Capitulo 4. Los Valentine.

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El jefe de la policía dió la orden del arresto de los señores Roberto, Mariana y Carlos Valentine por cómplices de fraudes y maltrato intrafamiliar de la señorita (__), de quién alertó un número en anonimato. También se mando a pedir los nombres de las personas que trabajan para los Valentine por cómplices.

El sol se oculta entre las montañas ocupando su lugar la luna redonda pequeña, los amantes sin conocer.

— ¡Vayan corriendo! Esa muchacha está en peligro.—

Teniendo una hora pensando de vida de la joven rodeada de verdugos.

~El llamado a todas las autoridades cercanas, dirigirse a la mansión. ¡Hay una joven en peligro! ¡Repito! ¡Hay una joven en peligro!~

La noche se hacía lento ante los minutos que pasaba, cada gota que sacaba por cada golpeé recibía en partes de su cuerpo. La sangre brotada de un costado craneal manchando aquella alfombra parda, dando la orden se alejaron, una distancia marcando con la mirada culminó el destino, destruyendo toda luz esperanza todo se eclipsó. El tacón sonar el eco por todo. El tiempo estaba apunto de terminar dando la advertencia de las autoridades llegando a los recintos familiares pero las rejillas de alta seguridad les serviría de terminar aquel asunto. Mirando por las cámaras tratan de entrar dando golpes muy inusual ya que es de acero sólido, muy fuerte e resistible, cerrando con seguridad el gran portón abriendo la ventana para salir en su huida.

— L'arma familiar, tacada de san me lolg dels antics. — entre sus manos fue entregado.

De un paño de seda palida tenía una hoja muy filosa, mango de plata sacado de su sacó oscuro.

— Por generaciones, está daga perforó a muchas almas. En ellas, las almas de mis hermanos y enemigos.— toma por la cabellera descubriendo la parte más sensible del hombre, el cuello. — Ahora, seguiré con la tradición de la familia. Acabar con mi peor enemigo. —

El panorama era cada vez en peor, con varios asustados por la llegada de las autoridades, tratando de entrar, pero seguían observando aquella escena que estaba ocurriendo. Tratando de salir de las garras de los implicados pero su pánico era más grande, los planes no estaban saliendo a cómo su abuela y ella lo platicaron. No tenían contemplado con la reacción de aquellos monstruos con el delató ante la autoridad, llevando en cuenta que se ocultaban en su propia sombra.

Las lágrimas salieron de aquellos ojos que cuya mezcla no fue combinado pero el terror al observar aquél hombre roto. Solo con un movimiento, fue perforando y desgarrando cada tejido y músculo que tiene en el cuello, el calor de la sangre brotar manchando nuevamente las manos pero con la sangre de su única hija. Toda la esperanza se esfumó como la niebla, con la mirada más fría se alejo secando todo rastro con el paño de seda. Convulsionando como reflejó de los músculos al perder el líquido que ayuda a sobrevivir, con la cabeza caída perdiendo el brillo cayó al piso en el gran charco.

— Vallan a su respectivo habitación, en su mesa hay un frasco de analgésico. Fue un placer conocerlos pero mis secretos se irán con ustedes.— abriendo el portón salieron con la mirada hacia el piso. Antes de dejar la sala vacía miraron al cadáver de (__) clavando la daga en su pecho, cerraron la puerta.

Aquella marca que salía en su pómulo izquierdo fue tomando lugar nuevamente pero el color mezclado fue desplazado, el esmeralda brillante, la sangre paró retomando las fuerzas perdidas. Mirando su reflejo en el escritorio de vidrio su nueva apariencia, tomo la daga sacando lentamente de su pecho pero no había dolor, aquella herida sello completamente pero el cuello seguía abierto. Aventó el arma al piso dirigiendo a la puerta la presencia de algún intruso espiando atravez de la ventana pero solo una intuición. Los policías aún no podían ingresar pero la puerta reforzada estaba apunto de caerse, dejar en las manos de las autoridades o tomar todo con sus propias manos.

Desde Que Eras Una Niña. [Jeff The killer y Tu.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora