No, no quiero ni pienso salir de esta cama, no volveré a levantarme de esta cama; si levantarme implica volver a pasar la noche en vela llorando y recordando escenas de mi tormentoso pasado, no pienso sacar ni un pie.
–¡Anda, floja! ¡Que ya es de día!– Darrel entró a mi cuarto golpeando una olla con una cuchara de madera, golpeándola varias veces y sonriendo de oreja a oreja.
Me revolví en las sábanas y me cubrí con éstas, intentando tapar mis oídos con la almohada.
–¡Jo, parece que alguien no durmió bien anoche! Me pregunto qué cosas habría estado haciendo ese alguien para que hoy se encuentre tan agotada. Ayer escuché murmullos en esta habitación– me miraba con picardía, su típica sonrisa estúpida.
–Vi a tu mamá con el vecino…–
–¡Oye, no! ¡No te metas con mi mamá!– puso ambas manos en sus caderas.
–Fushufushufushu– farfullé y volví a ocultarme.
Jaló la silla de mi escritorio y se sentó.
–¿Pasa algo?– su tono de voz se escuchaba preocupado –Es Andrew, ¿verdad? ¡Te juro que si te hizo algo…!–
Negué con la cabeza.
–¿Entonces?–
Permanecimos en silencio por segundos. Finalmente me resigné a contarle.
–Ayer fui a recorrer la ciudad y encontré el parque……–
Darrel no comentó nada, el silencio reinaba en el cuarto. Asomé mi cabeza de entre mi fuerte de cobijas, Darrel apretaba la mandíbula y su ceño estaba fruncido, ignorando el hecho de que parecía que iba a atacar a medio mundo.
Darrel ya conocía la historia, a él fue al primero al que se la conté cuando era una niña.
–Yo…lo siento…– se disculpó mirándome a los ojos.
Lo miré confusa.
–Yo te obligué a salir, si no fuera por mí…– sus puños se cerraron.
Me acerqué a él.
–No, tú no tienes la culpa de nada. Cuando regresé a esta ciudad sabía que los recuerdos me atormentarían–
–Pero yo……– se calló.
Fueron horas, horas las que duramos callados. (En realidad fueron un par de minutos)
–Jo, parece que alguien está estreñido– comenté burlona al ver la cara de dolor que tenía Darrel, quien al escuchar mi comentario soltó una fuerte carcajada.
–Luce como si el buen humor de alguien hubiera sido restaurado– dijo él.
–¿Tú crees?– puse cara de cachorrito triste –Tal vez necesite de la ayuda y el consuelo del señor Helado–
–Tal vez– se acarició la barbilla y miró hacia el horizonte –¡VAYAMOS POR ESE HELADO!– y con paso decidido nos aventuramos hasta el refrigerador, donde ni un solo sabor de helado quedó a salvo de nuestros estómagos.
Darrel eructó –Eso estuvo tan bueno–
–Nah, hay mejores–
Volteó a mirarme ofendido.
–¿Cómo?– me preguntó.
–Sí, en el centro de la ciudad hay una heladería, luego te doy la dirección–
Y después de eso nos fuimos al sofá a ver televisión………hasta que me aburrí.
–¡Agh, Darrel! ¡Estoy aburrida, hagamos algo!– me quejé echandome encima de él verticalmente.
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Mi ángel pelirrojo
RomanceElizabeth ha estado enamorada de Adam desde casi toda su vida, pero por cuestiones personales tuvo que abandonar su ciudad y a Adam, dando por sentado que jamás lo vería de nuevo. Ahora Elizabeth ha vuelto a su ciudad. ¿Se reencontrarán o sólo son...