𝐑𝐞𝐲𝐞𝐬 || ᴛʀ

🎴──𝐂𝐮𝐚𝐫𝐭𝐨 𝐀𝐜𝐭𝐨

ANTES DE LEER: Este libro va a contar la ruta de Izana Kurokawa. Si eres nuevo te recomiendo leer antes el libro rojo de "Padres" para que tengas contexto y conozcas al personaje de Satoru Sadao, nuestro protagonista, y su historia, hasta el capítulo 35 dónde el libro rojo se separa para seguir esta ruta.

Introducción: El reina rojo y el Jabberwocky.

          Cuando se encontraba perdido conoció a una persona que con su sadismo y forma de destruir llegó a llenar aquel vacío que existía en su corazón. Le hablaron de un niño que hacía dinero como si de respirar se tratase, apostaba en peleas clandestinas y siempre ganaba por el luchador de oro, el dragón, la Furia Nocturna y pesadilla de aquellos a quienes destrozaba.

Ese día, Izana conoció por primera vez a Satoru.

Notó que era más alto que el resto, que se movía libremente como un animal salvaje, como un león frente a un gladiador que terminaba muerto al intentar luchar contra las filosas garras y los dientes mortales del animal. Uno a uno iban cayendo desfigurados por la destructiva fuerza del pelinegro.

No, llamarlo león era muy poco, él era tan bello y elegante como un dragón, al mismo tiempo que era tan destructivo, salvaje e indomable como uno.

Cuando se volvieron a encontrar Izana no lo reconoció, ese muchacho que vio peleando contra una enorme pandilla no era el mismo, ahora llevaba cadenas que retenían sus alas, era ese animal atrapado y retenido que el tiempo controló. Tenía ahora un dragón tatuado en el cuello, pero el adolescente que veía pelear no se comparaba en nada a ese que vio en el ring aquella noche.

Es por eso que Izana Kurokawa se juró recuperar a su Jabberwocky. Porque desde que fijó sus ojos amatistas sobre él, lo hizo completamente suyo, de su propiedad, de su completa autoridad.

El tiempo los volvió a juntar, gracias a la estupidez de Manjiro por caer en las provocaciones falsas de Muto fue que pudo tener bajo su poder al hermoso luchador que vio aquel día de media luna. Su ancha espalda le reveló aquella cruz que cargaba y él se encargó de quitársela cuando lo invitó a su pandilla.

—Déjame cargar contigo el peso del mundo... — le dijo un día antes de la guerra.

—Sólo si me dejas seguirte hasta el final de los días. — condice apagado.

— ¿Como un fiel caballero a su rey? — pregunta divertido.

El más alto se inclinó frente a él para besar con extremada delicadeza sus morenas manos, sintió sus mejillas calentarse por el tierno contacto y la forma en la cual su cuerpo se derritió cuando ese par de gemas plateadas lo miraron, como si planeaba devorarlo hasta no dejar nada.

—Como un dragón a su rey, mejor. — propone.

—Acepto.

Se iba a encargar de curar aquella alma rota, aquel corazón que fue consumido por el dolor de perder a su alma gemela y buscaba consuelo desesperadamente en otro, porque cuando un alma decide rechazar a su destino es que a esta le espera un camino lleno de dolor y sufrimiento.

Izana planeaba ir en contra del destino, en contra del mundo mismo, con tal de ver solo una sonrisa en ese bello rostro.

"... ¿Acabo de pensar que es lindo?" 

Porque los amigos hacen eso ¿No? Kakucho siempre lo trató de esa manera, Shinichiro también lo hizo así... Entonces ¿por qué sentía un apretón en su pecho al imaginar que el Sadao lo miraba de esa forma? No, Izana no quería eso, no quería aceptar ese camino, pero tampoco sabía cómo nombrar aquel puro sentimiento que estaba sintiendo por su nueva mascota.

"...Tal vez estoy enfermo, si, debe ser eso."