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Eran todos los martes. Todos ellos.
Su hijo se iba en el mismo carruaje, con el mismo cochero y en compañía de Sir Eclipse al Palacio de su Majestad. Siempre cinco horas, ni una de más.

¿Qué es aquello que tanto Ambrosio le enseña a Athanasio?, ¿Qué clase de temas o siquiera qué métodos podría él enseñarle a su hijo?

Nada tenía razonamiento, de hecho, nada tenía coherencia.

¿Por qué insistía demasiado en tener a su hijo consigo?

—Deja, yo terminaré de acomodar la ropa del príncipe.

La criada solo obedeció y dejó su labor para dejárselo a su majestad. Se retiró luego de recibir de parte de ella una señal con la cabeza.

Solía tener pequeños tiempos acomodando todo en el dormitorio del príncipe, en esté caso solo debería de doblar la ropa que anteriormente usó luego de su llegada al palacio imperial. Estaba totalmente impecable, sin suciedad sobre ella a excepción de aquel extraño perfume que tenía impregnado. Podía sentirlo y era el de una mujer, reconocería el aroma femenino. Se trataba de una fragancia de una excelente calidad que solo nobles podrían usar. Era demasiado raro. ¿Acaso su majestad empezó a utilizar las fragancias femeninas?, era un disparate, pero no halla otra simple idea que esa.

Últimamente notaba a su hijo más centrado en sus estudios. Sus notas subían cada vez más y exigía el que le fuera entregado una copia de su libreta que reflejaba su arduo esfuerzo para llevárselo consigo hasta donde su majestad. ¿Acaso hacía todo eso para recibir halagos de su padre?, puede que él le halla inculcado la idea del perfeccionismo, era ciertamente encantador el saber que su príncipe tenía como objetivo el superarse académicamente.

Su hijo sería un excelente líder en el futuro.

—Su majestad. —debería de agradecerle personalmente por ello—. Eh venido hasta usted para agradecerle por ser un padre presente para Athanasio.

Ambrosio dejó de escribir para observar a la pelirroja con incoherencia, ¿A qué se refería?

—¿Disculpa? —olvidó por completo el entonces secreto y solo ocasionó una pequeña grieta de la duda en su majestad, la emperatriz.

—Es usted quien le ordena a Athanasio superarse, ¿No es así? —¿Acaso sus pensamientos eran errores y quién le ejercía tales maravillosos pensamientos era un profesor privado que el mismo emperador colocó para él?—. Nuestro hijo cada vez se supera más en sus calificaciones, se prepara con tanto esmero para ser un maravilloso sucesor de su majestad.

—¿Ordenar superación a Athanasio?, ¿Qué idioteces dices Dalia? —fue un golpe a su felicidad bastante grande. Tenía las ilusiones de que fuera él quien estuviera siendo una verdadera imagen paterna para su hijo pero resultó ser todo una simple ilusión—. Tengo demasiados pendientes que realizar, tú también debes de ocuparte de tu trabajo. Largate de aquí y ve a cumplir tu papel como soberana.

𝐁𝐄𝐓𝐒𝐀𝐁𝐄────who made me a princess?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora