🎴Treinta y seis

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Capítulo 36: Reglas.

        Una tarde, Kakucho tocó el timbre de la pequeña casa y esperó paciente a que el otro le abra

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        Una tarde, Kakucho tocó el timbre de la pequeña casa y esperó paciente a que el otro le abra. Estuvo un rato hasta que nuevamente tocó una vez más el timbre por segunda vez y a la tercera lo hizo una vez más, pero al mismo tiempo se llevó el teléfono al oído esperando que le tome la llamada.

A los 5 tonos atendió.

—Estoy ocupado. —y colgó.

Kakucho se quedó con la mirada perdida hasta que de nuevo le marcó con una vena hinchándose en su cuello, de nuevo tuvo que esperar 5 tonos para que el otro le atienda, esta vez tardó en hablarle y por esos breves segundos que tardó, el rapado supo que se estaba moviendo demasiado por los sonidos de pasos y la respiración que chocaba contra el micrófono.

¡Estoy ocupado! — gritó al teléfono.

— ¿Dónde mierda estás? Estoy afuera de tu casa. — avisa serio, es increíble que haya olvidado que hoy tenían reunión y que lo pasaba a buscar. — Espero que no hayas olvidado que Izana exigió tu presencia en la sede.

¿Ah? ¡AH! ¡LA REUNIÓN!

"Lo olvidó." Pensó cansado, preguntándose internamente qué es lo que tanto admiraba Izana de él. Hasta ahora no demostró en ningún momento aquello que tanto presumía su jefe sobre el gran "Furia Nocturna", desde su tiempo en el orfanato hasta sus inicios de los reyes celestiales Izana siempre le narraba la historia de su héroe y la persona que más admira en el mundo.

Que decepcionado estaba del producto.

La primera vez que lo vio no le pareció la gran cosa, un chico de 17 años alto, cabellos mal cortados con una trenza en la nuca, ojos plateados, tatuaje en el cuello y lo único que podría destacar es la herida de su ojo izquierdo, si, es musculoso y de seguro sabe pelear, pero Kakucho no cree que sea la gran cosa eso.

—Dime dónde estás, iré por ti. — pide impaciente, cuando lo vea le dejará en claro algunos puntos.

No son amigos, no se conocen de nada y Kakucho ya puede decirle abiertamente lo mucho que lo odia por esos aires de grandeza que se carga.

¡Dame un segundo! — le gritó. Kakucho se preocupó por escuchar de fondo gruñidos y ruidos de golpes, si estaba en una pelea era seguro que le caería la gorda a Izana por culpa de ese tipo. — ¡Estoy a 3 calles de casa en dirección al parque! ¡En un callejón que está entre una casa y una pescadería!

No esperó más para emprender carrera hacia el lugar, de la angustia de lo que podría pasarle a Izana porque al niño "soy el más fuerte" se le ocurrió pelear por diversión olvidó que vino en moto. De todos modos, llegó relativamente rápido para ver al pelinegro como si nada tirando un cuerpo al contenedor de basura.

¡Buenas! — saluda en postura militar. — Las pruebas fueron borradas, ellos invadieron mí territorio con objetivo de dañarme y me defendí de ellos.

— ¡¿Y no pudiste pensar en pedir ayuda o llamarnos a mí y a Izana?! — pregunta alterado, no dudó en tomarlo por el cuello de su camisa para acercarlo a él y mirarlo amenazante. — Eres como un puto bebé. No te mato a golpes sólo porque le agradas a Izana, pero ten por seguro que si algo le pasa a él por tu culpa no dudaré en asesinarte. Me importa un bledo que vengas de la Toman como ex sub comandante, aquí en Tenjiku no eres más que mierda y es hora que eso te entre en la cabeza.

—... ¿Terminaste? Me vas a arrugar la playera. — informa con rostro neutro, irritando mucho más al rapado que le soltó un golpe a la mandíbula y le dio la espalda. — ... Tienes mano dura.

— ¡Duro es el palo en el culo que te voy a meter si no cierras la puta boca! — amenaza muy enojado. — Ahora vámonos, nos deben estar esperando.

Que amargados son, en la Toman uno hacía explotar autos porque tenía hambre y en vez de regañarlo le daban comida para que deje de hacerlo. — recuerda con una pequeña mueca en su rostro.

Le es estresante que siempre lo miren mal por respirar, Izana le dijo que podía hacer lo que quisiera, pero hasta ahora no ha dejado de ser juzgado por ser él mismo y hacer lo que quiere aún si no es porque quiere. Un ejemplo es como lo de ahora, tipos vinieron a él buscando pelea y estaba muy enojado con Mikey como para dejarlos salir ilesos, debía desquitarse con alguien antes de tener que escuchar la voz de Hanma o Muto, también necesitaba tener la cabeza fría para soportar a los Haitani y a Sanzu que cuando quería se volvía muy hablador con él.

—Pero ya no estás en la Toman, supéralo o llora callado.

—Si, señor~ — acepta decaído.

Kakucho se sintió bien, con que el otro comience a entender y a tratar de mejorar es suficiente para él. Satoru pensó seriamente en las palabras del bicolor y asintió satisfecho, lo mejor era cuidarse para no causarle problemas a la pandilla, todos ahí parecían tener un sistema bien estructurado y él debería olvidar la desorganización de la Toman.

Hay reglas y debe cumplirlas si se quiere quedar.

Volvió en sus pasos hasta el contenedor de basura para ver a todos los cuerpos que llenaba este, miró sin ninguna emoción a esos tipos para cerrarles la tapa antes de girarse a ver la enorme pila de cuerpos de los tipos que fueron a molestarlo. Por los uniformes blancos que portaban era obvio que son de los Black Dragons, Satoru sabe por qué van a por él ese grupo, no es secreto que supuestamente está sin protección de la Toman, y entiende que en Tenjiku sus problemas no son de la pandilla, sólo lo afectan a él y a su superior.

Aunque... Cuando estaba en la Toman él lo hacía así. Los problemas de otros eran también sus problemas, pero los suyos propios eran de él y sólo de él. Nunca dejó que nadie se meta, nadie podía entrar en aquella muralla que levantó a su alrededor para protegerse y evitar que entren.

No quiere ser una molestia para el resto, él es fuerte, puede resolver todo sólo.

— ¡Date prisa! — apura a lo lejos Kakucho.

— ¡Ya voy! — avisa, volviendo su vista a uno que lo miraba con demasiado miedo. — ...Si abren la boca, iré a sus casas y me convertiré en el monstruo que vive bajo sus camas. Desearán jamás haber nacido... ¿Entendieron?

— ¡E-eres un monstruo! — exclamó demasiado asustado, con lágrimas saliendo de sus ojos.

—... Tal vez. — responde, dando una patada a la cabeza del chico para mandarlo a dormir como al resto.

Cuando salió del callejón fue trotando hacia su compañero para ir ambos devuelta a la casa del más alto y al fin partir juntos en la moto del bicolor hacia la reunión.

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𝐑𝐞𝐲𝐞𝐬 || ᴛʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora