Adiós Héroe

I.- No habrá Errores

Takemichi se encontraba con el cuerpo de Sano Manjiro entre sus brazos, una sonrisa cargada de dolor estaba en el rostro de ahora muerto; de los ojos del héroe no paraban de salir lágrimas, no podía creer que así había acabado todo.

- Takemichi – le llamó Naoto sintiendo su corazón romperse al ver al hombre que amaba de esa manera

- Voy a salvarlo – miró a Naoto con unos ojos que carecían de vida solo había determinación pero una que duraría tanto tiempo y el Tachibana lo sabía – Voy a salvarlos a todos y tendrán un buen futuro – tomó el arma que estaba en el suelo, aquella arma con la que Mikey le había apuntado minutos antes

- ¿De qué hablas? Takemichi, no lo hagas – dijo Naoto asustado al ver como el arma estaba en la mano del azabache apuntando a su propia cabeza

- Prometo salvarlos Naoto, serás feliz junto con Hina y los demás

- ¡Sin ti no podemos ser felices!

Naoto presentía que iba a hacer Takemichi una vez regresara al pasado, algo le decía que no volvería a ver esa hermosa sonrisa que lo enamoro, este era un adiós definitivo del héroe llorón.

- Adiós Naoto

Un disparo.

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Takemichi abrió los ojos. Estaba en esa casa fría sobre su cama, se levanto y se vio al espejo ahora no solo había retrocedido lo de siempre, tenía diez años antes de que Shinichiro muriera, lo que detono todo.

Salió de su casa encontrándose con Kisaki y Hina a lo lejos hablando, era verdad aún no los conocía así que con una sonrisa se alejó de ellos y dejó que su antiguo enemigo defendiera a la pequeña de los mayores y así se volvieran lo que siempre quiso: una pareja hermosa.

Siguió caminando hasta el taller del hermano mayor de Mikey, una de las tantas personas que le robaron su corazón.

Era hora de comenzar su plan.

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Los años pasaron y Takemichi se volvió amigo de Shinichiro pero siempre se negaba a conocer a Mikey y a los demás, no podía permitirlo. Las cosas siguieron su curso y logró hacer cambios como salvar a la a Inui y Akane de ese desastroso incendio, se acercó a Kazutora siendo una amigo para él, Kisaki y Hina seguían juntos y ni siquiera lo conocían al igual que Akkun y los demás.

Ese día era el cumpleaños de Mikey y Takemichi se encontraba dentro del taller de Shinichiro cuidando de que Kazutora no hiciera alguna tontería junto con Baji mientras el mayor descansaba en su oficina.

Escuchó como entraban al taller y suspiró cuando escuchó la voz de Shinichiro, salió de su escondite deteniendo esa llave que acabaría con la vida del Sano mayor con su brazo.

- ¿Takemichi? – preguntó Kazutora asustado al ver como el brazo de su amigo estaba en una posición no natural y sangraba sin parar

- Te dije que no hicieras una tontería Tora – le dijo el azabache con una pequeña sonrisa

- ¡Takemichi! – se acercó Shinichiro preocupado viendo el brazo del chico a quien consideraba otro hermanito

- Estoy bien, ustedes deberían de ir a la fiesta de Manjiro – les dijo el menor con una pequeña sonrisa

- Voy a llamar una ambulancia – dijo Baji aún sin poder creer lo valiente que había sido ese pequeño azabache

- No me iré hasta que la ambulancia llegué – le dijo Shinichiro frunciendo el ceño molesto

Takemichi suspiró mientras se sentaba y escuchaba a los otros discutir, él solo podía pensar en que el dolor que sentía en su brazos no era nada comparado con todo lo que había vivido además de que ese dolor se sentía bastante bien, merecía ser lastimado o eso era lo que pensaba.

La ambulancia llegó y se llevó a Takemichi dejando a los otros tres solos viendo como se alejaba sin saber que esa sería la última vez que verían a ese valiente niño en mucho tiempo.

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Mikey abrazaba a Kazutora mientras los demás capitanes los veían aliviados de que su amistad no se rompiera.

- Eres un idiota pero no paso nada grave y seguimos siendo amigos así que tranquilo Kazutora – le dijo el Sano con una sonrisa

- De verdad lo lamento Mikey

- Esta bien, no te preocupes

A lo lejos un chico los observaba con una pequeña sonrisa adornando su rostro, su mano dentro de su bolsillo mientras que la otra se encontraba cubierta por un yeso, sus ojos eran fríos y vacíos.

El héroe habían desaparecido.