Capitulo 6

282 15 1
                                    

Sorpresa un nuevo capitulo

Disfrútenlo 


UNOS DÍAS después, Sergio hizo una reserva para los dos en la suite presidencial de una mansión de Charleston que había sido reconvertida en un exclusivo hotel boutique. Su habitación tenía dos chimeneas de mármol de techo a suelo, paneles de cristal de Tiffany sobre el marco de las puertas, lámparas italianas, una bañera de burbujas y un árbol de Navidad de más de tres metros en el salón.

Raquel se moría por decir:

–Qué fallo. ¡No hay piano!

–Suelo quedarme en casa de mi padre, pero mis hermanos y sus esposas están ya allí.

–Intentaré conformarme –murmuró. Había una cama king size, un diván y un sofá que seguramente se hacía cama.

–Tienes una cita en el spa. Yo tengo que ver al barbero y recoger el esmoquin.

–De acuerdo.

¿Qué otra cosa podía decir? Iban a interpretar una obra de teatro, así que tenía que pasar por peluquería y maquillaje antes de decir sus frases sin titubear.

–¿Da la fiesta aquí tu padre? –preguntó.

Él sonrió.

–Un crucero en el puerto. Le pedí a Andres que se ocupara de todo y me enviase las facturas. Iba a alquilar un barco de vapor, pero el banco de Martin ha decidido comprar un yate para eventos corporativos. Me ha jurado que es pura coincidencia, pero le gusta subir las apuestas.

–La rivalidad solo importa si quedas en segundo lugar. Alguien me lo ha dicho recientemente.

–Lo dijiste tú, y cuando se trata de complacer a Andres, estoy obligado a ceder ante Martin, así que la rivalidad carece de sentido.

Ella sonrió, describiendo círculos con un dedo en la tapicería del sillón.

¡Qué suerte la de Andres!

–¿Te encuentras bien? Estás muy callada.

–Nerviosa –admitió–. Los nervios del estreno.

Después del spa y la peluquería, cuando volvió a la habitación, encontró un vestido de un bonito color amatista sobre la cama. No era tan dramático como el azul que se había llevado. De hecho parecía sencillo y modesto, pero al ponérselo pudo ver su sensual elegancia. El escote de la espalda era tan bajo que no podía ponerse sujetador, y la falda estrecha llevaba un corte casi hasta

la cadera que se abría con cada paso.

Se estaba mirando en el espejo, preguntándose quién sería aquella sirena, cuando Sergio volvió.

Estaba arrebatador con el esmoquin a medida, recién afeitado y con el pelo cortado a la perfección, y por una vez, con el recuerdo de sus palabras fresco en la memoria, pudo sonreír con naturalidad al mirarlo, casi creyéndose lo bastante buena para aquel hombre tan descomunalmente guapo.

Sergio se había tropezado con una valla electrificada de niño. Tres cables que no había visto en un campamento de verano porque iba hablando con un amigo. La sacudida le golpeó tan fuerte que salió despedido y acabó cayendo de nalgas.

Así fue como se sintió cuando Raquel le sonrió. Como si hubiera recibido una descarga en el corazón, en el vientre y en la entrepierna, tan fuerte que estuvo a punto de perder el equilibrio.

Reconciliación TemporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora