— Alex, ¿cuánto es 83 menos 129?
— Menos 46.
— No, no menos 46, menos 129.
—... Menos 46.
— No Al, no 83 menos 46, 83 menos 129.
— Da menos 46, el resultado es negativo.
— Oh.
La estupidez de Khrome era abismal, pero así de abismal era la inteligencia de Alex, se equilibraban, por así decirlo. Las personas no entendían como semejante diferencia no los llevase a constantes discusiones, para ellos era muy sencillo entenderlo, pero esa no era la única cosa que sólo ellos eran capaces de entender. Aunque a simple vista Alex ya tenía cincuenta-y-tantos y Khrome unos veinte años aproximadamente, en realidad ambos tenían muy seguramente veintiuno. Era cuestión de todos los cambios temporales y dimensiones a las que tenían que verse sometidos les había dejado así. Alex había envejecido muchísimo físicamente, y Khrome al contrario había permanecido como alguien que estuviera cruzando a duras penas los diecinueve. Todos cuestionaban como podían asegurar que se querían y hacían juramentos de amor en cuestión de tan solo unos meses, pero para ellos era sencillo, la cuestión del tiempo era distinta para la percepción de ambos. Era imposible determinar si para ellos esos seis meses habían sido como años, o siglos inclusive. Podías sentarlos a pedirles que te narren un sin número de cosas que no sabrías como encajar cronológicamente en los once meses que según llevaban de relación, porque simplemente no eran once meses. Dilataban el tiempo a su parecer.
Aunque Khrome no le gustaba mucho eso, se le terminó haciendo más cómodo unirse a Alex para hacer lo que quisiera. Khrome de todas formas estaba acostumbrado a romper las reglas, Alex por otro lado jugaba más a cambiarlas, porque tenía el poder y el dinero para hacerlo. Ambos caminos igualmente llevaban a salirse con la suya, y Khrome ya prefería ir por el camino que le ahorrará otra sentencia, ya tenía como cuatro cadenas perpetuas a su nombre.
Cuando Alex estaba cansado, Khrome lo alegraba. Verlo juguetear entre las flores del jardín y colgarse de cabeza del árbol como una zarigüeya. Lo hacía muchas veces, algunas en las que Alex se sentaba a la sombra del árbol a dormir un rato o aplastar hormigas, Khrome se colgaba y le daba un beso al estilo "spiderman". Muchas veces las babosadas del joven lograba sacarle una sonrisa, en especial por lo torpe que era. Sus caídas o fracasos eran divertidos hasta cierto punto, por supuesto no se reía si él terminaba realmente herido, ni se reía si habían más personas cerca, porque no quería que trataran a Khrome como un objeto de burla. Alex solo se reía porque le parecía lindo, a veces lo miraba sin poder creer todavía que eran pareja.
El punto era que o se equilibraban o se complementaban mutuamente.
— Al, ¿te comiste todo en la nevera?
— Dije que si me daban un like podía comérmelo todo.
— Alex tu publicación tiene un like y es tuyo.
— ¿Ves?
A Alex le gustaba comer y a Khrome cocinar. Al más joven se le hacía gracioso y tierno engordar a su novio, porque parecía la típica historia de amor. Dependían mucho del otro, porque así habían cientos de cosas que uno necesitaba del otro. Cuando Khrome no estaba, Alex directamente no comía, sacaba excusas para no ir a restaurantes o pedir comida. En conclusión, eran felices juntos, se sentía cada uno como la persona más dichosa del universo cuando tenían al otro a su lado.
Alex ya no sabía cómo llegaron a esto. No necesitaba drogas para sentirse tranquilo, solo necesitaba a Khrome.
Pasaron casi cinco horas, o más. El sol ya estaba levantándose y algunos pájaros comenzaban a cantar por la ventana, fue solo ahí cuando la paralización comenzó a irse. Alex se comenzó a mover poco a poco, desentumiéndose se acercó al cadáver, ¿podía enserio decirle así? "el cadáver", era Khrome, el que estaba tirado en un charco de sangre en el suelo con moscas revoloteando por la habitación era Khrome. Se le quedó viendo un poco más, como si no lo hubiese mirado lo suficiente, era como si quisiera que en cualquier momento se levantara y le dijera que todo estaba bien, como si esperase que una idea del cielo cayera hasta él para revivir a Khrome, pero no había caso. El impulso casi hacía que Alex probara tomar el pulso de Khrome, pero era obvio que estaba muerto, literalmente podía ver como su corazón ya no latía, porque estaba desparramado en el suelo.
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No quiero que esto sea público
RandomLuego de la trágica muerte de un compañero cercano, la culpa comienza a sumergir a Khrome dentro de un agujero vacío de miseria. Este golpe no tarda en comenzar a verse reflejado en su salud física y mental, por ello Alex decide extenderle una mano...