La orgía de fin de curso

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En esta ocasión te quiero contar una historia que tuve cuando comenzaba a estudiar la carrera de Derecho. Desde siempre mis padres me han considerado una hija ejemplar y en ese tiempo tenía muy buenas notas en la escuela y al igual que ahora, tenía un buen comportamiento ante los ojos de mi familia.

Recuerdo que era el fin de semestre y las vacaciones estaban próximas, por lo que, con ese pretexto, mis compañeros organizaron una fiesta en casa de mi amiga Martha.

Cuando llegué a la fiesta, había buena música, bebidas y botanas. Después de estar bailando un rato, tomé un descanso y mis amigos me ofrecieron cerveza. Como era la primera vez que la probaba, a la tercera cerveza ya estaba muy mareada por lo que le pedí a mi amiga un cuarto para recostarme, esperando que con eso se me pasara.

Recuerdo que estaba acostada en la cama con la cabeza dando de vueltas cuando alguien tocó la puerta y al abrir descubrí que era Martha. Una vez que entró al cuarto en seguida se abalanzó sobre mí y me empezó a besar. No sé si me estaba gustando o estaba tan borracha que le seguí la corriente y me senté. Comencé a besarla también y en respuesta ella me tumbó en la cama. De forma muy delicada me fue quitando la ropa y fue besando cada parte de mi cuerpo.

Primero me quitó la blusa y comenzó a tocar mis tetas sobre el brasier, luego me quitó el brasier y me dio unas ricas chupadas... mmmm... que delicioso se sentía eso. Después me quitó la falda, luego las pantaletas y fue bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi panocha, la que besó y mordisqueó de una forma tan rica que hizo que se mojara abundantemente.

Cuando se dio cuenta de lo mojada que estaba, se quitó la ropa quedando completamente desnuda y comenzó a frotar su vagina contra la mía. En el momento en que más rico estaba sintiendo de pronto se detuvo, se vistió y sin decirme nada salió del cuarto dejándome muy caliente. Por un momento pensé que eso era todo lo que iba a pasar esa noche, pero a los pocos minutos escuché que alguien se acercaba a la puerta. Era mi amiga que venía con 3 chicos y una chica más.

En cuanto entraron al cuarto Martha cerró la puerta con seguro, lo que hizo que mi panocha comenzara a palpitar imaginando lo que le esperaba. De inmediato todos se fueron quitando la ropa hasta quedar completamente desnudos. Sin perder tiempo Martha volvió a besarme mientras los chicos nos veían con sus vergas ya bien erectas. Después de un tiempo de estar mirando Juan se acercó por detrás de Martha y comenzó a tocarla mientras que Pablo se acercó a mí y me comenzó a tocar la panocha muy ricamente. Por su parte Susana no perdía el tiempo y cuando voltee a verla le estaba dando una rica chupada de verga a José.

Mi panocha estaba tan caliente que me separé de Martha para clavarme la verga de Pablo en tanto que Martha hacia lo mismo con Juan y Susana con José. Después de que cada una de nosotras cogió con quien la estaba tocando cambiamos de pareja, hasta que los tres nos metieron la verga en diferentes posiciones. No sé si yo era la más deseable o la más puta de las tres, pero el caso es que después de que nos habían cogido a todas, los tres chicos se fueron sobre mí y mientras uno me la metía por la panocha, otro me daba por el culo y el otro me la metía en la boca. Eso fue tan rico que perdí la cuenta de los orgasmos que me hicieron tener. Por mi parte, como toda buena putita hice que los tres chicos se vinieran deliciosamente.

Al día siguiente amanecimos todos desnudos en el mismo cuarto con un montón de condones usados tirados en una esquina. Recuerdo que la cabeza me daba vueltas de lo alcoholizada que todavía estaba, así que fui al baño, me lavé la cara y eso hizo que me sintiera mejor. En seguida me vestí y sin decir nada salí, tomé un taxi y me fui a mi casa.

A mi mamá le dio gusto que llegara temprano y a salvo y me dio un beso en la frente como la niña de sus ojos que soy, su orgullo y su trofeo que la vida le dio, sin saber que esa niña bien portada no es más que una puta en tregua cuando está con ella.

Desde ese día Martha y yo no volvimos a dirigirnos la palabra, pero cuando en la escuela nos topábamos de frente, mi panocha temblaba y se enloquecía de solo sentirla cerca.

Relatos de una ninfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora