeja, aparentemente olvidándose de su nombre. Aparentemente, porque estaba seguro de que era apropósito.
—Taehyung —musitó el mencionado, visiblemente desanimado. Pero antes de que la incómoda situación se hiciese larga, un alfa alto y azabache se adentró a la sala, luciendo atractivo en un traje blanco y algo casual sin corbata. No necesitaba vestirse muy recargado, su reloj y joyería era suficiente, lo cual hizo a Jungkook sentirse algo... inferior.
—¡Qué bueno verles! ¿Qué hacen ahí sentados? Vamos al comedor —los ojos de Yoongi viajaron por la longitud del cuerpo de Jimin, cosa que no pasó desapercibida para Jungkook, pero terminó girando la misma con dureza hacia el castaño. Esto le hizo gimotear. —¿Y tú por qué hueles así?
Las mejillas del omega se encendieron, tan lastimera su expresión que incluso él se conmovió. Jimin igual, o eso parecía, ya que sacó un tema de conversación bastante rápido con el otro alfa, lo cual le distrajo hasta hacerlo caminar hacia el comedor. Joder, el lugar era enorme.
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House of cards ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿ
FanfictionLos matrimonios entre Yoongi y Taehyung, y Jimin y Jungkook, siempre han sido vistos como el matrimonio ideal. El mejor ejemplo de cómo debe ser la unión entre un alfa y un omega. Son dos matrimonios aparentemente perfectos. Lamentablemente, aquello...