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Jimin vio con profunda pena su armario, tratando de escoger un atuendo que alegrase su día, aunque no parecía tener buenos resultados. Sus ojos carentes de brillos repasaron cada prenda hasta toparse en aquellos vestidos que usó cuando Yoongi estuvo ahí. La nostalgia volvió a invadirlo, mas fue incapaz de soltar una sola lágrima porque ya drenó todas las noches pasadas. Esa misma ropa que Yoongi le arrancó del cuerpo para unir sus fogosas pieles y llevarlos al orgasmo más poderoso entre sus piernas.

Una semana había pasado ya desde la partida del Conde y Jimin aún sentía la miseria en la que lo dejó, pero no había nada que hacer, se decía.

Yoongi tomó su decisión al abandonarlo y él no se rebajaría a correr tras de él si no era querido.

Muchas noches de largo llanto le costó entender que por mucho que quisiese ver al hombre y recibir sus razones, nada sería suficiente para su dañado corazón. Durante ese tiempo, su malévola memoria trajo los recuerdos de esos momentos fugaces que vivieron. Los besos, las caricias…, las formas de amarse en la cama. Y el recuerdo más preciado que guardaba era de aquella noche cuando Yoongi lo descubrió como una farsa, mas no lo llamó monstruo, sino en su lugar le dio la confianza para alzar la cabeza y erguir los hombros, y sentirse amado por el hombre más importante de Burdeos.

Ese fue su sueño y su pesadilla.
Tomando un respiro, se calzó un vestido blanco con escote en V, con un detalle floral en la zona del torso. Su cabello lo dejó suelto, rebelde y libre como él mismo quería sentirse. Se calzó los zapatos y bajó al comedor. Ahí estaba Jungkook con una reluciente sonrisa y a su lado en la mesa estaba Taehyung. El joven chef parecía haber logrado abrir el corazón de su amante y Jimin estaba feliz por ellos, aunque se sintió envidioso y desdichado. Tomó una taza de café con ellos, escuchándolos hablar y reír, y en ocasiones quiso unirse a esa alegría, pero su corazón le decía que no podía, aún no.

—La fiesta de Burdeos será el primer fin de semana de agosto, según he escuchado, y es una buena oportunidad para buscar inversores —comentó Taehyung con cautela al mencionar las emblemáticas fiestas del Conde de Burdeos

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—La fiesta de Burdeos será el primer fin de semana de agosto, según he escuchado, y es una buena oportunidad para buscar inversores —comentó Taehyung con cautela al mencionar las emblemáticas fiestas del Conde de Burdeos.

Jimin torció el gesto y bajó la mirada, fingiendo que no estaba presente, o que no escuchaba lo que se decía en la mesa. Jungkook, por otro lado, lució un gesto de molestia en sus labios y sus ojos centellearon ante el recuerdo del canalla que mancilló a su hermano.

—No tengo intención de asistir este año.

—Pero perderías muchos compradores, Jungkook.

—Probablemente, pero de asistir me vería tentado a golpear al hombre hasta que haya perdido la razón.

—¿Y qué harás con la cosecha de hace dos años sin esos compradores?

—Tengo un comprador en París, de hecho, deberé verme con él en un par de días, y espero poder encontrar otros inversores allá.

Taehyung asintió con la cabeza. En París el vino era más apetecido de lo que era en Burdeos y mucho más caro, además, los vinos de la región tenían una reputación inigualable y por ello su popularidad. Jungkook estaba confiado en esas mismas ventajas para no tener que depender del Conde de Burdeos.

El desayuno se vio interrumpido por Annette y su estridente grito al entrar a la casa.

—¡Cariño, buenos días!

El hombre gruñó y saludó con disgusto.

Annette tomó asiento a lado de Jimin, saludándolo cariñosamente lo cual era una gran hazaña considerando el odio mutuo que se tenían.

—Vaya que esta mañana ha estado repleta de grandes noticias.

El comentario fue vago, pero logró el objetivo que la mujer esperaba cuando lo soltó, dejar con la intriga a los hombres sentados a la mesa. La malicia reflejada en sus ojos fue como el brillo mortecino del fuego, despiadado, pero atrayente.

—¿Y cuáles son esas noticias? —preguntó Jungkook, sabiendo que si no preguntaba igual Annette se lo diría.

—La primera es una que me rompió el corazón y la segunda sé que se lo romperá a alguien más.

Taehyung enarcó la ceja, curioso, intentando adivinar de qué se trataba todo el misterioso asunto.

—Me he enterado que mi prometido está ahora practicando la poligamia —soltó mordaz.

Jungkook entornó los ojos y la miró, advirtiendo de la batalla que estaba por librarse justo ahí en el comedor. Taehyung lucía nervioso, pero confiaba en que su amante no lo dejara a la deriva para salvar su propio pellejo.

—Hasta donde sé, aún soy un hombre libre y puedo hacer con mi vida lo que desee.

—Tu fidelidad hacia mí no debería estar condicionada a llevar o no la alianza de bodas; debiste serme fiel desde el momento mismo en que pediste mi mano en matrimonio.

—¿Por qué habrías de quejarte tú cuando no lo he hecho yo? —contraatacó—. Sé que tu libertina vida sigue igual o peor que antes de comprometernos. No eres una mujer honorable y no pretendo escuchar las quejas de una hipócrita.

—¡Cuida tu lengua, Park Jungkook! Yo soy todo lo que tienes para no ser el hazmerreír de la ciudad. Si yo les digo a todos que tu querida hermana no es otra cosa sino un vulgar hombre con el gusto corriente por los vestidos y que tú, además, me eres infiel con el mugroso chef de la propiedad, entonces te enfrentarás a la burla y la quiebra de esta casa.

—Me gustaría ver que lo hagas —amenazó—. Si quieres jugar a la guerra, bien, juguemos. Yo puedo decirle a tu padre que sigues siendo la misma zorra de quien él se quiso deshacer por medio de un matrimonio; puedo decirle que sigues acrecentando tu deuda con aquel casino y que ello mismo los llevará a la ruina; y puedo decirles que has estado revolcándote con tu hermano. ¿He sido claro?

La mujer enrojeció de rabia, cual manzana en plena época de cosecha, y preparó su lengua para soltar veneno como una víbora. Si ella había de sufrir, entonces la familia Park también lo haría.

—… Hay algo más. En todo Burdeos se habla de lo mismo, es una noticia fabulosa. ¿Sabían que el Conde de Burdeos contraerá nupcias con la hija del Barón Moreau? La boda se celebrará a fin de mes.

El aire se le cortó a Jimin de golpe.

Matrimonio. Yoongi contraería matrimonio con una mujer. Se volvía obvio, entonces, la razón de su abandono. ¿Qué podía ofrecerle un tonto chico vestido de mujer cuando tenía ya una mujer en su vida? Fue un juego, eso era todo. Y esas palabras que se repitió en las noches y las mismas que no quiso creer, ahora estaban retumbándole los oídos.
Sus ojos lagrimearon, sus puños apretados eran el sinónimo de su ira contenida, y quiso gritar fuerte hasta quedarse sin voz. Deseaba profundamente ver a Yoongi y poder golpearlo, desfogar su ira con palabras y acciones para hacerle saber lo decepcionado que estaba de él.

Creí en ti. Creí en cada palabra que me dijiste. Confié en que nunca me juzgarías por mi rareza y deseé fervientemente que todo ello fuese suficiente para ti, que a mi lado sintieras que nada te faltaba, pero no fue así. Me mentiste y te burlaste de mí”, se lamentaba Jimin entre nublados pensamientos. “Cuando supiste mi más oculto secreto, no me juzgaste. Dijiste que yo era aún más hermoso que cualquier mujer…, y por un segundo creí en ello, hasta que me abandonaste y me desplomé de la nube en la que me subiste. Pero ya no quiero llorarte más…, ya no quiero amarte más”.

Empero, la diabólica mujer no se vio satisfecha con la desoladora expresión de Jimin, y regocijándose en su maldad, continuó:

—Ha invitado a los nobles de Burdeos y algunos de sus socios, sé que también los invitará a ustedes. Entonces, podrás verlo de nuevo, Jimin.














—Eli.🍃

El Romance Trae Vestido (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora