Bed Sharing

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—Symanski, López habitación 2-8

Temo extendió su mano mecánicamente para recibir la llave de la habitación, por unos minutos perdió el habla, la docente continuaba nombrando a sus compañeros y asignándoles las habitaciones restantes hasta que el pasillo fue despejándose quedando solo los tres.

—¿Quizás podría cambiarnos de habitación, profe? —pidió con un hilo de voz, no había manera de que conscientemente decidiera compartir la habitación con Mateo y menos durante una semana.

—¿Tiene algo mal? —la profesora levantó una ceja

—Digo... sería mejor cambiarnos de compañeros —intentó explicarse Temo.

—¿Tienes algún problema con Mateo, Cuauhtémoc? —se sorprendió al escucharlo, parecían llevarse bien, bueno quizás tenían unas pequeñas diferencias, pero era algo esperable en dos estudiantes brillantes y muy competitivos.

—No, es que quizás él pueda sentirse incómodo —de alguna forma sintió la mirada penetrante de Mateo a su espalda no había pronunciado palabra y eso lo estaba poniendo nervioso.

—¿Tienes algún problema con Cuauhtémoc, Mateo?

Mateo que se había mantenido en completo silencio y observando con una media sonrisa mientras Temo tartamudeaba intentando salir de esa situación, negó con su cabeza con total indiferencia.

—Ningún problema.

—Entonces será mejor que vayáis a descansar. Mañana los espero a las siete y media en el comedor, tenemos toda esta hermosa ciudad por visitar y muy poco tiempo—lo hermoso de los viajes de fin de curso visitar ciudades hermosas, París siempre tendría esa belleza mágica, sería muchísimo mejor sin tener una treintena de adolescentes que cuidar por supuesto, no obstante no iba a quejarse si gracias a ellos podía disfrutar de unas pequeñas vacaciones.

Cuando la profesora desapareció en el ascensor, Temo miró a Mateo y deseo poder quitarle esa sonrisa de los labios, como parecía no haber salida se encaminó a la habitación tirando de su maleta, cuando la puerta se abrió cerró sus ojos deseando materializar de esa forma dos camas, esto no pasó.

Una cama, un armario empotrado a la pared, una televisión, una pequeña mesa en una esquina cerca de la ventana era todo el mobiliario. Era un hotel pequeño y antiguo, tampoco podía pedirle mucho.

—¿Piensas dejarme pasar o debo dormir en el pasillo, Cuauhtémoc? —Temo seguía plantado en la puerta sin atreverse a dar un paso adentro.

—Si le hubieras dicho que querías cambiar de compañero, te habría puesto en otra habitación —lo acusó, por supuesto que la profe le hubiera escuchado después de todo Mateo era su ojito derecho, el niño mimado, ingresó a la habitación sin dejar de observar el mobiliario, como si de pronto este fuera a cobrar vida y echársele encima.

—¿Y por qué iba a hacer eso? —preguntó realmente intrigado al escuchar a Temo, sentándose en una orilla de la cama.

—No te hagas, ¡me odias! —volvió a acusarlo, dejando caer la maleta sobre la alfombra.

—¿Te odio? —Mateo pestañeó y rio sin poderlo evitar—, vaya que intensidad, Temo —humedeció sus gruesos labios, sonrió al ver a Temo no perder el movimiento de su lengua.

—¿No me odias? —Su estómago, se estaba convirtiendo en un zoológico de animales salvajes dispuestos a devorarlo.

—No, no sé de donde sacas eso —Mateo colocó ambas palmas sobre el colchón y levantó el mentón antes de añadir—, tienes una visión un poco errada en relación con mis sentimientos hacia ti —ladeo su cabeza colocando una sonrisa engreída—, lo que me lleva a pensar ¿si tuvieras la información correcta, estarías más o menos nervioso?.

"Serendipia" OS (MATEMO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora