Capítulo 9.

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Abro la ventana y entonces lo veo bien. Lleva puesto una camiseta blanca dejando a la vista todos los tatuajes en uno de sus brazos y un simple jeans negro. Es la primera vez que veo sus brazos expuestos y aprovecho para deleitarme con su anatomía, la verdad le queda genial. Es que bueno… 

¿Qué no le queda bien?

— ¿Qué haces aquí? –es lo único que sale de mi boca.

—He venido a hablar contigo. No respondías al teléfono y no podía dormir sabiendo que he estropeado lo único bueno que me ha pasado en mucho tiempo.

Sonrío levemente. No esperaba esta visita repentina. No sé porqué siento que hay algo más detrás de todo.

—No esperaba que vinieras –es lo que digo imitando sus palabras de hoy en la tarde.

— ¿Puedes bajar? –asiento y corro escaleras abajo por toda la oscuridad de la casa. Silenciosamente abro la puerta y ahí está él. Otra vez, descontrolando los latidos de mi corazón.

Se queda mirándome unos segundos, detallándome. Maldigo internamente porque me encuentro en uno diminutos pantalones cortos de pijama y su blusa a juego. Gracias a Dios si traigo puesto sujetador.

Carraspeo sintiéndome un poco intimidada por su intensa mirada. Rápidamente cambia la vista.

—Lo siento por venir a esta hora -vuelve a mirarme, esta vez directamente a los ojos- No podía para de pensar en ti, en lo idiota que he sido contigo estos días. No quiero que pienses que no me interesas, o que lo que paso ese día no significó nada.

—No te preocupes, no me debes ninguna explicación.

No miento. No me debe ninguna explicación, no somos nada.

Desgraciadamente.

Sí quería la explicación porque no logro entender como alguien puede ser así de bipolar. Primero fue lindo y algo tierno, y de inmediato un cubo de hielo.

—Sé que no debo, pero sí quiero.

Me siento diminuta ante el peso de su mirada.

—Solo no entiendo algo- me cruzo de brazos- ¿Por qué pasaste de ser amable, a ser todo lo contrario?

— No estoy pasando por un buen momento, por eso me alejé.

—Entiendo -digo asintiendo- Pero, en ese momento ¿Dije algo que te incomodó? ¿Por qué reaccionaste así? Estuve pensando en tu cambio de actitud, y comprendí menos cuando leí la nota que me dejaste.

—No –dice rápidamente- No es tu culpa. Es mía, lo siento, no debí comportarme de esa forma. Creo que es hora de que por primera vez en mucho tiempo, haga lo que realmente quiero y no dejaré que nada más se interponga en ello.

¿Cómo que nada más? ¿Debería preocuparme?

—Y ¿Qué es lo que quieres? -pregunto con algo de duda.

—Quiero conocerte, saber de ti, tenerte cerca. Y ahora mismo, me muero por besarte -se acerca hasta quedar a centímetros de mí- No se si pedirte que huyas de mí, o que te quemes conmigo.

Ahora entiendo menos...

Mis pies se quedan pegados en el suelo y mi corazón, como siempre delatándome, comienza a latir con una rapidez increíble.

No sé qué decir, mi mente se nubla, mi respiración comienza a salirse de control a medida que va acercando su rostro y me susurra al oído con su ronca y sexy voz.

—Dime que tú también te mueres por besarme, porque yo, no he hecho más que pensar en el sabor que tienen tus labios.

Me quedo callada en un intento inútil de calmar todo lo que él es capaz de despertar en mí, mi piel reacciona al roce caliente de su aliento y siento como todos mis bellos se ponen de puntas. Creo que me estoy precipitando demasiado, estoy dejándome llevar,  sintiendo mucho en muy poco tiempo, y no sé si eso pueda llegar a traerme problemas. No quiero permitirme volver a ser débil. Aunque… ¿Realmente puedo evitarlo?

Cuando las luces se apagan  [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora