Slow dancing

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Que bonitos ojos eran aquellos con los que lo miraba, verdes con un poco de cielo, tan inteligentes, tan amenazantes, tan traviesos a veces, y ahora estaban completamente fijos en él mirándolo con tanto amor y admiración y eso le encantaba, podía volverse adicto a que lo mirara de esa forma para siempre, a sus ojos y la lenta melodía era a lo único que podía prestar atención en ese momento. Todo lo demás estaba fuera de foco, el ruido de las personas conversando, las risas, el sonido de la fuente de agua, era ruido blanco.

Temo dejó a sus pulgares recorrer el cuello podía sentir el pulso acelerado a pesar de la lenta melodía, sus dedos entrelazados en la parte posterior le daban soporte, mientras su cuerpo se balanceaba suavemente siguiendo los acordes de la canción.

Existe algo mágico en el primer baile de casados, ese que casi decidieron eliminar de la etiqueta para evitarse encontrar la canción perfecta, o porque ninguna canción era lo suficientemente adecuada, tanto análisis y planeación hasta lograr estar de acuerdo que esa era perfectamente imperfecta.


"Qué haría yo sin tu inteligente boca atrayéndome, y sin ti echándome a patadas"

Temo tarareo los primeros versos sin dejar de mirarlo. Exactamente así fueron sus comienzos. Mateo un joven tan estricto, poco sociable, orgulloso a más no poder, engreído, sabelotodo, con una falta de tacto que lograba lastimarlo, y aunque al día de hoy seguía en desacuerdo con los métodos que uso con él cuando se conocieron, de alguna forma sus puyas, sus constantes menosprecios lo ayudaron a encontrar su voz, "¿De qué te sirve tener una voz si no vas a usarla?", encontró en él la necesidad de mostrar que era alguien por sí mismo, y no por sus contactos. "Ya que eres el favorito, entonces debes demostrar por qué lo eres, Cuauhtémoc", le había dicho justo antes de tener que enfrentarse a su primera tarea como pasante de Ubaldo y no podía estar más lejos de tener razón. Y hoy podía no estar de acuerdo con sus métodos, pero no cuestionaría jamás sus resultados. Con eso mente sonrió.

Sonrisa que fue correspondida por Mateo, que parecía también estar perdido en algunos recuerdos, las melodías siguieron su curso. Sus cuerpos sabían como moverse en perfecta sincronía, se complementaban, no tenía nada que ver con quien llevaba a quién, que fue una de las preocupaciones principales de los asesores del evento, como si se tratara de quien tenía el ego más grande, Temo siguió sonriendo, aunque si se trataba de eso quizás sí su esposo lo tenía, pero en todo lo demás se movían juntos en igualdad de condiciones. Y por supuesto jamás le dejaría que olvidara aquello.


"Mi cabeza está bajo el agua, pero estoy respirando bien, tú estás loco y yo no estoy en mis cabales"

Mateo acercó sus labios y susurró las palabras contra su boca. Así se sentía cuando estaba con Temo, un mundo completamente nuevo e inexplorado que lo golpeaba de frente, pero que no era doloroso, en el que se sintió bienvenido desde el primer instante y disfrutaba de vivirlo a su lado.

Sus miedos, sus inseguridades que cubrió con una arrogancia tan extrema, tuvo que perder sus cabales para dejarlo todo, dejar todo lo aprendido, lo inculcado, lo memorizado, para lograr aceptar quién realmente era, para estar realmente orgulloso de quien era. Dejar de tener miedo a las críticas familiares, sociales, etc. Temo siempre estuvo allí, siempre allí sosteniendo su mano cuando aún no lograba entender que necesitaba esa mano para soltar la pesada armadura de que estuvo cargando desde siempre y salir fortalecido de la experiencia. Y aunque nunca sería como era Temo, pues su personalidad y carácter formaban parte de él, si dejó atrás muchas cosas que no le permitían una verdadera libertad.

"Vamos a ver si la sensibilidad de Cuauhtémoc, converge con el pragmatismo de Mateo", podía recordar a la profesora Elsa lanzando esa pequeña declaración. Ojalá pudiera verlos ahora, ambas personalidades convergían imperfectamente perfectos en ese momento.

Cuando las últimas melodías de la canción se dispersaron, aún estaban uno en los brazos del otro negándose a soltarse. Las manos de Temo tras el cuello de Mateo, las manos de Mateo aferradas a su cintura, sus frentes juntas y sus labios a escasos centímetros. Nadie se atrevió a interrumpirlos pues sería como intentar romper un momento mágico algo imposible de hacer.

 

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Servicio a la comunidad: Me ayudan con ideas para primeras veces, porque acabo de freírme el cerebro y no se me ocurre nada... help me <!

 (sexo estará más adelante así  que eso no)

&quot;Serendipia&quot; OS (MATEMO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora