Sofía-Clairo

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Mierda, los profesores.

La verdad es no pensé en ellos hasta ahora, jamás me pasó por la cabeza que los retuvieran de esa manera.

- Mierda - exclamó mi novia cuando se dió cuenta.

- Él lo planeó - pensé en voz alta - lo tenía planeado.

- ¿Qué? - preguntó ella mientras nos sentábamos en nuestros correspondientes asientos.

- Llevaba tiempo pensando en esto.

- No, sé cómo se ve, pero de verdad no creo.

- Si no es así, ¿De dónde sacó tantas esposas en tan poco tiempo?

La castaña guardó silencio.

En realidad me preocupaban más las pistolas y escopetas que las esposas, pero creo que ya de por sí había sido un poco ruda con Elaine.

Miré alrededor, poco menos de una docena de alumnos - en su mayoría hombres - sostenían varios tipos armas de fuego: escopetas, revólvers, semiautomáticas y creo que incluso un hacha, que no es de fuego pero de verdad daba miedo.

Cada uno de ellos estaba ocupando un lugar estratégico de la habitación, bloqueando las salidas. Alcé la mirada, las ventanas que daban al exterior estaban bloqueadas con tablas de madera.

¿Cómo demonios llegaron tan alto?

Tal vez, si todos gritamos al mismo tiempo nos escuchen.

- Bien, ya que todos están aquí. - West estaba parado en la tarima, como si estuviera a punto de protagonizar una obra de teatro en la que nosotros somos sus espectadores - En las últimas horas me han preguntado mucho porque están aquí...

Las voces se escuchaban de varios lugares al mismo tiempo, susurros. El miedo a ser escuchados por él era mas fuerte.

- Me parece que no soy la persona mas adecuada para responder esa pregunta, mejor les presento al verdadero responsable.

Apenas salieron esas palabras de su boca, trajo prácticamente a  rastras al señor Edwards, el director.

- Cierren un momento la puta boca, que no puedo explicar si no se callan - ordeno el chico al ver que esta vez no fuimos lo suficientemente cuidadosos, la sala entera acató la orden, obviamente.

A mi izquierda, las manos de mi novia temblaban sin control. 

- Lane, tus manos.

Ella las miró y rápido cubrió una con la otra.

- Esto... -

- Vamos Ed ¡Cuéntales lo que hiciste! - gritó. El director de verdad lucía aterrado, con lágrimas resbalando desde ambos ojos y la cara contorsionada por el dolor de un pómulo golpeado y muy posiblemente roto - No lo voy a hacer yo. ¡Habla!

En un movimiento ágil, West sacó una pistola del bolsillo de su pantalón y apuntó directo a la oreja derecha del director.

La sala entera contuvo el aliento, como si eso pudiera evitar que la sangre corriera esta noche por los salones. El señor Edwards, Elaine y unos cuantos alumnos más al fondo aparentaban estar a punto de desmayarse.

- ¡Detente! - me levanté de mi asiento y grité, no sé de donde saqué el valor para hacerlo, pero lo hice - Libéralo, libéranos a todos.

- Otra vez tu, maldita niña - respondió West, al mirarlo me dí cuenta de que su frente y la mayor parte de su rostro estaba cubierta por una delgada capa de sudor que lo hacía brillar.

Los mechones de su cabello estaban alborotados, se movían con cada cambio de posición que hacía el pelinegro, y sus manos, cubiertas por unos guantes de cuero negro sin dedos, estaban hechas puños con muchísima fuerza.

Más de la mitad de los estudiantes que sostenían armas me apuntaron, justo en el pecho. De inmediato me arrepentí de haber abierto la puta boca, no sé en que estaba pensando.

- Ella..¡Tiene razón! Deberías dejarnos ir. - Gritó un chico de tercer año, no conocía su nombre.

- No puedes simplemente mantenernos a todos aquí, en algún momento va a llegar la policía y ...

Las balas siendo disparadas por West hacia el piso interrumpieron a la chica del cabello cobrizo.

Los tres nos sentamos de golpe, los de adelante subieron los pies al asiento como si eso los protegiera. Giré la cabeza y ví a mi novia, estaba llorando otra vez, pero ahora tenía los ojos cerrados y los apretaba con mucha fuerza.

- Parece que ustedes, estúpidos niñitos , no han entendido una mierda de lo que está pasando aquí. - Su rostro mostraba real desespero, aparentaba estar luchando por no matarnos a todos de una vez - Esto - hizo un movimiento con el dedo para señalar todo el lugar - es un puto secuestro, y si no quieren que justo ahora se convierta en un genocidio, les recomiendo cerrar la maldita boca.

Empezaba a pensar que seguir intentando no tenía ningún sentido. Hasta que la miré una vez más, sus pestañas estaban mojadas por las lágrimas, en ese momento me dí cuenta de que mientras ella siguiera viva, yo seguiría intentando, por ella. Fué así desde que la conocí, a veces solo sentía la necesidad de esconderme, pero lo único mejor que estar sola era sentir el ritmo de su corazón al compás del mío...

Ahora no Arabella...

- Última oportunidad imbécil. Si no hablas ahora, te espera algo mucho peor que la muerte.

Pasaron uno... Dos... Tres segundos, y el director no emitía algún sonido que no fuera producto de su llanto. West le quitó el seguro al arma con un sonido espeluznante.

- ¡Está bien! No es necesario hacer nada de esto...

- Apúrate. Me empieza a dar hambre.

- Yo acosaba a una alumna, me burlaba de ella e incluso llegue a insultarla.

- ¡Le hacías bullying maldito idiota!

- ¡Lo siento mucho! De verdad, nunca antes había hecho algo similar, y prometo que nunca lo volveré a hacer. 

 De pronto todo me pareció borroso y lejano. 

Nunca había visto al señor Edwards gritarle a nadie, nisiquiera lo había visto enojado.  Claro que muchas veces el exceso de trabajo lo tenía cansado o estresado, pero no encontraba la manera de que quisiera lastimar a alguien de semejante manera.

- Termina Ed, vamos.

- ¡Eso es todo! No se que más quieres que haga.

- ¡¿Cómo se llamaba?! ¿Cuál es el nombre de la pobre chica a la que acosabas? 

- ¡Elaine! ¡Es Elaine Stewart de primer año!

No supe como se respiraba, olvidé que era el movimiento voluntario y como se hacia. Toda la sala se giró para ver a la castaña, quien abrió los ojos al escuchar su nombre. Su llanto se pausó al ver a tantas personas mirándola.

No, no, no.

Quedé inmóvil por unos cuantos segundos, pensando en todas las señales que no ví, las veces que intentaba tocarla de cualquier manera y simplemente se alejaba, nunca fué una persona muy abierta en cuánto a expresar sus sentimientos, pero era verdad que estos últimos días me repelía. Siempre estuvo ahí, y su hermano fué el único lo suficientemente listo como para notarlo. Tal vez no era él el que no la amaba lo suficiente, tal vez era yo.

Ella se levantó en cuanto pasó un poco el shock. Se abrió paso prácticamente corriendo entre los asientos.

La seguí apenas un par de segundos después, alcancé a ver qué Alyssa hacia lo mismo...Y también West.

Don't kill themDonde viven las historias. Descúbrelo ahora