Capitulo 4

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El peliburdeo veía embelesado a ese chico arriba de el, fijándose atentamente en sus hermosos ojos azul, que eran tan profundos como el mismísimo mar, esa piel nívea, tan pulcra como la de un niño, su cabello negro tan negro y tan largo como la noche, sus dientes blancos que se mostraban, destacando sus  caninos superiores y su rostro que iba abandonando la etapa de la infancia, una persona hermosa físicamente, sin dudar alguna.

Mientras el chico peliburdeo se iba perdiendo en su ensoñación y su hermana se quede en parálisis, presa del pánico, el azabache gruñía y hacia movimientos bruscos, como si estuviera peleando contra algo, pero sin parar de ver al joven de bajo de el, dé repente, como si un ata que de conciencia lo ata cara, callo al piso dando un sonido sordo.

-Ma-mátenme- mascullo casi rendido.

Posteriormente procedió a autolesionarse con sus propias uñas, Tanjiro desde ahí pudo olfatear el miedo, soledad, dolor y desesperación, era horrible y se le iba rompiendo el corazón segundo tras segundo, mientras inhalaba su olor que se iba intensificando.

-Por favor, deje de lastimarse de esa manera- dijo viéndolo con pena.

-¡No te me acerques! ¡Mátame! ¡Toma mi espada y mátame!- grito hundido en la desesperación.

A sabiendas de que no se calmaría, Tanjiro se acerco y le dio un cabezazo al hombre para que este quedara inconsciente  cosa que funciono.

- hermano...- llamo a su hermano que solo la vio y suspiro melancólico.

-ven, vamos a dejar que descanse- dijo para emprender retirada seguido por su hermana.

...

Su vista era traicionera en ese momento, veía las figuras de forma borrosa, casi sin forma, pero el ambiente familiar y el aclaramiento de su vista logro dejar ver a los pilares que lo veían con decepción y asco, según a quien viera, y su maestro le daba la espalda sin siquiera querer verlo a pesar de sus suplicas por ayuda, la sensación  era horrible, nueve espadas clavándose directamente en sus entrañas y especialmente en su cuello, por el dolor no lograba oír el ligero llanto de alguien, totalmente decepcionado de el, pero que lentamente pasaba a uno de los planos centrales en uno de sus sentidos, Oyakata-sama. Empezaba a sentir algo, que lo estaba que algo lo quemaba, como si estuviera siendo devorado por una hoguera, era el sol, estaba en medio del patio de el patrón, por fin cerro los ojos, guiado por sus aparentes últimos segundos.

Al menor tiempo dado, se encontraba en un bosque, de gran similitud a un recuerdo fabricado con apuro y nubloso por el tiempo pasado de eso, en el cual se encontraba corriendo guiado por la leve luz que entraba descuidadamente por espacios que dejaban las hojas, o en algunos otros casos atravesándolos directamente, tomando un distinguido verde, seria una escena hermosa y de admirar, si no fuera por su propio llanto que rompía toda tranquilidad existente, y de pronto sin más, colapsó.

Despertó con el calor de una frazada arriba de el, iba enfocando su mira hasta que se percato que su hermana lo veía con una sonrisa en total calma, en ese mismo momento dio razón al lo que estaba pasando, la música iba al compás mientras escuchaba la, normalmente, alegre canción, pero que en ese caso marcaba el tiempo que quedaba antes de un trágico final, trato de avisar, lastima que eso era solo un recuerdo.

...

Sintió que se estaba aprisionando, que su cuerpo no lo dirigía el, que los movimientos que sentía que estaba haciendo no tenían nada que ver con lo que su cerebro le ordenaba, su pánico estaba empezando a atormentarlo, el negro espacio en el que se encontraba era ignorado de manera garrafal por la ausencia de importancia que le estaba e iba a prestar.

De un momento a otro sintió que sus ojos, ahora de gato y rojos, se habría de manera abrupta y sus uñas, ahora garras, lista para cortar carne de gente inocente y sus sentidos empezaron a agudizarse de una manera insana.

Quería huir, escapar y esconderse, ante la figura ante el, "¡Sal de mi cabeza!, ¡Sal de aquí!, ¡Lárgate y no vuelvas! ... por favor" suplicó y exigió en sollozos que destrozarían a cualquiera, pero que el otro solo ignoraba con desdén, mientras lo veía llorando en presión al pánico y dolor, ante esto el, que no podía hacer nada más que llorar, empezó a suplicar por su muerte, que agarraran esa espada que cargaba con el y le cortaran el cuello sin piedad alguna, al concluir, todo se quedo oscuro.

Al final despertó, sin ningún espectador que viera en lo que se había convertido,  sin que vieran esa tétrica apariencia que había obtenido.

Se había convertido en un demonio, sin ni más ni menos.

"¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que?" pensaba envuelto en la desesperación, en medio del colapso y temblando con miedo por su nueva posición, hasta que el pensamiento se metió y clavó en su cabeza.

Salió de manera silenciosa de la habitación, hasta que encontró su  nichirinto apoyada en alguna pared, salió y ante el cielo anubarrado salió corriendo con espada en mano.

Asegurándose de estar lejos de la casa de esa pequeña familia, desenfundo su espada, diviso la escritura de su espada azulada y sonrió en una mezcla de melancolía y tristeza, decepcionado de si mismo, recitando disculpas a todos sus conocidos en este y el otro mundo, deslizo su espada a su cuello y poso sus manos en ella, una en la base y la otra en la hoja en el otro lado de la parte que se estaba apoyando en su cuello y empezó a presionar, no tenia duda en lo que estaba haciendo a pesar de su acto y su vista empezó a ser roja.

...

Tanjiro y Nezuko avisaron a su madre sobre el estado de aquel hombre, uno en el cual estaba aparentemente sufriendo mucho, hasta el punto de pedir por su propia cuenta ser acecinado.

Sus hijos estaban claramente preocupados por aquel hombre y si era sincera, ella también se encontraba en las mismas, pero sus hijos parecían alarmados y con mucha ansiedad, por eso les pidió que fueran a descansar y muy precisamente a dormir, ya que era muy de mañana y dormir sería esencial, a lo cual la hija Kamado mayor renegó y alego que seria mejor que ella fuese a dormir, a final la menor quedo vencedora al longevo bostezo de su madre.

Los hermanos se sentaron y empezaron a beber el té que había dejado su madre en la pequeña estufa de su hogar y reflexionaron en un silencio casi sepulcral, pero no incomodó, sobre aquel tipo que los salvo y aquellas criaturas de las que tanto les hablaba su abuelita. Si, era algo difícil de tragar y y procesar, pero ahí estaban ambos, sentados en la mesa después de la misma noche del atracado de un demonio.

Ambos hermanos se vieron a los ojos y silenciosamente, prácticamente telepáticamente,  tomaron una decisión.

Al tiempo, los jóvenes decidieron ver como se encontraba ... nada, su habitación se encontraba vacía.

-¿Qué? ¿Pero a donde fue?- pregunto totalmente asombrado.

-Hermano ... la espada no esta- hablo percatándose del detalle.

Mátenme...

Los niños empezaron a correr con desespero y falta de paciencia, buscando de manera ansiosa y a toda la velocidad que daban sus piernas, la nieve y el bosque obstaculizaban el encontrar el aroma del actual demonio.

Cuando al fin lo entraron lo vieron empezando a cortar su propio cuello.

-¡Por favor! ¡No lo haga!-

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buenas noches, me voy a dormir.



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