🎴Cuarenta y dos

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Capítulo 42: Sadao.

       Cuando amaneció la intensa luz del sol golpeó de lleno en el rostro del Sadao, haciéndolo fruncir su seño a causa de aquella molestia y obligándolo a tener que despertar

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       Cuando amaneció la intensa luz del sol golpeó de lleno en el rostro del Sadao, haciéndolo fruncir su seño a causa de aquella molestia y obligándolo a tener que despertar. Con mucho pesar tuvo que levantar sus brazos para limpiar las lagañas de sus ojos y a causa del movimiento despertó a un tierno Izana que batió delicadamente sus pestañas blancas para enfocar su mirada. Ambos muchachos estaban abrazados en la cama, completamente desnudos y con rojizas marcas por todo el cuerpo, el pelinegro sintió la molestia de los arañazos e Izana aquellas punzadas en sus caderas que le hicieron gruñir fastidiado, pero extrañamente satisfecho.

Estuvieron quejándose en silencio hasta que sus ojos se cruzaron y todo pareció desaparecer. Ambos muchachos se sintieron únicos en el mundo, en ese preciso momento tan íntimo entre ellos y darse cuenta de todo lo que pasó la noche anterior.

—Buenos días... — saluda ronco el más alto.

—Buenos días... — corresponde en un susurro feliz Izana. Se sentía demasiado feliz, hasta de la emoción se lanzó para besar los labios del otro, pero fue detenido por este, generando confusión en el moreno. — ¿Mhm?

—Aliento matutino.

Izana no entendió, así que lo volvió a intentar, siendo nuevamente rechazado. El pelinegro no pudo evitar sentir exceso de ternura cuando su rey hizo un tierno puchero y luego un berrinche por su beso mañanero. Para contentarlo le llenó el rostro de beso, pero eso no parecía ser suficiente.

—Vamos, después de lavarnos los dientes te doy todos los besos que quieras. — propone con ojitos de cachorro abandonado, un viejo truco que recordaba usar para obtener lo que quería de sus madres. — ¿Sí?

—... Está bien. — acepta molesto. Él quería su beso ahora.

Ambos adolescentes se pusieron de pie y se estiraron por separado. Fueron al baño para lavarse los dientes con los dedos a falta de cepillo e Izana con ayuda de un botiquín curó los arañazos en la espalda de Satoru, este también curó algunas mordidas y ayudó a ponerle crema en el cuerpo. Puede que se les hayan escapado algunos besos traviesos, hasta estuvieron amenazando con una ronda matutina, pero Satoru prefirió humectar la zona trasera de Izana para que no sufriera algún dolor o desgarre.

Lo echó a patadas del baño por vergüenza, el pelinegro no reclamó por eso, solamente se burló y fue a hacer sus desayunos. Un café con unas tostadas y fruta picada, obviamente apenas Izana volvió estaba vestido con sus ropas de ayer y le trajo bien dobladas las de Satoru para que se vistiera ahí. Ambos vestidos pudieron desayunar tranquilamente, a Izana le daba la sensación de ser un matrimonio, pero no comentó nada por no querer romper la tensión.

— ¿Ya te vas? — pregunta desilusionado.

—Debo ir a casa por unas cosas. — avisa, volviendo con el moreno para dejar un tierno beso en sus labios. — Volveré pronto, debo hacer mudanza ¿No?

𝐑𝐞𝐲𝐞𝐬 || ᴛʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora