🎴Cuarenta y uno

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Capítulo 41: Lo verán.

Capítulo 41: Lo verán

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      Satoru se sentía demasiado bien. Haber asesinado a Taiju Shiba fue más gratificante de lo que pensó, todos en Tenjiku lo respetaban, lo tenían en un altar por la forma que acabó él solo a todos los miembros de los Black Dragons y se burlaron de la Toman por haberlo echado. Sabe que no tardarán en hacer volar la noticia de su hazaña, el nombre de Jabberwocky se esparcirá como la pólvora por todo Japón y esta acción solo era un pequeño comienzo de lo que sería su escalada a la cima.

Su encuentro con Touya fue el detonante para que los Haitani estén detrás de él para pedirle información del "adorable algodón de azúcar" que vieron en la iglesia. Satoru los ignora porque tiene que ayudar a Izana en varias cosas, una de esas se la iba a decir en ese momento en su oficina que está en la central del Yokohama Tenjiku.

Su "oficina" era la terraza del gran edificio. El moreno nuevamente colgaba del borde, con todas las intenciones de querer saltar al vacío. La brisa soplaba de forma espectacular, meciendo de forma suave y gentil sus cabellos y acariciando con suavidad su rostro, como si alguien lo estuviera llamando a lanzarse para reunirse con él.

Una enorme mano lo detuvo por su vientre, empujando suavemente su cuerpo hasta tocar con su espalda un tonificado y duro pecho. La voz desapareció, abrió sus ojos con una pequeña sonrisa y acarició gentilmente aquella mano que lo sostenía y comenzaba a subir lentamente hasta llegar a su rostro. No se dio cuenta que lo estaba volteando con ese delicado movimiento hasta que lo tuvo de frente, con una extraña sonrisa Izana tomó el rostro de Satoru entre sus delgadas manos, demasiado feliz.

Su existencia mueve por completo su corazón, Izana no duda que es él a quien quiere conquistar por completo.

—Mi Jabberwocky... Hiciste un excelente trabajo ayer... — felicita nuevamente. — Quería saber qué recompensa querrías por tu logro.

— ¿Recompensa?

—Claro, cada vez que hagas algo bien tienes un premio, como un obediente cachorrito. — simplifica con una suave sonrisa — Si te portas mal.... Bueno, debo castigarte.

—Como a un niño que rompió un plato. — ejemplifica serio.

—Muy bien. Buen chico.

Sus felicitaciones alegraron al más alto. No sabe por qué, pero sus manos nuevamente le transmitieron aquella electricidad con su toque, una muy peligrosa que iba en aumento conforme Izana acariciaba su rostro de forma suave. Lo dejó explorar, no se le hizo extraño porque Draken a veces solía hacer eso con él y por eso está acostumbrado, pero una parte de él le recuerda dolorosamente.

"Esa vida no es para ellos."

Alteró el destino, pero eso no significó que podían estar juntos como el destino lo dictaba. Satoru sabía que era lo mejor, amaba a Draken, estaba destinado a estar con él y es por eso que al amarlo tanto decidió soltarlo por fin. Lo dejará ser feliz de otra manera, con otra persona o haciendo lo que más quiere, pero sin él.

"En otra vida será..." pensó triste mientras se apartaba del tacto de Izana.

Mientras que Izana... Era una tormenta de sentimientos internos. No quería pasar, quería más de su nueva mascota, lo quería por completo para él y sólo para él. Su corazón martilleaba fuertemente en su pecho, no entendía por qué, pero se sentía vivo con Satoru. Se sentía reflejado en aquel pelinegro de mirada vacía y rota, ambos estaban encadenados por alguien y gracias al otro pudieron romper esas cadenas que los ataban y no los dejaban ser libres.

—Van a pagarlo... — declara muy enojado ahora. — En una semana, el Yokohama Tenjiku se enfrentará a la Tokyo Manji y mataré a todo aquel que se interponga en nuestro camino.

—"¿Nuestro?" 

Entonces un clic se escuchó en su mente al darse cuenta de las palabras que usó y que el otro recalcó. Claro, era tan obvio que no lo pudo ver por su codicia y falta de tacto. Satoru era mucho más que Shinichiro, Satoru le hacía sentir libre, poderoso e invencible, le hacía sentir tantas cosas que no pudo ver aquella que tanto ocultaba.

Amor.

Izana no va a admitir nunca que es amor, sabe que está ahí, pero se niega a aceptarlo. No quiere salir herido, no de nuevo, quiere disfrutar a su mascota, quiere hacerlo suyo, pero... ¿Cómo?

—Tengo un premio para ti. — avisa luego de un largo silencio. — Ve al barrio rojo para poder dartela. Ve encubierto.

Le dio la espalda para apreciar una última vez la vista. La presencia de Satoru es densa para Izana, se siente sofocado por su aura tan dominante que quiere destruirla con sus propias manos. El deseo de verlo rogar por él, de ver el deseo, de ver un pequeño brillo en sus ojos. Estaba decidido a tener todo de su mascota, no es amor, es deseo y a Izana le sirve ese sentimiento... por ahora.

Ya no estaba Satoru, es lo que razonó cuando no lo sintió a sus espaldas. Cuando se giró notó aquel vacío que dejó el otro al irse y sintió su pecho hundirse profundamente en aquel pozo que lo metió Shinichiro con su mentira y con su muerte. No quiere, ese hombre es suyo, su Jabberwocky le pertenece a él y si tiene que matar a toda la Tokyo Manji para que solo se fije en él, lo hará.

Porque el Rey rojo quiere destruirlos a todos con su amado Jabberwocky.

—Ya lo verán... Todo Japón lo verá... — declara muy serio. — La belleza de tu destrucción...Ah~ Estoy tan emocionado~

Ah~ Estoy tan emocionado~

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𝐑𝐞𝐲𝐞𝐬 || ᴛʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora