Éxtasis

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Esta vez había sido Khrome quien prácticamente no le había dirigido la palabra a Alex. Él intentaba conversar con él y sacar temas de conversación, pero en respuesta recibía escuetos "Sí." "No" "Tal vez" y "No lo sé". Incluso intentaba sacar temas de los cuales sabía que Khrome amaba hablar y que seguramente si le daba la oportunidad le hablaría de ellos por horas, pero las respuestas eran las mismas. Después de un tiempo ni siquiera hacía uso de las palabras, solo se encogía de hombros o asentía o negaba con la cabeza.

— Khrome, ¿podrías transformarte? Por favor.

Alex golpeteaba un poco la cama, para ser un hospital de lujo, la cama parecía una roca. Le dolía mucho no poder saber si realmente Khrome era real, habría llamado a Seryotzha a preguntarle si él regalo era cierto pero ya habían muy seguramente blindado el sitio para cancelar las ondas, porque su teléfono ya no servía.

— Está bien.

Khrome respondió de forma desganada antes de quitarse la camisa y los pantalones para poderse transformar. Una vez ya había acabado su metamorfosis en una bestia, se recostó contra la pared. Era inmenso, casi ocupada por completo la habitación, Alex le tenía cierta admiración.

Se acercó a él y se dejó caer sobre él peludo, hundiéndose en su sedoso pelaje, nunca se hizo idea de cómo podía tener el pelo tan suave con una alimentación tan mala y unos cuidados tan mediocres, pero ahí estaba, seguramente la cosa más suave con la que jamás había tenido tacto. Suspiró felizmente mientras frotaba su rostro en él, acariciandolo y dejando que sus manos jugarán con su pelaje.

Sí, definitivamente eso le gustaba mucho más que su cama. Claro, si Khrome logrará ganar más peso sería mucho más suave, como un peluche al que aplastar y usar de colchón. Alex ya estaba haciendo planes para engordarlo cuando recordó que todo estaba perdido, Khrome estaba muerto. Le había dicho que lo odiaba, se había acostado con otra mujer con él presente, lo intentó rematar.

— Soy un idiota, lo siento.

Un resoplido de la bestia llamó su atención, como si no quisiera oír sus disculpas, veía la nada mientras movía un poco la nariz olfateando el aire. Alex suspiró y lo abrazó mientras meditaba un poco qué hacer ahora. Entonces le vino a la mente una idea, y se sintió como un completo tarado por no darse cuenta antes.

— Ya sé cómo puedo comprobar si eres real. No sé cómo no se me ocurrió antes.

Se levantó de su "cama" mientras comenzaba a andar de un lado a otro reuniendo materiales, Khrome levantó un poco la cabeza y entonces se dedicó a lamerse un poco las patas, se acicalaba para que el lustroso pelaje se mantuviera suave. Volvió a levantar la vista de golpe en cuánto Alex golpeó la mesa con el vaso a la vez que bebía por completo una botella de licor, se quitó los zapatos y los lanzó al otro lado de la habitación. Khrome ladeó la cabeza levemente mirando con confusión lo que estaba haciendo. Se transformó de vuelta solo para cuestionarlo.

—¿ qué haces?

— Ve a la otra esquina de la habitación.

Alex comenzó a rasgar una de las camisas que tenía ahí, era negra, de tela gruesa y poco porosa. Con sus restos comenzó a vendarse los ojos y se aseguró de darse varias pasadas, no dejó de vendarse hasta estar completamente seguro de que no podía ver absolutamente nada, habiendo asegurado esto, palpó la pared buscando el sitio donde había dejado la botella y el vaso y habiéndolos agarrado los aventó contra el suelo. Estallaron en cientos de piezas casi recubriendo toda la habitación, frente a esto Khrome pegó un brinco apegándose a la pared contraria.

—  Ayúdame a cruzar. —  Dijo Alex tambaleándose de un lado a otro, esforzándose por no perder el equilibrio.

— ¿Qué?

No quiero que esto sea públicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora