—Si no te apresuras no llegarás a tiempo a tu primera cita con cierto chico sexy.
Sofie, quien había venido a pasar la noche y a maquillarme para la ocasión, se encontraba sentada frente al espejo apurándome a más no poder. Y yo, que no puedo actuar bajo presión, me encontraba haciendo caso omiso a sus reclamos.
La verdad es que mi amiga era estupenda en todo lo que se refiere a maquillaje. Cosa en la que yo no puedo ser peor. Preparó mi rostro e hizo un delineado perfecto que con mis largas pestañas hacía una bella combinación. Pintó mis labios de rojo pasión y soltó mi pelo con unas pequeñas ondas.
—A lo mejor si dejaras de molestarme y atormentarme me movería más rápido.Voy hacia el espejo para mirar una última vez mi atuendo. Esta vez opté por un pantalón negro de tiro alto acompañado de una blusa beige que se ata con cintas a mi espalda y unas sandalias rojas, haciéndole compañía a mis labios.
Me giro y observo nuevamente la marca en mi brazo. Con esta blusa está al descubierto.
— ¿Crees que debería taparla?
—Claro que no! –dice rápidamente- Estas perfecta –se para al lado mío colgándome una pequeña cartera en el hombro- Eres una obra de arte y quien no sepa apreciarte no te merece.
Sus palabras hacen eco en mi corazón. Sofie siempre sabe que decir. Ella y Dex me han apoyado tanto siempre! Ellos son los únicos fuera de mi familia que conocen la historia de lo sucedido en el pasado.
—Gracias amiga, eres la mejor -le sonrío con sinceridad.
Continúo mirándome en el espejo y es increíble todo lo que hacemos para lucir bien, para mostrar una impecable apariencia, y lo digo porque muchas personas no hacen más que utilizar capas de maquillaje para disimular el cansancio y la falta de sueño. Otras para cubrir inseguridades, para engañarse tapando golpes de aquellos que juran cambiar y algunas que solamente lo hacen por gusto, pasión.
Lo mismo pasa con la ropa. Juntas son la mentira perfecta. Apariencias. Un telón ocultando todo lo que llevamos más allá de lo que se puede observar. Pasamos tantas horas preocupándonos por lo que mostrar que olvidamos que lo más importante es la esencia de lo que somos.
—Ya está abajo –mi amiga me da un apretoncito en el hombro- voy a esperarte despierta para que me des todos los detalles.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera escuche el sonido de la moto.
—Deséame suerte.
—No la necesitas -guiña un ojo.
Salgo de mi habitación hecha un manojo de nervios. Son exactamente las 9:00pm. Que puntual.
Llego a la sala y me lo encuentro de espaldas a mí con un hombro apoyado en el marco de la puerta.
—Suerte, no vengas tarde que tú sabes que no duermo nada si sé que uno de mis pajaritos esta fuera del nido -mi madre me da un leve abrazo.
Kyle se gira al escuchar la voz de mi mamá y sonríe de manera amable.
— Buenas noche Señora Russo –saluda cortésmente.
Mi madre dejó de utilizar el apellido de mi padre desde que puso un pie fuera de esta casa. Aún no se han divorciado, no hemos vuelto a saber de él. Me entristece el hecho de que se haya ido sin más, sin dar explicaciones o sin despedirse. Estoy enojada con él pero, la verdad si lo extraño.
—Dime Marie, no es necesario tantas formalidades.
— ¿Cómo que no es necesario la formalidad? –habla Jason con su instinto de hermano sobreprotector. Ni siquiera sé de dónde salió, no lo vi llegar- De ahora en adelante para ti soy el Señor Kennedy -dice extendiendo la mano en forma de saludo hacia Kyle.
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Cuando las luces se apagan [EN PROCESO]
Teen FictionElla es Jane Kennedy. Una chica simple con un pasado difícil y una vida monótona. Una chica que vivía corriendo en un laberinto mental al que no le veía salida, encerrada en un cajón de miedos y cicatrices, creyendo que su vida era una pesadilla, si...