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La parsimoniosa respiración de su acompañante en la cama logró sacudirlo por un segundo, preguntándose quién era aquella dama con quien estaba compartiendo cama. Cuando sus ojos abrió reparó en el dulce cabello castaño por el cual un día cayó fascinado; y esa piel tersa, labrada en porcelana y expuesta en esa fina espalda frente a él. Y al bajar la vista se encontró con la fina cintura de esa criatura, sus manos bajaron por las sensuales curvas con lujuria hasta llegar a las colinas alzadas al final. Entonces Yoongi recordó la noche pasada. No sólo descubrió algo que jamás supuso, aún con su suspicacia, y que lo dejó atontado, completamente hipnotizado por Jimin, el hombre. Pasó la noche entre las piernas de ese jovencito, disfrutando de cuan lascivo podían llegar a ser juntos, y probando las mieles del cielo como droga divina una y otra vez.

No le parecía descabellado, ni repugnante. Él estaba, por el contrario, completamente excitado por la situación. Casi podía jurar que desde ese momento en más cargaría una erección bajo sus pantalones, luchando por salir en busca del muchachito que logro cautivarlo.
Jimin.

“¿Sería ese su verdadero nombre?”, quiso saber Yoongi, aunque no importaba cuál fuese su nombre, para el Conde de Burdeos siempre sería su príncipe.

—Mmgh… —soltó Jimin entre sueños, removiéndose contra el fornido pecho de su amante ante las caricias que el hombre le proporcionaba.

“He caído como un tonto, tan perdidamente cautivado por tus curvas que nunca noté que aquel cuerpo de pecado era diferente de los demás. Y aún más que antes estoy loco de lujuria que sembraste en mí y que he de darte a probar… Estoy derrotado ante ti”.

Un siseo se escapó de sus labios cuando, intencionalmente, atrajo el delicado cuerpo e Jimin contra el suyo y su polla golpeó contra el trasero del muchacho. Empezó a dejar suaves besos en el hombro y cuello que como una tentación yacían desnudos, tan descarados.

—¿Vas a meterte entre mis piernas tan temprano en la mañana? —preguntó Jimin con la voz adormilada, apenas consiente de lo que sucedía.

—Es mi forma de darte los buenos días —gruñó Yoongi acariciando las piernas de Jimin.

—¿Y si alguien nos descubre?

—Si tu no tienes reparo en que las personas sepan que he estado en tu cama, entonces yo no tengo razón para temer ni avergonzarme de ti.

El corazón de Jimin revoloteó con entusiasmo desmedido, y en su alegría se volteó a ver a su amado. Sus ojos somnolientos lograron verlo como un sueño, casi irreal. Entonces sus manos se permitieron acariciar el rostro de Yoongi, confirmando que ese sueño no era tal sino una realidad.

—Estás aquí.

—¿A dónde podría ir, petite?

—… Lejos de mí —respondió en tono casi melancólico, escondiendo su rostro contra el cuello de Yoongi.

—No quiero alejarme de ti, Jimin, y no lo haré —confirmó.

Un suave jadeo soltó el joven ante el roce incesante de su miembro contra el otro, ambos falos encontrándose y reconociéndose el uno al otro, descubriendo lo mucho que se gustaban.

Y cuando se planteaban una lujuriosa bienvenida a la mañana, el golpeteo en la puerta les dijo que ese placer debería esperar.

La sirviente de Jimin llamaba a la puerta para preparar su baño, y así suponían que uno de los criados debía estar preguntando por Yoongi en una recámara vacía.

—Te veré luego —se despidió Yoongi.

Salió de la cama y tomó sus prendas, siendo cuidadoso de no hacer mucho ruido ni dejar prenda alguna que delatase su presencia. Se calzó el pantalón para luego salir por el balcón hasta su recámara, cual vulgar ladronzuelo.

El Romance Trae Vestido (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora