Cuando las luces se apagan [EN PROCESO]

Prólogo

Todos somos buenos y malos. Somos una combinación de errores, momentos felices, tristeza y oscuridad. Intentamos seguir adelante superando los obstáculos que hay en el camino… aunque… muchas veces esos obstáculos terminan convirtiéndose en miedos, y la única forma de superar un miedo. Es enfrentándote a él.

Sí existe la escala de grises, aunque nos decimos a diario que todo debe ser blanco o negro; todo o nada. No es así, siempre hay un punto medio, cada cosa que existe tiene un principio, un desarrollo, y un final. Las personas no somos la excepción. Yo no soy la excepción. Vivía encadenada a mi propia mente, corriendo en un callejón sin salida, viéndome atrapada y entonces quise huir. Quise intentar escapar de mis pensamientos, de mis recuerdos, de mis pesadillas, y en vez de enfrentarme al miedo, huí de él.

Fingir que no nos importan los recuerdos, es un refugio cómodo y pretendemos ignorar las marcas que la vida nos ha dejado, pero mientras más te empeñas en evadir tus temores, más rápido te alcanzan. Él llegó a mi vida intentando escapar de los suyos, huyendo, cargando un alma rota. Encontramos tranquilidad en nuestros besos, en nuestros brazos. Nos escondimos juntando nuestros pedazos, siendo uno. Él llegó a mi vida para mejorarla, y la verdad. Amo la forma en la que la destruyó.

Hablarles de mí, es hablarles de una historia de amor. Sí, porque todo lo que hoy nos duele, es porque existió el amor, ya sea una traición, una muerte, o un corazón roto. Dicen que el amor es un pequeño suicidio, y tal vez lo sea.

Nunca confundan lo ordinario, con lo extraordinario. Porque en este último está ese extra que estás dispuesto a dar, a mostrar. Aunque a veces nos engañamos con eso que mostramos, creyendo que es realmente lo que somos. Y no. Somos lo que hacemos cuando estamos a solas, somos lo que hacemos cuando nadie nos ve. Somos lo que hacemos… “Cuando las luces se apagan”
Mi nombre es Jane Kennedy. Y esta es mi historia.