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Jungkook parecía un perro en plena rabia, con los ojos ceñudos y la boca tensa, casi sacando espuma. Su ansiedad era sólo superada por el disgusto que saboreaba en la boca.
Mientras esperaba que en el comedor aparecieran su hermano y su amante, sus dedos jugaban con el cubierto, haciéndolo bailar entre sus falanges hasta que escuchó los tacones de su hermano golpear contra el suelo.

Alzó la vista y halló a Jimin con la mirada clavada en el piso, avergonzado y temeroso. Junto al jovencito estaba parado Yoongi, demostrando su porte imponente sin amedrentarse de la fiera mirada de Jungkook.

—Siéntense a desayunar, luego hablaré contigo —demandó y se dirigió a Jimin.

—¿Puedo hablar primero contigo? —le preguntó el Conde con voz trémula.

—Le aseguro que hablaremos. Min, pero no será ni ahora, ni antes de que yo haya hablado con mi hermano. Tendrá que esperar.

Por primera vez Yoongi tuvo que admitir su derrota y quedarse callado. No sería benéfico empezar una tonta pelea con Jungkook si bien podía esperar a una resolución más pacífica. Hizo como se le pidió y tomó asiento, esta vez junto a Jimin, así al menos le daría apoyo.

El silencio maldito los rodeó y sólo se podía escuchar los cubiertos chocar contra la porcelana. El repiqueteo era enloquecedor, aunque nadie sabía qué decir.

Entonces Jungkook decidió cortar la incomodidad del ambiente que él mismo sembró.

—Mañana será la fiesta de la vendimia, y espero que aún esté interesado en asistir, Conde.

—Desde luego.

—Bien. Si no le es inconveniente, espero que me ayude durante la tarde a organizarlo todo.

—No hay problema.

—Lamentablemente para usted, Jimin no tendrá a bien acompañarnos pues tiene que ir a ver su vestido al centro de la ciudad.

Yoongi se encontró sonrojado ante esa información y se sintió como un chiquillo atrapado en el enamoramiento.

Amor.

Eso era

Y le tomó un tiempo darse cuenta que Jimin causó tales estragos.

Empero, ahora lo sabía y el sentimiento era curiosamente liberador.

El desayuno fue como comer con tu enemigo, dudando de cada bocado y de tu futuro, temeroso del momento cuando tu adversario tomase un arma en tu contra. Yoongi se sentía intranquilo por lo que Jungkook podría decirle a Jimin siendo que estaba tan furioso. Claro, también estaba ansioso por saber lo que el dueño de Byunsville le diría.

Al terminar, Jungkook llevó a Jimin hasta su despacho para hablar y ordenó que Yoongi fuese llevado al río de la propiedad. Tal parecía que la privacía era lo imperante entonces.

—… Es tu vida, Jimin, y no voy a negarte hacer con ella lo que quieras

—empezó a decirle—. Sin embargo, no pretendo ver que te pones en peligro y no hacer nada para cuidarte. Ante la tumba de nuestros padres juré cuidarte y lo pienso cumplir.

—Yo no creo estar en peligro —mencionó suave.

—El Conde Min Yoongi  de Burdeos es un donjuán, en pocas palabras, y su reputación es bien conocida en toda la nación. Su pasión no es despreciable, pero sí lo es su calidad humana. Dime, ¿eso no te da miedo?

—No —respondió contundente, dejando pasmado a su hermano—. Él no va a dañarme.

—No lo conoces —gruñó—. Se han visto por poco más de una semana y ese tiempo es insuficiente como para conocer a una persona a profundidad, mucho menos a un hombre como Min Yoongi.

—Sí, tenía miedo cuando él no sabía lo que soy, pero no gritó horrorizado, ni me humilló por ello. A él…, yo le parecía hermoso aún cuando soy un hombre.

Jungkook se reprendió con fuerza al ver a su precioso hermano llorando, con los ojitos brillantes y el rostro deformado en una mueca sombría.

—Sólo quiero cuidarte. ¿Qué pasará si es menos noble de lo que piensas?, ¿qué harías si al marcharse decide contarle a todos tu secreto?

Jimin apartó la mirada y se mordió los labios con nerviosismo.

Su corazón se agitó dolorosamente al pensar en el negro futuro que les deparaba. Imaginar que Yoongi se iría al término de la segunda semana y que se olvidaría de él le hacía daño. Así como dolía pensar que el Conde traicionaría su confianza y se burlaría de sus preferencias.

Jimin se negaba a creer que eso pasaría, aunque su corazón no dejaba de considerarlo como una fuerte posibilidad y que por ello mismo empezó a creer defensas para cuando el tormentoso momento llegara, así no le dolería tanto, ni se vería tan destruido.

—Siempre ha sido una posibilidad el ser expuesto y humillado ante la sociedad. Y aún así debo aceptar que mi vida deberá vivirse sin amor, ni un matrimonio porque ningún hombre querría nunca poner una alianza en el dedo de un hombre con gusto por los vestidos. Y si es así, ¿por qué no puedo disfrutar ahora de la felicidad que estar a su lado me da? Lo amo. Y puede ser apresurado, pero sé que mi corazón lo hace.

—Sé que te es difícil creer que no encontrarás a un hombre que acepte tus gustos, pero siempre habrá hombres más nobles y que no se dejen engañar por los prejuicios sociales.

—¿Y por qué ese hombre no ha de ser Yoongi? Puede que su reputación sea cuestionable, pero al menos no me rechazó cuando me vio sin un vestido.

Jungkook largó un suspiro ante la terquedad de su hermano que se enfrentaba a la suya propia.

—Deberías tener expectativas más altas.

—No creo que tú seas la persona más idónea para aconsejarme eso si vas casarte con una mujer que detestas más que a su familia.

—Eso fue un desatino de mi vida que no puedo corregir, y por ello mismo te aconsejo que sepas escoger mejor a la persona con quien quieras intimar.

—… ¿No es mejor ser querido aun cuando sea por momentos efímeros, a no ser amado nunca? —preguntó bajo un tono lastimero, con toscas lágrimas saliendo de sus ojos, recorriendo el pálido desierto de sus mejillas.

—… Aunque suene mucho mejor, juro por mi vida que no lo es pues sólo te brinda una agonía eterna de mano de las migajas de un amor. Mereces mucho más, Jimin, y no por temor a no ser amado has de ser humillado por cuantos quieran darte del pan caído de la mesa.


Yoongi admiró el verdor de las matas de vid, sus hojas grandes lucían en su mejor momento, aunque bajo de ellas no hubiese ya ningún fruto

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Yoongi admiró el verdor de las matas de vid, sus hojas grandes lucían en su mejor momento, aunque bajo de ellas no hubiese ya ningún fruto. Su recorrido por el río se aplazó cuando pidió ver las largas hileras de uvas sembradas en la propiedad. Esa era una imagen que nunca se cansaría de admirar. Se le ocurrió que le gustaría tener una propiedad semejante, después de todo su casa al otro lado de Burdeos tenía una basta propiedad que servía más a cosecha de fruta y algunas flores, algo que también degustaba mucho. Su tacto para las plantas siempre le pareció hilarante, era bastante sensible en ese aspecto, casi tanto como no lo era con las personas. Bueno, excepto con Jimin. Ese tierno muchachito que entorpeció su mundo y cambió de rumbo su vida.

El Conde se preguntó si eso tenía futuro y si ese cariño que sentían el uno por el otro sería capaz de durar aún ante la más terrible adversidad.
Llegaron al río en poco tiempo y el sirviente que lo acompañaba se retiró cuando el chef de la propiedad apareció. Yoongi no lo conocía mas que de vista, pero el joven le pareció bastante agraciado y de buenas maneras.

—Buenos días, Conde.

—Buenos días —respondió.

—Lo han traído de paseo.

—Creo que Jungkook ha querido evitar mi presencia dentro de la casa mientras él habla con Jimin.

—Oh, entonces sabe de Jimin.

—Me he enterado ayer.

—Entonces ya puedo adivinar sobre lo que están hablando.

—Así es. Aunque considero que Jungkook es, quizás, demasiado protector con Jimin, finalmente no puedes encerrar a una persona en una habitación de cristal sólo para que no salga lastimado, es tonto creer que la vida no se encargará de romper ese cristal y moldear a su gusto a su habitante.

—Sí, pero cuando hablas de un hombre cuyo gusto particular se centra en vestir como una dama entonces el miedo está bien fundado. ¿O a usted le gustaría ver cómo la cruel sociedad moldea a Jimin por medio de insultos, humillaciones y golpes?

—¡Claro que no! —farfulló Yoongi, incapaz de controlar el disgusto que esas imágenes le transmitían—. Pero tampoco es justo para él ser privado de vivir su vida o de tomar sus decisiones.

—Jungkook sólo trata de protegerlo.

—De mí. Y entiendo su preocupación, aunque retándolo no va a cambiar mucho de lo que ya sucedió entre nosotros.

Taehyung se sonrojó y soltó una risa leve.

—¿Lo amas?

—… Eso creo.

—Y su inseguridad es la segunda razón por la que ellos están hablando ahora, porque para alguien como Jimin, con un secreto así, no se puede permitir entregarle su corazón y su vida a alguien que no sabe si lo va a atesorar por toda la vida o si lo va a tirar cuando el interés haya pasado.

































¿Quiere otro?


—Eli.🍃

El Romance Trae Vestido (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora