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“Para tenerme, tendrás que cortejarme”, la frase que Jimin le dijo la tarde pasada cuando huían sin rumbo en esa carroza. Ahora Yoongi se enfrentaba al escándalo que su propio accionar causó. Los rumores esparcidos sobre su renuencia a casarse con Loren generaron conflictos en sus negocios, aunque nada grave pues sus socios, que eran todos hombres, no se veían afectados por su decisión al dejar a la doncella más preciada de Burdeos en libertad; muchos de ellos se lo agradecían. Al contrario que con las mujeres que creían de él un indigno para el matrimonio y un déspota al haberla dejado plantado en el altar.

Los chismes corrían, algunos más maliciosos que otros. Yoongi escuchó incluso sobre una supuesta deshonra para Loren y que por ello el Conde se negó a tomarla como esposa, claro que eso no era más que una terrible mentira pues él sabía de la castidad de la mujer, aunque no la haya comprobado por si mismo. Luego de su público devaneo, Loren lo confrontó e incluso intentó forzarlo al matrimonio. Afortunadamente logró convencerla de lo contrario, pero él sabía que todavía quedaba un cabo suelto cuya lengua afilada estaba llena de veneno.

Esa tarde partió hacia Byunsville llevando un abundante ramo de flores diversas en colores y aromas junto a una carta para Jimin. Desde el anuncio de su cortejo, Jungkook estaba más quisquilloso y molesto que nunca, aunque no dejaba de ser entretenido ver su disgusto al llegar a la propiedad. Pero siempre podía contar con el apoyo de Taehyung que parecía totalmente de acuerdo con su relación. Era gracioso, de cierto modo, pues ellos parecían los padres de Jimin. Jungkook, tan protector y malhumorado; y Taehyung, tan dulce y mimoso con Jimin. Eran la pareja perfecta.

Bajó del carruaje, el mayordomo lo guio hasta la sala, ahí esperó a Jimin en compañía de Taehyung. El joven chef estaba ya tomando el curioso lugar como la dueña de la casa. A Jungkook no parecía molestarle, de hecho, estaba encantado al no tener que encargarse del mantenimiento de la propiedad sino solamente de sus negocios. A los sirvientes, los gitanos, tampoco les afectaba el hecho y quizás por ello eran los mejores empleados.

—Está arreglando su cabello —le comentó Taehyung—. Ha querido peinarse diferente últimamente, pero su cabello está quizás demasiado largo. Amerita un corte.

—Me gusta su cabello largo y sus rizos.

—… Yoongi, sé que lo quieres, pero me gustaría advertirte.

—¿Sobre qué?

—Annette. Ella sabe el secreto de Jimin y ahora que ha sido rechazada por Jungkook, estoy seguro que hallará la forma de herirlo y eso es por medio de Jimin.

—Hacer que permanezca callada no será fácil —comentó él.

—Demasiado riesgoso…, por ello, Jungkook está enloquecido ahora. No sabe cómo protegerlo.

—Lo haré yo. Es mi deber protegerlo.

—Lo sé y eso a mi me tranquiliza, pero no hará lo mismo con mi…, con Jungkook.

—Taehyung —llamó—, quizás deberías llamarlo tu esposo, casi lo son.

Taehyung se sonrojó, abochornado completamente de ser tan fácil de leer. Jungkook era su pareja, pero ‘esposo’ era un término muy complicado. Lo quería, obviamente, pero un matrimonio entre ellos no era sencillo, principalmente porque no ocurriría y quizás siempre tendrían que ser sólo amantes pues el orgullo de la sociedad no les permitiría algo más.

El caso de Jimin podía ser más sencillo dado que todos lo conocían como una mujer y un matrimonio no sería inconveniente. Sin embargo, Annette representaba una piedra muy robusta en su camino dorado.

—No creo que a todos les guste que yo lo llame así.

—Olvídalos; yo lo he hecho y soy más feliz ahora.

El Romance Trae Vestido (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora