Capitulo 9

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A Sergio lo despertó su llanto. Se dio la vuelta y la abrazó de modo que su mejilla húmeda quedó sobre su pecho. Solo estaba medio despierto y había reaccionado por instinto, sin pensar, y no se dio cuenta hasta que se encontró acariciándole el pelo y

hablándola en susurros para que se despertara, que prefería sufrir con ella.

–Sergio –gimió ella, abrazándolo, sin dejar de temblar aún.

–Es culpa mía –dijo. Habían hecho el amor durante horas y ni siquiera habían cenado–. Voy a pedir algo de comer.

Raquel emitió un sonido que no llegó a ser protesta, pero el peso de su cuerpo sobre el suyo lo urgió a no moverse. El latido de su corazón fue aminorando la velocidad, pero aun así transmitía la sensación de sentirse desvalida.

–Tengo la sensación de que esto es el principio del fin –dijo casi sin voz.

Él también la tenía, pero aún no estaba preparado para enfrentarla. Por eso los había ahogado a ambos en aquel éxtasis sexual.

–Ya veremos cómo van las cosas –dijo.

La besó en la frente y se levantó.

Raquel llevaba fuera una semana, y echaba de menos a Sergio hasta el punto de que se despertaba con las mejillas mojadas de lágrimas y después de haber estado soñando que acudía a su lado.

«Quiero que te quedes». Sus palabras le habían dado aliento, pero ahora que había tenido tiempo de reflexionar, se había dado cuenta de que no eran palabras de amor ni de compromiso. Lo que había entre ellos era pasión incontrolada, no algo que fuese a durar.

En cualquier caso y pasara lo que pasase, sabía que tenía que alcanzar una posición de independencia. Necesitaba aquel trabajo para su autoestima y su paz mental, además del dinero y la certeza de que tenía un futuro, de modo que le envió una foto del contrato firmado.

Él la llamó por FaceTime.

–¡Enhorabuena!

Parecía estar tan contento por ella que sintió ganas de llorar.

–Gracias... Ah, adiós –interrumpió, mirando hacia la ventana–. Perdona.

Es Angel que se marcha y se despide. ¡Adiós!

–¿Quién demonios es Angel?

–Ya te hablé de él. Es el que está escribiendo la biografía del padre de Nic.

Se va para Londres.

–Pero volverá. Vas a trabajar con él.

–A distancia, Sergio –siempre había pensado que los celos de un hombre tenían que ser halagadores, pero en aquel momento le pareció una falta de confianza–. Hablaremos vía email de los detalles. Eso es todo. Había prometido que asistiría a la inauguración del hotel en Florida, y llegó con el tiempo justo para cambiarse mientras él le escribía diciendo que estaba abajo y que le era imposible subir.

Le había dejado un vestido. Era un diseño ligero, con falda de vuelo en un tono de azul que imitaba al color del agua que se veía desde la terraza. El cuerpo era sin hombreras y ceñido, sexy y elegante al mismo tiempo.

Cuando llegó al salón de baile, se encontró con un acuario de vestidos de intensos colores y esmóquines. Miró hacia el bar, buscando un podio donde quizás pudiera estar...

Y lo vio, mirándola directamente.

Tenía una copa en la mano y parecía inquieto, con una mirada que no lograba interpretar. ¿Aprobación? ¿Necesidad? En un segundo dejó la copa y caminó entre la gente hacia ella.

Reconciliación TemporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora