XIV.- La última Decisión

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Takemichi abrió los ojos encontrándose con un techo blanco y un dolor intenso en todo el cuerpo. Recordaba toda la batalla, lo que había sucedido y como la Toman que no debería estar ahí entró a salvarlos. No podía reclamarles nada, gracias a eso seguía vivo y podía enfrentarse a ese idiota de nuevo y acabar con él.

- ¿Takemichi? – preguntó Draken apareciendo en el margen de vista del azabache.

- ¿No deberías de estar con Mikey? – preguntó cerrando los ojos mientras sentía como movían el respaldo de su cama para que quedara sentado.

Draken rio mientras acomodaba la cama lo más cómoda posible para que el dolor no fuera tan fuerte, hace unos minutos habían reducido la morfina para que no estuviera drogado aunque le habían dado medicamentos para el dolor que no eran tan eficientes pero lo suficiente para que no sintiera que quiere morir.

- Han pasado años desde que sigo a Mikey a todas partes, aunque no lo creas llegó un punto donde él y yo nos separamos un poco. Seguimos siendo los mejores amigos pero podemos estar a separados por un tiempo.

Takemichi abrió los ojos mientras una ligera y apenas perceptible sonrisa aparecía en su rostro.

- Me parece extraño pero en algún momento tenía que pasar.

- Sabes que eres un idiota por enfrentarte a una organización de ese tamaño. Puedes ser un líder increíble Takemichi pero hay cosas que no puedes enfrentar y menos solo. Perdiste a muchos de tus hombres pero aquí sigues porque no te vamos a dejar morir tan fácil. – le dijo Draken mientras se sentaba en la cama sin apartar la mirada del azabache.

- Draken, ya nos somos niños jugando a ser héroes. Como les dije cuando nos volvimos a ver, yo tengo responsabilidades que cumplir y acabar con esos malditos es parte de eso. No los llevé a ese lugar porque sé dónde me metía y con quien, son demasiado importantes y parece que no lo entienden. – suspiro – Todo lo he hecho, todos los sacrificios no me importan porque con eso logré que ustedes estuvieran a salvo y eso fue suficiente recompensa.

- Somos felices aunque siempre nos hizo falta, puede que antes no te recordáramos pero sabíamos que faltaba algo en nuestras vidas. Takemichi sacrificaste todo pero no podemos ser nosotros sin ti, te metiste en nuestras vidas de una manera en la que no podemos seguir adelante sin ti. Mereces ser feliz y disfrutar de tu vida sin arriesgarla todo el tiempo.

Takemichi solo tomó la mano del rubio y no dijo nada más.

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Para cuando volvió a despertar Izana se encontraba a su lado mirándolo de manera seria, su rostro tenía algunas heridas pero no parecían graves. Eso hizo que Takemichi respirara tranquilo. La enfermeras había ido junto con el doctor cuando Draken aún estaba en la habitación y le dijeron que sus heridas dejarían cicatrices al igual que una que le atravesaba el labio, la cual sería de las más rápido en sanar y cicatrizar.

- ¿Qué ha sucedido? – le preguntó Takemichi de manera seria.

- Kentaro y su organización no ha hecho movimientos pero encontramos su base, podríamos atacarlos ahora que están heridos y débiles. – le respondió Izana mientras le entregaba unas fotografías del lugar y los hombres de su enemigo.

- No podemos hacerlos, nosotros también tuvimos bajas y estamos débiles. Kentaro no es un idiota, es inteligente y sabe que no nos conviene a ninguno de los dos enfrentarnos en este momento. Espero que se queden quietos y se recuperen de sus heridas. – miró al albino con seriedad y una pizca de frialdad – Izana no quiero que nadie se haga el héroe o busque venganza por los muertos. No es un juego de niños y es una orden directa.

El albino asintió mientras suspiraba.

- Vas a hacer algo estúpido.

- ¿Es una pregunta?

- Una afirmación. Te conozco lo suficiente para saber que lo próximo que harás será lo último. – lo miró con cierta tristeza - ¿Al fin acabará todo? Es bueno que puedas descansar al fin aunque estoy seguro de que no estaré contento con como lo harás. – le dijo Izana mientras se levantaba y revolvía el cabello del azabache.

Takemichi se quedó callado mirando a una de las personas más importantes en su vida.

Izana sabía lo que se avecinaba y sabía que no podría detener a su jefe porque ese hombre era demasiado testarudo y cada decisión que tomaba no la dejaría ir sin problema.

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Paso una semana donde el azabache fue visitado por toda la Toman y muchas de las personas que amaba pero ahora en medio de la noche se encontraba parado frente a su ventana vestido con unos simples tejanos de mezclilla y una camisa azul marino. Su mirada fría y vacía estaba fija en el cielo nocturno. Tomo su decisión y no había nada que lo hiciera cambiar de opinión, era momento de hacer las cosas bien y por última vez solos, su último trabajo.

Agarró sus cosas y salió de la habitación sin hacer ruido, sin avisarle a nadie como un simple fantasma que desaparece. 

Adiós HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora