Drunk confession

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—Tienes un gran problema entre manos, amiguito... —la sonrisa sabionda de Karen no era en absoluto tranquilizante.

—Lamento no poder llevarte de regreso —Mateo negó con su cabeza dirigiendo su mirada hacia donde su amiga observaba.

Sus compañeros de universidad y algunos invitados jugando a beer pong, cosa que no era demasiado extraña, así terminaban la mayor parte de sus reuniones, eran jóvenes un poco inmaduros, les gustaba vivir emociones intensas, en fin.

Lo extraño para él era el entusiasta jugador de la mesa que lo observaba con ojos como dagas mientras poco a poco iba perdiendo la coordinación, porque el otro que lo acompañaba le importaba menos de que un comino, más cuando intentó meterse para evitar que razonara con Temo, si era por el, Diego podía entrar en coma etílico.

—Soy una niña grande, tú si deberías tener cuidado —lo apuntó con un dedo—, creo que está pensando en la posibilidad de colocarte tres metros bajo tierra, no me parece que sea de los hombres a los que les puedas decir que hacer.

—No, porque nunca he pensado que tendría la necesidad de advertirle sobre algo, es bastante consciente y coherente en días normales —cuando se enterara de que mosco le pico a Cuauhtémoc López... bueno, todavía no sabía que iba a hacer exactamente.

—Todos tenemos un momento —Karen revisó su teléfono y besó las mejillas de Mateo—, mi hermano está en la salida, imagino nos veremos después.

Después de eso todo continuó cayendo en picada. Era un hombre mesurado, bastante razonable, adjetivos que también podría dárselos a Cuauhtémoc, pero hoy no. Temo parecía querer beber su peso en cerveza y ron con cola y él estaba por perder la paciencia, si Temo tenía algo que reclamarle no era necesario ahogarse en alcohol para hacerlo.

Temo con su rostro completamente rojo, sus ojos vidriosos, ni que decir de sus lanzamientos con la pequeña pelota de ping-pong, errados en su mayoría, seguía mirándolo como al mayor criminal de la historia.

Cuando lo vió trastabillar tuvo suficiente, Diego podía ahogarse en un barril si lo deseaba, pero para Temo era suficiente, si Temo quería ser tratado como un adulto no debía comportarse como adolescente y si se iba a comportar como un adolescente lo trataría como uno.

—Nos vamos —habló con autoridad tomándolo de un brazo, intentando evitar hacer una escena.

—Yo no vine contigo, Symanski —contestó Temo intentando soltarse.

—¡Les has roto el corazón a mi amigo y ahora te lo quieres llevar! —Diego intentó meterse y ayudar a Temo, tirando de su otro brazo—. Eres malo, muy malo, pero estás muy bueno —su pequeño desvarió algo tenía que ver con los grados de alcohol en su sangre.

—¿Qué yo le he roto qué? —Mateo elevó las cejas sorprendido, se le estaba escapando algo importante.

—Shhh... no se lo digas, Diegochas... él no lo sabe... aquí solo tiene un pedazo de hielo —Temo, soltó su brazo del agarre de Diego y colocó su mano libre sobre el pectoral de Mateo luego esbozó un puchero para enfatizar su punto.

—¡Ahhh, no te hagas el santo, traes una chica hermosa de la que Temo no tenía ni idea, y resulta que están juntos desde toda la vida! ¡Toda la vida! ¿Sabes lo que es eso? —Diego lo recriminó apuntándolo con un dedo—, Eres malo, grandote. Podías habérselo dicho antes.

—Yo puedo defenderme solo, Diego, ¡suéltame! —volvió a pedirle—. Mateo tú eres malo conmigo, pensé... —el resto de sus palabras se perdieron en un hipido—, yo me quedo.

Estaban haciendo una escena, las personas empezaban a prestarles atención, al menos las que aún mantenían sus mentes lucidas y con eso su paciencia expiró.

"Serendipia" OS (MATEMO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora