Capítulo 12.

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Me encuentro sumida en un profundo sueño cuando siento un ruido un poco raro y bastante molesto, como si estuvieran martillando algo lentamente. Intento ignorarlo cubriéndome la cabeza con la almohada, pero es imposible, cada vez lo siento más y más cerca. Quito la almohada a una velocidad casi inhumana a punto de estallar en cólera por el estúpido ruidito.

Sí, eso de despertarme en contra de mi voluntad me vuelve algo agresiva.

Me levanto frunciendo el ceño al ver a Sofie muy concentrada y con cara de asesina en serie tirando unos dardos hacia una diana, la cual no sé de donde salió. Está tan concentrada que no se ha dado cuenta que estoy parada de brazos cruzados detrás de ella. Carraspeo de forma exagerada para que note mi existencia y se gira.

—Buenos días por la tarde –habla.

—¿Se puede saber porque estas en mi habitación, mientras estoy durmiendo, y clavando dardos… –me acerco a la diana en la pared cuando noto una hoja pegada- En una foto de Kyan? –la miro con una ceja levantada.

—Odio a los hombres –se sienta en el borde de la cama con los brazos cruzados como una niña pequeña.

—¿Es ahora cuando tengo que hacer de psicóloga? –pregunto saliendo de mi furia invisible momentánea.

—Tú jamás podrías ser psicóloga –dice- un loco desestabilizado no puede atender a otro.

— No solo me despiertas a base de ruidos incomodos y torturadores, sino, que ahora me ofendes. Mal empezamos.

—Ese no es el punto Jane, céntrate. El punto es que odio a los hombres.

Después de todo es cómica.

—¿A los hombres o a Kyan? –apunto con el dedo a la foto llena de huequitos en la pared.

—Es lo mismo.

—Bueno, ¿A qué se debe el odio? –me siento en la cama junto a ella- Porque por lo que vi ayer todo estaba perfecto, hasta te llamó princesa.

—Sí, ayer en medio de su dosis de alcohol elevada me dijo que el también sentía lo que yo estaba sintiendo, que yo le gustaba para algo más que solo sexo. Pero luego intentó retractarse, y terminó por decirme que lo mejor era darnos un tiempo.

Me quedo en silencio por unos minutos sin saber que decir exactamente. A lo que ella agrega..

—¿Qué es lo que está mal conmigo? –el tono de su voz se torna un poco débil.

—Hey, no, eso sí que no –desvía la mirada hacia el suelo- Mírame. No hay nada mal contigo, el problema no eres tú. Dale un poco de tiempo, supongo que si se arrepintió de decir eso es porque no está preparado para algo más.

¿Por qué siempre asumimos que el problema somos nosotros? No damos paso a una interpretación o a una explicación y terminamos echándonos la culpa, o echándosela a otros en el menor de los casos. Es más fácil darle la responsabilidad de los hechos a una sola persona para evitar algo más. Nos pasamos la vida evitando lo que en un final, es inevitable.

Qué filosofa te has vuelto Jane, deberías seguir tus propios consejos.

Cierto.

—Lo sé, pero al menos que sea sincero, o que me dé una explicación. No es tan complicado decir: Oye Sofie me gustas mucho, pero no estoy listo para una relación. O... Sofie, lo siento paso de ti, no me gustas nada, pendeja –dice haciendo una mala imitación de la voz de un hombre.

—Qué sutil –ironizo.

—Supongo que le daré el tiempo que me pidió. Pero eso sí, que se largue con reloj y todo –ahogo una risita.

Cuando las luces se apagan  [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora