Nathaniel se permitía beber un poco de café, estaba algo agrio, pero de cierta forma era exquisito, disfutable. El amargo se difuminaba con el azúcar y con la leche dulce que había mezclado la cafetera. Nada mal, pero mejorable para ser supuestamente de calidad superior, definitivamente el sabor amargo se debía a un mal uso de abono en la tierra, nunca sabían controlar la acidez del terreno, ¿era enserio tan difícil entender la importancia del ph adecuado para una buena siembra?.
Mientras bebía otro sorbo pudo escuchar como de fondo su experimento acababa el circuito que había diseñado para él. Sonrió mientras se acercaba. El circuito era un laberinto el cual tenía que terminar en cierta especifica cantidad de tiempo, por lo cuál tendría que correr a través de él, por el tamaño de la criatura al acelerar y girar en las curvas tendía a chocar con las paredes luego de deslizarse un poco del suelo a causa del momentum y la fricción en el suelo. Este era claramente un comportamiento inconcebible, derrapar en las curvas y estrellarse quitaba tiempo, así que en cuanto tocaba las paredes recibía una gran carga eléctrica, solo la cantidad suficiente para causarle pequeñas quemaduras en la piel, no deseaba pagarle el corazón a su mejor análisis. Era la vigésimo cuarta vez que repetía el circuito, en cada vez, la estructura del mismo variaba para que no fuera el mismo dos veces , luego de tantos choques había quedado exhausto, pero finalmente había pasado el circuito sin estrellarse. Miró cómo la criatura caía al suelo jadeando, y volvía a su forma humana por algún motivo. Inaceptable, le dio otro choque para que inmediatamente volviera a su forma original, no entendía por qué seguía haciendo eso cuando ya prácticamente no tenía consciencia, sin mencionar que le quitaba más energía estar en su cuerpo disfrazado. Su hipótesis es que es por mero instinto, después de todo, al igual que los humanos el tritimalis era un ser de costumbre y rutina. Seguramente su cerebro todavía replicaba lo que solía a hacer, pero ya desde hace un par de días estaba seguro de que no estaba consciente, pensando como un humano.
Se acercó a él y le enterró en el hombro la jeringa con el apaciguador, un pequeño invento para acelerar la pérdida de consciencia. Los tritimalis no podían pasar mucho tiempo transformados o no podían volver a ser "humanos", lo que ocurría era que entre más tiempo gastasen en su forma original, más se nublaba su mente hasta que simplemente tuvieran la capacidad mental de un animal, un perro, quizá. El punto era que llegado ese punto por supuesto, no eran capaces de pensar en transformarse de vuelta. Ahora que lo tenía así, era cuestión de "domarlo", domesticar un gato salvaje y ya, y había sido bastante simple dándole algunos cubos de azúcar e inmediatamente lo tenía a sus pies.
Sus cuernos eran fuertes ahora, estaban poco a poco comenzando a dar pequeños brotes. Se sentían justo como pequeños troncos firmes, sí, troncos en miniatura, no ramas, las ramas eran frágiles, estos cuernos fácilmente podrían atravesar metal y concreto, era impresionante, no frjaba de sorprenderse con lo que su propio intelecto estaba logrando. Abrió el techo del lugar para que la luz solar permitiera a la criatura realizar su proceso de fotosíntesis. Vertió 800 gramos de concentrado en un bowl, añadió vitaminas pulverizadas, una porción de carne seca y algo de leche en polvo. Mezcló para un resultado homogéneo y acto seguido se dirigió nuevamente al aprisiona miento del monstruo, con una vara metálica le entregó el plato que consumió frenéticamente. Gracias a la dieta había adquirido una contextura mullida y fuerte. Estaba ansioso por ver cómo avanzaba.
Finalmente había pasado una semana, semana y media casi. Estaban ya situados en la puerta esperando a que les autorizarán la entrada para ver a Alex, ya le habían dado aviso de que tenía visitas y había comenzado a arreglarse un poco.
- Bueno, fue un gusto acompañarlos...
- Seryotzha, ¿por qué no te has ido aún? - Mery lo miraba recostada contra la pared.
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No quiero que esto sea público
De TodoLuego de la trágica muerte de un compañero cercano, la culpa comienza a sumergir a Khrome dentro de un agujero vacío de miseria. Este golpe no tarda en comenzar a verse reflejado en su salud física y mental, por ello Alex decide extenderle una mano...