Tercer capítulo.

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Tercer capítulo.

Apretó a Lira contra su pecho, inhaló su aroma y la besó en la mejilla mientras ella intentaba alejarlo con sus manitos regordetas.
-En un ratito te busco ¿si? -dijo antes de dejarla en brazos de su madre- pórtate bien.
-¿Estas bien hijo? -preguntó mientras sostenía a la pequeña- tienes cada vez mas ojeras.
-Tengo que estar bien por ella... -respondió y su madre no insistió porque sabía el significado de esas palabras.
Le entregó el bolso con todas las pertenencias de la pequeña, juguetes, mamadera, pañales y varias mudas de ropa por si llegaba a necesitar en las horas que estaría allí.
-Esta señorita y yo vamos a divertirnos -Clara, la omega le hizo cosquillas en la panza para que la niña dejara de hacer pucheros al separarse del alfa- ni se va a acordar de ti.
-Papapapa -balbuceó y estiró una vez más sus brazos.
-Papá va a trabajar -besó sus dedos extendidos- pero pronto voy a volver.
Al final, luego de una despedida que era igual de difícil para los dos, logró dejar a la pequeña de pelo oscuro antes de caminar hasta su casa y prepararse antes del turno laboral.
Recorrió los espacios y se permitió a sí mismo empaparse de melancolía que lo invadía cuando no tenía a Lira junto a él, Chicho lo miró desde su colcha, apenas movió la cola a modo de saludo y le respondió rascando sus orejas. Se colocó de cuclillas a su altura y posó la nariz sobre el hocico húmedo del perro. Suspiró mientras miraba los ojitos que parecían tristes.
-¿Tu también lo extrañas? -le susurró como si el animal pudiera responderle. Apretó los ojos a medida que sentía como se iban humedeciendo. No pudo frenar los recuerdos que siempre estaban acechando para minar sus emociones.
Hacía diez meses que su vida había cambiado de la peor manera posible, que había sido testigo de las imagenes de la explosión que se había llevado al amor de su vida.
Habían sido felices, habían sido tan increíblemente felices y bendecidos con su pequeña que el universo se lo cobró arrancándole la vida al omega. Todavía lo sentía en sus huesos, el terror absoluto que lo paralizó frente al televisor que le devolvía algo imposible. Su bebé en los brazos fue lo único tangible dentro de la pesadilla que vivió desde ese momento, la sintió removerse mientras Plan decía palabras que él no podía escuchar porque nada tenía sentido. Seguido a ese primer instante, a la falta de oxígeno entrando a sus pulmones, le siguió un frenesí donde tuvo que dejar a Lira en casa de su madre para subir al auto que lo llevó hasta la maldita ciudad donde todo se había venido abajo. Hizo guardia cerca del cordón policial que no permitía que los familiares se acercaran a la zona, lloró junto a cientos de desconocidos, se estremeció ante los alaridos de dolor cuando los cuerpos encontrados no habían sobrevivido. Esperó con la esperanza de un milagro que al final no llegó. Ni siquiera pudo verlo, sabía que el padre alfa lo odiaba, pero nunca entendió la magnitud de su rencor al no permitirle despedirse de él cuando se anunció la muerte de Pete.  Él había ido a la casa y desde la entrada el hombre se había dedicado a envenenarlo con sus palabras. Lo culpó por la muerte de su pareja y de su hijo ¿Y no era la verdad? ¿No había sido su amor lo que movió a Pete a abandonar su familia? ¿No fue él mismo quién insistió para que viera a su gemelo y a su padre omega en el lugar que ahora era el cementerio de sus sueños y esperanzas? Se había alejado de las acusaciones con el alma a cuestas, el alfa ni siquiera había querido reconocer la existencia de una nieta, para él, su hija no importaba y tal vez era mejor así.
Dejó a Chicho en el mismo lugar, le sirvió comida y agua antes de sacar el bolso con el uniforme. Hace un tiempo había cambiado al turno de la noche de la fábrica, así por lo menos no tenía que pasar esas horas sin él, en la madrugada iría y dormiría un par de horas en lo de su madre y luego volvería aquí hasta que la rutina se repitiera.
-Nos vemos amigo -saludó al perro antes de cruzar la puerta una vez más. Caminó a la parada donde el transporte lo llevaría junto a sus compañeros a la fábrica, bromeó con algunos de ellos al subir pero nada podía apartar de su mente que en dos días más, el décimo mes aniversario de la explosión lo llevaría de nuevo a colocar una vela en memoria de su pareja frente al sitio donde dejó de existir. El ritual que compartía con las demás familias era su punto mas bajo en el mes, momento donde la depresión lo arrasaba y se cuestionaba cada decisión tomada desde el día que lo había conocido.
Cumplió su trabajo como un autómata, casi seis horas de control de calidad de piezas de motores, hasta que fue llamado a la oficina del gerente de la planta. Pensó en alguna dificultad presentada al presentar el pedido de licencia para dentro de dos días, y no se esperaba encontrarse con la noticia de ser promovido a supervisor, una bonificación y un aumento de sueldo. El trayecto en el transporte que lo devolvía a las cercanías de su hogar lo hizo entre felicitaciones por parte de los demás y la nostalgia de no poder compartir la noticia con su amor.
Al llegar a la casa de su madre, antes de bañarse pasó sin hacer ruido hasta la habitación donde sabía dormía Lina, y la vio en la cama boca arriba, los puñitos a los lado de la cabeza, la boca apenas entreabierta. Al momento de dormir se acostó a su lado intentando no despertarla.
-Shhhhh -susurró cuando ella se removió al percibir el movimiento.
-Papapapaapa -balbuceó mientras se colocaba de lado y con los deditos le recorría el rostro.
-Si...papá -la acercó más a su cuerpo- duerme...
La vio cerrar los ojos, sus pestañas tan largas como las había tenido el omega.
-Amor... -dijo en un hilo de voz- no te imaginas, me promovieron en la fábrica, son las mismas horas de trabajo pero un mejor sueldo y otras responsabilidades.
Tomó aire y volvió a mover los labios.
"Ya no vas a tener miedo de que me lastime con una de las máquinas, voy a ser supervisor, espero estés orgulloso de mi. Vamos a poder hacer esas vacaciones que siempre planeamos, imagina a Lira cuando vea por primera vez el mar...si, se que vamos a volvernos locos cuidándola pero ya puedo verla saltando las olas... voy a pedir el auto prestado a Plan y podemos llevar a Chicho, ya me los imagino corriendo en la arena."
Se limpió las lágrimas que bajaban sin control, tragó a través del nudo en la garganta sin parar de contarle a Pete los planes que tenía. Tiempo después, el amanecer lo encontró con apenas unas horas de sueño y las lágrimas aún húmedas en la almohada.

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-Hola! Aquí reportandome y con nuevo capítulo. Espero lo disfruten aunque se que es triste. Creo que mañana viene nueva actualización.
Besos y cuídense!

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Regalo para quienes leyeron "Desde el abismo"

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