Alex era un genio, pero no había que ser un genio para saber qué le pasó Khrome esa noche. Aún cuando él no dijo nada, mientras lo revisaba y veía sus heridas fue como leer un libro abierto que le narró cada cosa que le pasó. Alex lo anesteció primero, y ya luego se dispuso a llorar, no quería que Khrome lo viera llorar y se pusiera peor. Lloró por haberlo dejado solo, lloró por no haber estado a su lado, lloró porque casi sintió el dolor de lo que había pasado Khrome, y por sobre todo lloró por no haberlo ayudado.
Cuando se calmó acarició su frente y le apuntó con la pistola.
Disparó, pero no una bala, al contrario, en vez de incrustar algo en su cráneo, eliminó algo de él. Borró por completo el recuerdo de esa noche, porque no deseaba dejarlo vivir con eso. Concluyó que era la mejor decisión a tomar y después fue a guardar el aparato.
Aún cuando pasaron los días y Khrome no recordaba nada, era como si una herida hubiese quedado. Una herida que Alex no podía tratar porque solo Khrome la sentía, dentro de su cabeza. Había comenzado a usar ropa más ancha y que cubriera casi por completo su cuerpo, incluso solía mantener el rostro agachado para que no lo vieran. Con la única persona que no tenía esos comportamientos era con el mismo Alex.
Alex siguió manteniéndolo dopado para que no se cuestione de más por qué no recordaba nada ese día, y para que se detuviera de llorar sin motivo alguno. Cuando lo hacía miraba a Alex y le preguntaba por qué, por qué se sentía tan triste sin motivo, por qué tenía miedo de salir y por qué súbitamente quería estar tanto con él. Sí, siempre habían sido muy apegados, pero últimamente Khrome se ponía ansioso si pasaba demasiado tiempo alejado de él y no sabía porqué. Quería dejar de hacer eso porque no quería hartarlo y quería darle su espacio, no empalagarlo.
Alto y firme, Alex investigaba cuál era el mejor terapeuta en todas las dimensiones, no pagaría ninguno hasta estar seguro que fuera el mejor, porque Khrome no merecía nada menos. Era triste que no se enfocara en el verdadero problema.
Últimamente era casi como un temporizador, y cuando se acababa el tiempo a ambos les urgía una dósis de cualquier cosa, lo que fuese pero LO NECESITABAN. Tenían que asegurarse de tener dósis a la mano porque si para cuando querían una no la había, se irritaban mucho. Para bien o para mal eso nunca ocurría, porque casi siempre estaban drogados, cuando lo estaban sonreían y jugueteaban sin que nada más importase en el mundo, pero cuando estaban sobrios se quedaban muy callados, muy rara vez lograban tener un tema de qué hablar, y al final se rendían y proponían drogarse un poco más para pasar un buen rato.
Khrome era quién se estaba dando cuenta de esto y se estaba preocupando. Extrañaba ir al parque y corretear hasta que Alex no pudiera más, extrañaba verlo intentar cocinar y terminar recubierto de harina y crema, le dolía tener que enviar a sus niños con la nana durante días porque si alguien se enterase de las clases de cosas que hacían cuando estaban ambos juntos no durarían en meterlos a un hospital psiquiátrico.Le costaba creer lo solo que se sentía, lo tenía a su lado, lo abrazaba, lo besaba, pero se sentía solo, sumamente solo.
Khrome intentó que ese día fuese distinto, se propuso no drogarse en todo el día y hacer que fuera como las veces anteriores. Permitió que los niños se quedarán en casa ese día,se despertó temprano, demasiado. Fue a la cocina y comenzó a mezclar múltiples ingredientes, solo entonces se dio cuenta que la mitad estaban dañados, llevaban demasiado sin hacer compras, así que salió al mercado a traer algunas cosas. Falló la primer meta, tuvo que hacer pausas cada cierto tiempo para tomar algunas pastillas, de todas formas se sentía realizado por lograr hacer muchas tareas que hace mucho no hacía. Lo que no comprendía era por qué se sentía tan nervioso de que cualquier persona lo mirase. Tenía que mantener en el teléfono el número de Alex listo para marcarle todo el tiempo, no entendía el motivo de su paranoia.
Cuando regresó a casa preparó sushi, porque era el favorito de Alex. También hizo papilla para los bebés. Estuvo toda la mañana limpiando, no se había dado cuenta de cómo habían permitido que algunas zonas de la casa se ensuciaran tanto. Así pasó toda la mañana y la madrugada, hasta que Alex despertó.
Lo recibió con la sorpresa y él estuvo muy contento. Comió con mucha alegría y al igual que Khrome logró olvidarse de las drogas un tiempo. Incluso lograron estar lo suficientemente sobrios para acordar juntos ir al cine a ver una película animada que había salido recientemente. Claro, al salir se hicieron en la parte trasera y fumaron juntos mientras se reían, pero por lo menos no estaban matándose en éxtasis.
El día se les hizo muy corto, cuando la tarde llegó decidieron ir a caminar por ahí, sin un rumbo establecido, pero querían conversar un poco. Mientras andaban por las calles notaron muchas carteleras, y cuando finalmente optaron por leer una vieron que había una feria actualmente abierta. No lo dudaron y fueron allí en un dos por tres.
Algodón de azúcar, atracciones, personas disfrazadas, el sitio era un paraíso. A Alex prácticamente tuvieron que echarlo de los puestos de puntería donde con una pistola de agua disparabas a tinos, porque siempre ganaba y estaba acaparando todos los peluches para Khrome. Para seguir jugando tuvo que darles mil dólares para comprarles el puesto entero. Khrome estaba más interesado en atracciones más extremas y en los puestos de dulces. Tuvieron que parar un momento por la enfermería porque por subir a la montaña rusa con el algodón de azúcar casi le encaja el palillo del mismo a Alex en el ojo. Ambos querían hacer de machos protectores al entrar a la casita de terror, pero la verdad que a ambos casi les da algo así que tuvieron que huir de ella por una alcantarilla. Al anochecer Alex notó que Khrome estaba ya muy cansado, después de todo, él había estado despierto desde hace mucho antes. Le preguntó si quería volver a casa pero se negó, y decidieron ir a atracciones más tranquilas.
Cuando estaban sobre las tacitas de té flotantes comenzaron a caerles leves gotas de llovizna en la cara. Oscuras nubes de lluvia taparon el cielo, tuvieron que salir de ahí y ver cómo todos rápidamente guardaban sus carpas y cerraban el lugar.
Comenzó a llover muy fuerte, ambos estaban empapados. Alex extendió su mano para atrapar algunas gotas de agua en su palma y verlas.
— Ja, parece que por fin te vas a bañar.
— Hey, los fránceses son los que no se bañan.
Alex rodó los ojos y le revolvió el cabello, o bueno, iba a, porque Khrome antes de ser tocado se sacudió por instinto como un perro, salpicando a Alex de lluvia. Alex lo miró sarcásticamente, Khrome sonrió de forma burlona, pero al ver que Alex estaba a punto de tirarse encima de él salió corriendo.
Se persiguieron un buen rato, y se cayeron varias veces por el lodo que se formaba en el suelo, como niños pequeños aprovechaban para saltar sobre los charcos. Cualquiera que se asomase por la ventana esa noche vería a este par de locos jugando bajo la lluvia a media noche.
Llegaron a casa cansados, cruzaron la puerta jadeando y arrastrando el barro. Khrome cerró la puerta tras de sí para cuando Alex le lanzó una toalla a la cara.
— Sécate, ni se te ocurra ensuciar la alfombra.
Khrome asintió y se secó lo más que pudo, esto solo con el propósito de no ensuciar toda la casa de barro, porque igualmente tomaron juntos un baño con agua tibia. Luego de que ambos se pusieron su pijama, Alex se quedó un rato en el tocador arreglando su cabello mientras Khrome se aseguraba que todos los bebés estuvieran bien: los bañó con cuidado, les dio leche con fórmula tibia y los durmió. Luego de eso, ambos se tiraron a la cama extenuados. Alex se sentía muy cansado, pero solo físicamente, en realidad no quería dormir aún, pensó en ver televisión un rato, de hecho, le iba a proponer a Khrome jugar un videojuego, pero cuando intentó dirigirse a él, ya estaba enroscado abrazando su cola profundamente dormido. No lo molestó ni encendió la televisión, lo que sí encendió fue su teléfono junto a un cigarro.
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No quiero que esto sea público
AcakLuego de la trágica muerte de un compañero cercano, la culpa comienza a sumergir a Khrome dentro de un agujero vacío de miseria. Este golpe no tarda en comenzar a verse reflejado en su salud física y mental, por ello Alex decide extenderle una mano...