First time: Camping

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Cuauhtémoc

¿En qué momento se le ocurrió que era una maravillosa idea, ir de camping como regalo de cumplemes? Seguro fue un momento de poca lucidez, porque no tenía otra explicación, si tuviera la oportunidad de repetirlo no lo haría.

Su queridísimo y un poco siempre privilegiado novio estaría disfrutando de una salida al cine, al teatro, ver la ópera, quizás una buena cena en un restaurante tres estrellas, un concierto ¿quizás?, ¿pero el aire libre?, sin luz eléctrica, agua potable, señal de internet eficiente y los queridísimos lujos de su departamento, pues que Yavhe los salvara.

Estaba empezando a entender el porqué Mateo usaba el Yidis para maldecir, no podía enojarse si no entendía lo que decía, debía buscar un idioma que Mateo no hablara para hacerlo y sentirse igual de bien.

Y hablando del rey de Roma este tenía su caro trasero pegado a una roca alta mientras movía sus brazos de un lado al otro intentando conseguir señal. Parecía que en vez de llevarlo a desconectarse del mundo lo había obligado a ir a trabajos forzados, cuando la idea cruzó por su cabeza su ira se desinfló de inmediato. No, no estaba tan mal.

Tenía que lograr que esa experiencia mejorara.

¿Por qué pensó que el: "nunca he ido de camping", mientras veían una película era una invitación a realizarlo?, un regalo perfecto. Dio un par de golpecitos en su cabeza, un error de juicio.

Temo se dejó caer a la puerta de la carpa que montó prácticamente solo sobre el lugar establecido, el armazón de madera sobre el piso ayudaría a mantener la humedad lejos de sus cosas. Estaba fascinado con la cantidad de árboles que los rodeaban, inhaló y el olor a aire puro llenó sus pulmones revitalizándolo, podía escuchar un arroyo correr cerca. Hace mucho que no acampaba, y disfrutaba de esa actividad, su auto se encontraba en el área de parqueo del lugar a unos 30 minutos caminando por el sendero.

El reporte metereológico decía cielos despejados Esperaba que así fuera porque deseaba hacer una fogata, asar unos cuantos malvaviscos, luego tirarse sobre la hierba y observar un cielo estrellado, estado lejos de la contaminación lumínica de la ciudad sería un espectáculo increíble.

Al tercer manotazo que Mateo dio sobre su cuello, empezó a compadecerse.

Quién diría que los mosquitos disfrutarían de chupar la sangre de su novio, seguro morirían intoxicados un par de horas después... Estaba siendo un poquito malvado, pero se lo merecía por haberlo abandonado con la carpa a medio montar por buscar señal ante la crisis de no tener internet.

Cuando Mateo empezó a rascarse sobre la picadura, supo que eso empeoraría la sensación, luego lo vio rascarse un brazo.

Podía salvar a su novio de los mosquitos y evitarse quejas futuras, ingresó en la carpa y busco en las mochilas la crema para las picaduras, satisfecho con el envase en mano decidió dirigirse a él.

—Deja de rascarte o el lunes en la oficina vas a tener que escuchar unos cuantos comentarios y yo no tendré nada que ver.

Mateo entrecerró sus ojos, su expresión severa no lo asustaba en lo más mínimo, se hizo espacio entre sus muslos y destapó el envase para colocar un poco del producto sobre las picaduras en su cuello.

—¿Se supone que el cielo debe verse así, Cuauhtémoc? —comentó Mateo señalando tras su cabeza.

—¿Así cómo? —Temo giró sobre su eje, y soltó una maldición, las nubes oscuras auguraban tormenta y una muy fuerte, el viento empezaba a soplar fuerte—, pasará pronto ni la sentirás.

Mateo negó con su cabeza, no le creía, y luego sonrió, agradeciendo el gesto con un beso sobre la frente de Temo.

Se estaba comportando como un grano en el trasero lo sabía, necesitaba saber el resultado de una junta bastante importante para poder prestar toda su atención a su novio y a su desmedido entusiasmo por dormir en mitad de la nada rodeado de árboles, algo importante se estaba perdiendo porque acampar para Temo parecía ser la mejor idea del mundo, el no tener señal de internet lo desesperaba un poquito...

—Si tú lo dices...—revisó una vez más la pantalla de su celular y con desgana lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

—¿no me crees? —Temo se encogió de hombros, tirando de su mano para llevarlo a la carpa cuando pequeñas gotas cayeron sobre sus cabezas—. Tengo una actividad que podemos hacer mientras llueve. ¡Te divertirás!

Al escuchar a propuesta Mateo olvidó sus quejas por la deficiente señal de internet y lo siguió sin rechistar, no dieron ni un par de pasos cuando la lluvia empezó a caer así que se apresuraron, cuando estaban ya dentro de la tienda de acampar, las gotas golpeaban el plástico, se oía el viento soplar y había oscurecido un poco, para Mateo no era el ambiente más idílico, pero prometía mejorar.

Tenía toda su atención en Temo después de que cerró las cremalleras de la tienda aislándolos del bosque, lo vio buscar entre las mochilas hasta tener algo entre sus manos, estaba deseando saber que había planeado su novio.

—¡Vamos a jugar cartas! —exclamó Temo con entusiasmo mostrando la baraja—, así ni te darás cuenta de que llueve.

—Cuando dijiste que me "divertiría" —Mateo se rascó una ceja—, yo no pensaba exactamente en este tipo de diversión.

Temo tomó asiento sobre su saco de dormir en posición india frente a Mateo con una sonrisa traviesa en sus labios empezando a barajar las cartas—, No sé a qué te refieres, jugar cartas es divertido —aseguró de forma inocente—. ¿Entonces jugamos Póquer?

—Por supuesto que no sabes a qué me refiero —Mateo chasqueó su lengua, quién no conociera  a su novio que lo comprara,  y así era la mayoría de las veces, su expresión angelical lograba que se metiera en el bolsillo a cualquiera—, mi idea de diversión incluía unas cuantas prendas de ropa menos, Cuauhtémoc López.

—Podemos jugar póquer de prendas —ofreció Temo mirando con mucha atención las cartas, sin levantar la mirada hacia su rostro—, ¿has jugado antes?

—No —Mateo sonrió ante el sonrojo de Temo en su rostro, no podía con la ternura que le causaba el gesto—, ¿y tú?

—No... —Temo levantó la mirada de las cartas al rostro de Mateo, la mirada de deseo que le reflejó activó el mismo deseo en él—, que sepas que si nos da hipotermia te echaré toda la culpa.

—Eres tú el que ha ofrecido la actividad, pero no te preocupes te mantendré caliente —le aseguró.

Su espíritu competitivo había despertado en el mismo momento que comprendió que el juego podía tener una recompensa, la señal de internet, el diluvio cayendo, estar a 30 minutos de su medio de transporte, era irrelevante. 


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//Hola, espero que hayan tenido un bonito feriado. Cuídense mucho!!.

"Serendipia" OS (MATEMO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora