La tarde pasó con charlas acerca de otras cosas. Marlene intentado distraer a Juliana y esta intentando poner atención a todo lo que su amiga decía.
Las cosas habían sucedido tan rápido que apenas había tenido tiempo para analizar lo que había ocurrido y aquello era algo que pocas veces le sucedía. Siempre, después de algún acontecimiento importante en su vida, detenía todo a su alrededor un momento y meditaba acerca de ello. Recordaba que después de salir de su mundo personal Juliana siempre estaba a su lado y la recibía con una sonrisa y un beso. Todo había parecido tan genuino, tan real. Toda la preocupación que demostró Juliana por su persona, cada vez que enfermaba era ella quien la cuidaba, quien la atendía, quien la acompañaba y quien la consentía.
Había creído que todo aquello era real. Único y verdadero. Había creído todas y cada una de la palabras que Juliana le había dicho. Había creído en el amor que. Juliana aseguraba profesarle. En su lealtad. Pero sobretodo había creído que todo eso había sido por ella! No por su maldito dinero! Una vez más sentía que la habían usado, que era un medio para llegar a un fin.
¿Tan poco valía?
Tan poco era para que no se le quisiera por lo que era sino por lo que tenía? A veces maldecía tener todo lo que tenía pero otras veces...Estaba tan orgullosa de poder observar todo lo que con mucho sacrifico y esfuerzo había conseguido construir su familia. Sonrió. Estaba orgullosa de su herencia. No por lo que esta valía en valor monetario sino por lo que significaba. La sonrisa se le borró del rostro. Si Juliana pensara igual que ella, si viera que el dinero no es lo más importante sino que es solo una pequeña facilidad. Si Juliana supiera ver que lo más importante en la vida es el amor...seria la mujer perfecta. No podía negar la serie de cualidades que poseía.
Era inteligente, aplicada, ordenada, hermosa y podía seguir enumerando sus cualidades por mucho tiempo. Pero todo aquello era superficial. Todo aquello solo era una mascara que cubría el podrido interior que albergaba. Pero era tan hermosa. Simple y sencillamente hermosa. Eso estaba fuera de discusión, esa belleza tan deslumbrante la había cegado y la había hecho sentir tan orgullosa de ser ella quien tuviera a su lado a esa mujer. Había cientos de mujeres bellísimas que habían estado tras Valentina, incluso durante el último año, y las había rechazado a todas y cada una por Juliana. Porque no necesitaba a nadie mas que a ella.
Ella era más que suficiente, no necesitaba a nadie más siempre y cuando Juliana estuviera a su lado. Y siempre pensó que a Juliana le sucedía igual para con ella...hasta que apareció el banquerito García. La prueba a la que sometió a Juliana y ese desgraciado habían hecho aflorar el verdadero yo de la morena. En parte debía agradecerle pues le quitó de encima a una arpía que seguramente le exprimiría hasta la última gota de sangre una vez que la tuviera en sus manos. Y ella casi había caído...casi.
Señorita Carvajal .
Valentina salto de su sitio pues su asistente la había tomado desprevenida.
Lo siento señorita, pero...
Se disculpaba Andrea por el susto que había causado a Valentina.
No te preocupes Andrea. Estaba un poco ida. Dime, que se te ofrece?
Su padre la manda llamar. Desea verla en su oficina.
¿No te dijo para que?
Dijo cerrando su laptop.
No, señorita.
Está bien. Puedes retirarte.
Andrea estaba a punto de obedecer pero escucho un ruido muy fuerte. Se volvió a ver a Valentina y la encontró en el suelo haciendo esfuerzos por ponerse de pie. Corrió hacia ella y la ayudo a sentarse en la silla detrás de su escritorio.
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Déjame Amarte Adaptación Juliantina
RomanceJuliana creyó que al irse del país perdería todo contacto con aquella chica, pero grande fue su sorpresa cuando aquella chica estaba parada frente a ella con una hermosa sonrisa en los labios, para Juliana verla fue demasiado que por poco y se desma...